Hoy nos vamos a detener en un wéstern reciente: Django desencadenado, que el director Quentin Tarantino estrenó en 2012 como homenaje al 'spaghetti' wéstern italiano que tanto admira, y más concretamente a una película que quería revisar: Django, de los años 60, con Franco Nero como protagonista. Como curiosidad, Nero hace un cameo en la versión de Tarantino. No obstante, el director también toma referencias de otra película que le fascinó: Mandingo. Con estos elementos, construye un filme que intenta retratar de forma brutal lo que sucedía con la esclavitud en el sureste norteamericano. Para ello, se nutre de protagonistas fascinantes y personajes despreciables que, por supuesto, recibirán su merecido.

Nos acercamos de nuevo a un western que hizo historia, El hombre que mató a Liberty Valance, realizado en 1962, que fue la penúltima película que dirigió el maestro John Ford. De alguna forma éste presagiaba su final, como su propio argumento nos lleva a un momento en el que finaliza lo que entendemos como el viejo oeste que se creó a base de sacrificio, dolor y sangre. Todo se inicia con el personaje de Ransom Stoddard (James Stewart), un anciano senador del Congreso de EEUU que explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom (John Wayne).

Cuando ya nadie esperaba una nueva adaptación cinematográfica de Los 4 fantásticos, aquí está. Estos superhéroes creados por Marvel en los años 60 tuvieron una buena primera adaptación en 2005. El éxito de aquel estreno hizo que tuviera una secuela dos años más tarde, eso sí, sin alcanzar ni de lejos lo obtenido por la primera entrega. El estudio volvió a intentarlo diez años después de la primera película, en 2015, con un gran batacazo en taquilla.

Hace tres años, el director, productor y guionista David Serrano quiso acercarse al género familiar con un musical entrañable con canciones de los Hombres G que llevaba por título Voy a pasármelo bien. No era la primera vez que Serrano hacía musicales, él fue uno de los responsables de otro título musical cuando nadie los hacía, El otro lado de la cama, que rompió taquillas. Ahora, como productor y guionista, vuelve a reunir a sus actores infantiles, ahora ya adolescentes, para firmar Voy a pasármelo mejor.

Qué sería del verano sin una película de Pixar, una de las factorías que más alegrías dan desde que sus creadores hacen una animación inteligente que gusta a todo tipo de públicos, creando generaciones adictas a sus películas. Es cierto que la productora ha tenido distintos vaivenes, dando a veces resultados mediocres que no han funcionado como otras producciones anteriores. Espero que no pase con Elio, aunque los resultados de la taquilla en EEUU, donde ya se ha estrenado, no son los esperados. Algo que no entiendo, a Pixar se le acusa de tirar de franquicias en lugar de crear nuevas historias y personajes que merezcan la pena. Pero cada vez que estrena una secuela, véase por ejemplo Del revés 2, son éxitos impresionantes. El público parece mirar a otro lado y no darle la oportunidad que merece a las nuevas historias. Yo sí apuesto por Elio y os la recomiendo.

Durante las próximas semanas me quiero acercar, si me lo permitís, al llamado cine familiar, el que va enfocado a todo tipo de públicos. Un cine que pueden ver desde los más pequeños a los más veteranos y que las distribuidoras suele estrenar en julio para intentar permanecer durante todo el verano gracias, en parte, a las pantallas de los cines precisamente de verano. El pistoletazo de salida de este tipo de cine se produjo la semana pasada con la última entrega de Padre no hay más que uno, de Santiago Segura, que nuevamente ha dado en la diana de la taquilla.

En 1952, bajo el signo político del senador McCarthy, se estrenó Solo ante el peligro que según los estudiosos es un alegato en contra de las políticas llevadas a cabo por dicho senador. La película está rodada en blanco y negro y no es ninguna superproducción con secuencias de acción relevantes, sin contar el final. A pesar de su tono, la película no deja de ser un ejemplo clásico de lo que se conocía a finales de los años 40 del siglo pasado como un western adulto con un gran contenido psicológico. Precisamente esa es una de las razones por la que se ha convertido en un clásico ya que es la fusión perfecta entre la historia y sus personajes.