Investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid
Federico Steinberg

Finalmente, y con algo de retraso sobre lo previsto, el Trump proteccionista y agresivo ha entrado en acción. Estados Unidos establecerá aranceles unilaterales sobre las importaciones de aluminio y acero del 10% y del 25%, respectivamente. Y lo hará alegando razones de seguridad nacional, algo que la Organización Mundial del Comercio (OMC) permite en su artículo XXI, pero sólo para situaciones excepcionales que no encajan –a priori–con la situación actual. El anuncio ha venido acompañado por un incendiario tuit en el que Trump ha afirmado que "las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", lo que supone una flagrante negación tanto de los buenos usos de la diplomacia como de las lecciones de la historia económica. Con esta decisión, Trump debilita todavía más la confianza de sus aliados del G-7. Además, la medida tendrá importantes consecuencias sobre la gobernanza de la globalización y las relaciones transatlánticas. En particular, la UE queda en una posición especialmente incómoda: podría haberse puesto de perfil para sufrir un perjuicio económico limitado, pero ha optado por plantarle cara a la Administración Trump y defender el sistema multilateral de comercio, lo que nos aboca a una escalada en el conflicto. A continuación, planteamos algunas respuestas tentativas a las preguntas que surgen tras la decisión de Trump.

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