Podría haber empezado estas recomendaciones de wéstern con todo un clásico, una obra maestra como es La Diligencia, un ejemplo de la madurez de un estilo y un género llevado a la perfección clásica. Corría el año 1939 cuando se estrenaba en los cines norteamericanos La Diligencia (a España llegaría en 1944) sin muchas expectativas ya que según los expertos de entonces el género del wéstern estaba de capa caída. Habían sido cientos de películas en las que se abusaba de este tipo de cine cada vez con menos acierto, o ninguno. El llamado cine del oeste ya no llevaba público a los cines. Pero se estrena La Diligencia y algo pasa, primero entre la crítica y después con el público que asiste entusiasmado a ver la película que está tan bien engrasada como una rueda, mantiene durante todo su metraje la estabilidad necesaria para que no se desencaje en ningún momento.

Hace casi tres décadas, una por entonces joven estrella Tom Cruise decidió meterse a productor y llevar al cine la sesentera serie Misión Imposible. Lo hizo con Brian De Palma en la dirección y él mismo como protagonista dando vida a Ethan Hunt, un agente de una agencia especial con la misión de salvar al mundo. Desde entonces, han pasado muchas cosas, concretamente siete películas, y parece que esta Misión Imposible: Sentencia Final puede ser la octava y última entrega de la exitosa saga que, pese a haber tenido altibajos en sus guiones, cuenta con secuencias de acción y suspense que han ido ganando en espectacularidad. Ya en la primera entrega, para mí la mejor, nos sorprendía con una de las secuencias de mayor intensidad que nos ha brindado el cine, aquella en la que nuestro héroe, colgado con unos arneses, tenía que recuperar un objeto y una simple gota de sudor podría acabar con todo al hacer saltar las alarmas. Inolvidable.

Hoy le toca el turno a todo un clásico del western contemporáneo de 1990, año en el que el actor y director Kevin Costner estrenó Bailando con lobos, una película en la que nadie creía y de la que más de uno predijo que sería un fracaso monumental. Se equivocaron, a pesar de sus tres horas de duración fue todo un clamor y ganó 7 premios Oscar, incluyendo mejor película, director y guión. Pero lo más importante es que fue un fenómeno en taquilla que supuso la recuperación de un género que no tenía a priori mucho futuro. Bailando con lobos es espectacular, un relato de enorme aporte humano además de un profundo valor histórico. Cada secuencia de esta historia nos deja una sensación de realidad que no habíamos visto hasta entonces, sin duda es una epopeya histórica que deberíamos revisar o por supuesto verla por primera vez. No te puedes resistir a ver cómo su protagonista John J. Dunbar es considerado un héroe tras liderar accidentalmente a las tropas de la Unión a la victoria durante la Guerra Civil norteamericana.

Esta semana os quiero recomendar una coproducción entre Dinamarca y Suecia que es bastante atípica con el cine que nos suele llegar de estos países y, por otro lado, bastante más profundo y descriptivo de su forma actual de vida. Estocolmo 1520. El rey tirano es toda una superproducción escrita y hablada en inglés, imagino que para intentar llegar a un público más amplio, que mezcla en su reparto a actores suecos, daneses y anglosajones.

En el año 1956 John Ford estrenaba en EEUU un western protagonizado por su actor fetiche, John Wayne, que encarnó como nadie al héroe norteaemericano. Centauros del desierto contaba la angustiosa búsqueda de una niña raptada por los indios. Ford la cuenta casi como si de una tragedia griega se tratase. Era, y es, un western sombrío a la que vez que brillante. En su momento de estreno fue menospreciado por la crítica y al público, para que nos vamos a engañar, le dejó bastante indiferente. Sin embargo, pasados los años se volvió a descubrir, se popularizó y alcanzó niveles de mito. Hoy en día es considerada como una obra maestra, no sólo del género, sino de la propia historia del cine.

Una de las cosas que más me gusta de Una quinta portuguesa es la vuelta al cine español de una actriz grandiosa como María de Medeiros. Polifacética y ajustada en cada interpretación, aquí vuelve a demostrar que no ha perdido ni un ápice de su sabiduría. En esta ocasión da vida a Amalia, la dueña de una quinta en Portugal donde irá a parar otro grande del cine patrio, un Manolo Solo inmenso como siempre.

Esta semana comienzo a recomendaros en esta nueva sección un buen puñado de películas que entran de lleno en el llamado género del western, o películas del oeste como las hemos llamado aquí toda la vida. Es curioso contemplar cómo este género ha perdido toda su fuerza en las salas de cine, un ejemplo es el último intento del actor y director Kevin Costner de resucitar este tipo de historias con Horizon: An American Saga. Inicialmente iba a ser una trilogía con la que pretendía contar todo lo que sucedió en el lejano oeste. Sin embargo, tras un estruendoso fracaso de la primera parte y sin saber qué hacer con la segunda, ya rodada, hay muy pocas posibilidades de que pueda hacer la tercera ya que se ha quedado sin dinero.

Antes de recomendaros la superproducción de la semana, Thunderbolts*, debo señalar que no soy muy aficionado a Marvel. En honor a la verdad, sólo las primeras películas me hicieron alguna gracia y me entretuvieron. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo y los distintos estrenos me di cuenta de que me aburrían mortalmente y que incluso no entendía nada con tanto multiverso y demás pamplinas, teniendo que recurrir a expertos en cómics para enterarme de algo en unas producciones con falta de argumento, cargadas de efectos especiales y que casi siempre conducían a la nada más absoluta. Basta con ver la pésima y última aventura del nuevo Capitán América que no ha gustado ni a sus seguidores.

Hoy quiero dedicar este espacio a uno de los directores de cine más importantes: Costa-Gavras, que con 91 años, y lleno de lucidez, estrena su última película, El último suspiro. Gavras, al que debemos obras clave como Z o Desaparecido, aborda en esta ocasión el tema de la muerte. No os asustéis, ya que Gavras sabe combinar el drama y la comedia en un equilibrio perfecto de ambos géneros. Pese a abordar un tema a veces tan temido como éste, el de las enfermedades terminales o la muerte asistida, lo hace desde una perspectiva distinta y emocionalmente válida que hace imprescindible su visión.

Antes que nada, tengo que decir que estoy un poco harto de la sobreexposición al cine francés a la que estamos sometidos en los últimos tiempos. Lo estoy porque en su mayoría es malo o muy malo. Además, es un cine que interesará mucho a los franceses, pero el público español lo rechaza generalmente en taquilla. No obstante, cuando una película francesa es tan destacable como Prodigiosas hay que recomendarla.