El poder que las compañías llamadas Big Tech, con la alianza de OpenAI y Microsoft a la cabeza, está ejerciendo sobre la inteligencia artificial roza lo absoluto. El modelo ChatGPT de OpenAI, al entrar el primero en el mercado, fue un claro ejemplo de Blue Ocean, llegando a 100 millones de usuarios en tres días. Pero lo que no se sabe tanto es que este Blue Ocean no fue únicamente empresarial, sino también técnico.