Redactor de Macro en elEconomista

Juan Alfonso Ruiz Molina (1962) afronta la negociación para reformar el modelo de financiación autonómica en tierra de nadie. El consejero de Hacienda de Castilla-La Mancha se mantiene firme en su rechazo al acuerdo firmado por los suyos a cambio de la investidura de Illa. "No me convencen ni las explicaciones de Montero, ni los silencios del Comité Federal del PSOE", afirma. También se despacha contra el PP. "No es el momento es hacer un uso partidista de algo que es un asunto de interés regional", responde a la ofensiva iniciada por Feijóo y sus barones autonómicos.

Sumar retoma su ofensiva fiscal contra directivos y altos cargos de grandes empresas, y pone sobre la mesa de la negociación de los Presupuestos para 2025 una subida de los tipos que gravan en el IRPF las rentas de capital hasta el 30%, que afectaría a aquellos rendimientos superiores a los 120.000 euros. En concreto, el socio de coalición quiere adelantar el tipo máximo –ahora situado en los 300.000 euros– e incrementar su presión. Lo hace en un momento clave, en el que el ministerio de Hacienda estudia alternativas para impulsar alzas fiscales a “quienes tienen en el banco suficiente dinero para vivir 100 vidas”, tal y como desveló el presidente del Gobierno la pasada semana.

El Gobierno insiste cimentar el proyecto de Presupuestos para 2025 en el techo de gasto récord, de 199.171 millones de euros, que -junto a la senda de estabilidad- no consiguió el aval del Congreso hace ya un mes y medio. Sin embargo, el ambicioso planteamiento del Ejecutivo se topa con las exigencias financieras que demandará el pacto fiscal acordado con ERC a cambio de la investidura de Salvador Illa. La cesión del 100% de los tributos a la Generalitat reclamará que el Estado aplique un recorte del 17,8% del gasto público en el escenario más extremo, según calcula Fedea. En los supuestos en los que el traspaso de competencias sea más reducido, el ajuste del desembolso público nunca caerá del 5,34% anual. En todo caso, el compromiso catalán amenaza con hacer mella en el nivel de ejecución presupuestaria, en el caso de que Pedro Sánchez consiga impulsar la senda fiscal y -después- sacar adelante las Cuentas para 2025 en la Cámara Baja.

Las CCAA y los Ayuntamientos tendrán que aplicar un ajuste de 11.550 millones de euros hasta 2026, si el Gobierno no logra impulsar la senda de estabilidad sobre las que intentará cimentar el proyecto de Presupuestos para 2025. Moncloa inicia su segundo y último intento de impulsar las Cuentas y aprueba el techo de gasto récord -de 199.171 millones de euros- que ya avaló en julio junto a la misma hoja de ruta fiscal que no consiguió sacar adelante tras toparse con el voto en contra -por sorpresa- de Junts en el Congreso de los Diputados. "Si el Partido Popular y otros grupos votan en contra de esta senda y es rechazada, estarán obligando a las CCAA a hacer un ajuste de 6.600 millones de euros y de 4.950 millones a Ayuntamientos", ha advertido la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, que ha explicado que si la nueva senda no logra el aval parlamentario, construirá las Cuentas sobre los objetivos anteriores, más estrictos para regiones y entidades locales.

Los barones territoriales del Partido Popular darán plantón al presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que el miércoles anunció una ronda de reuniones con todos presidentes regionales para trazar las bases de la futura reforma de la financiación autonómica. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se rinde al criterio de la presidenta de la Comunidad de Madrid y demanda al jefe del Ejecutivo la convocatoria de la Conferencia de Presidentes para sentarse a negociar la renovación del sistema y el reparto de 18.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos no ejecutados. Horas antes del cónclave celebrado esta mañana entre los barones populares y el presidente del PP, Isabel Díaz Ayuso instó a rechazar los contactos bilaterales para impulsar un sistema "más justo" en el que recibirán más recursos a través de un incremento del fondo de solidaridad. La madrileña acusó ayer a Sánchez de trazar una estrategia para "comprar a las CCAA del PP con dinero, para dividirnos entre nosotras", y que así Alberto Núñez Feijóo "no pinte nada", dijo en una rueda de prensa.

El Consejo de Ministro aprobará mañana el mismo techo de gasto -que no logró sacar adelante el pasado mes de julio- con la intención de que se vote en el Congreso de los Diputados la próxima semana. De esta manera, el Gobierno reactiva el calendario con la vista puesta en los Presupuestos de 2025, que tiene pensado presentar en la Cámara Baja a inicios de octubre. Las bases serán las mismas. El límite de gasto no financiero alcanzará los 199.171 millones de euros, y la senda estabilidad llevará el déficit al 2,5% en 2025, al 2,1% un año después, y al 1,8% en 2027. Durante los próximos tres años, la CCAA podrán incurrir en un saldo negativo del 0,1%, y los Ayuntamientos en el equilibrio presupuestario.

La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, se agarra a la literalidad del pacto firmado entre PSC y ERC sobre la finalidad singular de Cataluña, y descarta definirlo como concierto fiscal, durante su comparecencia en el Senado. "Es un acuerdo solidario que profundiza en el federalismo", defendió la ministra de Hacienda, que recordó que la propuesta es extensible a otros territorios y que el Gobierno ha puesto sobre la mesa un mecanismo para devolver la autonomía financiera de las CCAA, a través del sistema de quitas de deuda autonómica con el Estado a través del FLA. La comparecencia de Montero -no obstante- ha estado protagonizada por su constante liza con el PP. "¿Cuál es la propuesta del PP?", ha interpelado Montero, que ha instado a los de Feijóo a presentar una propuesta común, "esto de entrar en una carrera fiscal a la baja y pedir más al Estado porque no les llega, se llama populismo fiscal y deslealtad institucional", añadió.

La patronal catalana se alinea con el Gobierno, avala la financiación singular planteada para Cataluña dentro del marco del acuerdo entre PSC y ERC, y defiende que el pacto puede abrir el camino para que otras comunidades autónomas disfruten de una mejores condiciones en el futuro. "Catalunya ya lideró el cambio durante el mandato del Partido Popular en 1996", recuerda Foment del Treball en un comunicado en el que insiste que el acuerdo fiscal acordado hace 28 años bajo la presidencia de José María Aznar "si bien sorprendieron inicialmente, acabaron por ser aceptadas por el conjunto de comunidades". "Hoy, gestionan una parte importante de los impuestos que recaudan sin que ninguna comunidad quiera recuperar el modelo previo", razona la organización presidida por Josep Sánchez Llibre.

El elevado volumen de deuda que acumulan buena parte de las CCAA, y el incremento de los tipos de interés, obligará a los gobiernos regionales a multiplicar por 3,3 -en los próximos tres años- los recursos que se dedicaron en 2022 a satisfacer los gastos financieros derivados de su pasivo. Según un informe difundido por Fedea, hace dos años las autonomías utilizaron 3.608 millones de euros a hacer frente a sus obligaciones. La cifra ascenderá a los 12.037 millones de euros en 2027. La entidad recuerda en su análisis que el tipo medio fue del 1,1% en 2022, pero que ascendería hasta el 3,5% en tres años. "Esto significa un coste de más del triple del actualmente vigente", afirman el documento.

El ministerio de Hacienda trabaja a contrarreloj para presentar un proyecto de Presupuestos en el Congreso de los Diputados en "tiempo y forma", con el objetivo de poder tener aprobadas las Cuentas antes del 31 de diciembre de 2024. El calendario juega en contra de los de María Jesús Montero. La Constitución establece que el Gobierno debe llevar el texto al Congreso de los Diputados "al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior". Antes, la vicepresidenta debe volver a elevar al Pleno la senda de estabilidad sobre la que se sustentarán las Cuentas, después de no lograr aprobarla el pasado mes de julio. Está previsto que Montero presente -durante el mes de septiembre- el mismo esquema que ya fracasó hace más de un mes, después de que Junts decidiera -por sorpresa- dejar caer la iniciativa frustrando los planes de Moncloa.