Blas A. González Navarro
Corren malos tiempos para la propiedad industrial. Las empresas, enfrascadas en la lucha contra la crisis, no han priorizado su defensa ante tantos otros frentes que han de cubrir, aunque éste sea uno nuclear para sus negocios. Y enfrentada a otros bienes jurídicos de enorme relevancia, como es la salud pública, algunos gobiernos parecen últimamente menos convencidos de la necesidad de mantener un sistema de estricto respeto a la propiedad privada, como es la propiedad industrial, relativizando su importancia y haciéndola enfermar, si no hiriéndola de muerte.