Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

El oro es el activo refugio por excelencia, es por ello que cada vez que suena la alarma de una guerra o comienza la escalada hacia un conflicto, el dinero suele fluir a marchas forzadas hacia el metal amarillo. Sin embargo, algo extraño ha sucedido esta vez. La semana pasada fue una de las más caóticas a nivel geopolítico en tiempo, con la invasión de Israel al sur del Líbano y la escalada Israel-Irán con un ataque del país de los Ayatolás y, posteriormente, con el mismo Joe Biden reconociendo la posibilidad de una 'venganza' israelí atacando a la infraestructura petrolera persa. Para culminar y con la tensión en todo lo alto, la nueva semana arranca con más ataques de Ucrania sobre plantas petroleras rusas.

Aunque parezca imposible y temerario, un país con poco más de 30 millones de habitantes y relativamente pequeño está retando a la todopoderosa China, con 1.400 millones de habitantes y el segundo ejército más poderoso del mundo. Además, este reto se está produciendo en aguas 'sagradas' para Pekín, lo que está elevando la tensión en uno de los mares más disputados del mundo, el autodenominado por Pekín 'mar de China'. Malasia está perforando de forma frenética el lecho marino en dichas aguas ante la expectativa de encontrar grandes cantidades de crudo y gas. Obviamente, este movimiento ha desencadenado una protesta oficial del Gobierno de China y el despliegue de la guardia costera de Pekín como un primer aviso.

Con la excepción de algunas microciudades como Singapur o Gibraltar y pequeñas petro-naciones del golfo Pérsico como Qatar, Tailandia es el país con menos paro del mundo. Con un 1,07% de desempleo en el país, todos sus ciudadanos están involucrados en la economía de una forma productiva, mientras aspiran a convertirse en la fábrica de Asia y un sector turístico parece brillar con fuerza, convirtiéndose en uno de los destinos más atractivos de todo el mundo. Sin embargo, todo este potencial que confluye en el país del sudeste asiático no solo no explota en un gran crecimiento económico, sino que el país habla abiertamente de que está en una 'crisis', decepcionando con su PIB y viendo como todos sus vecinos la están superando.

Materias primas

El precio del petróleo está moviéndose al son de los tambores de guerra en Oriente Medio. Israel está valorando cómo contestar al ataque con misiles balísticos que llevó a cabo Irán el martes y, si bien parece que no se atacarán las instalaciones nucleares de Irán, todo apunta a que el país tiene el punto de mira puesto en la industria del petróleo de su enemigo, uno de los mayores productores del recurso energético de todo el mundo. Las últimas declaraciones de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, confirman que se está debatiendo la posibilidad de atacar las instalaciones petrolíferas de Irán, y el precio del petróleo lo está sufriendo este jueves: tras conocerse las declaraciones de Biden, el Brent europeo se ha disparado un 5,17% y ha llegado a los 77,72 dólares, un nuevo máximo del año. El West Texas, por su parte, ha subido un 5,35%, hasta los 73,85 dólares.

Ríos de tinta han corrido sobre el renacimiento nuclear que está conquistando el mundo. En su búsqueda por reducir la dependencia de combustibles fósiles y ante una incremento de la demanda energética en la próxima década, los países de todo el globo se han lanzado a abrir nuevas centrales y poner en marcha nuevos proyectos, dado que esta energía es considerada 'verde' y un buen complemento para la apuesta renovable. Esta fiebre por la fisión ha llegado hasta EEUU, donde el gobierno de Joe Biden ha hablado claramente a su favor con un plan para transformar las cerca de 217 plantas de carbón en nucleares al tiempo que extiende su influencia con 'mini reactores' de última generación. Sin embargo, hay un elemento que está impulsando esta 'fiebre' con claridad: la élite tecnológica de Wall Street (y del mundo) está llegando a acuerdos por décadas para garantizarse el suministro de este tipo de energía.

Las perspectivas para el euro han cambiado de forma crítica. El giro de la Fed hacia los recortes de tipos, un empeoramiento de las perspectivas del mercado laboral de EEUU y un tono más moderado en comparación por parte del BCE habían desatado una subida inapelable de la divisa europea frente a su par norteamericana. En el arranque del año la economía de EEUU aguantaba mientras la inflación resistía y daba menos incentivos para recortar tipos, mientras en Europa una situación más complicada obligaba al BCE a actuar. Una descoordinación entre ambas instituciones que incluso llevó a algunos analistas a hablar durante el suelo de abril de la posibilidad de una paridad entre ambas monedas. Sin embargo todo ha cambiado desde entonces, con una Fed impulsada a actuar el desajuste se ha corregido, llevando a una revalorización desde aquellos mínimos del 4%. Sin embargo, ahora los expertos temen que el ciclo pueda haber cambiado nuevamente.

Las grietas de la OPEP están llegando a un punto crítico. El gran líder del cártel se está cansando de seguir sosteniendo el esfuerzo de intentar mantener alto el precio del barril con sus recortes mientras sus aliados se los saltan. Hasta ahora Arabia Saudí ha sido el gran protagonista, limitándose hasta los 9 millones de barriles diarios. El Reino ha mantenido un recorte de 2 millones de barriles entre los acuerdos voluntarios y los de la OPEP. Cansado de perder cuota de mercado, Financial Times publicó que aprovechará la reunión de diciembre para abrir la compuerta del petróleo hacia el mercado. Este miércoles, su ministro de Energía Abdulaziz bin Salman al-Saud, ha dado un paso para trascender los "rumores" y ha amenazado directamente a sus pares con inundar el mercado y provocar un descenso del precio del barril hasta los 50 dólares, frente a los 75 actuales.

En los albores de la explosión del negocio petrolero de Oriente Medio, las compañías de EEUU se lanzaron a la región con sed de crudo. Tal fue su presencia en su irrupción como el corazón energético del mundo, que el consorcio creado entre Standard Oil y Arabia Saudí, el conocido como Arabian American Oil, es lo que hoy en día se conoce como Aramco, la empresa pública del país para el 'oro negro' y la mayor productora de todo el mundo. Sin embargo, ahora se está produciendo el camino inverso: los países de la región están acudiendo en masa a hacerse fuertes en el sector energético de EEUU ante el despertar de una nueva época.

Las commodities estaban siendo una bendición para la inflación, al menos, los alimentos. El precio de las materias primas ligadas a la agricultura se dispararon en 2022 al calor de la guerra de Ucrania y posteriormente, siguió una ruta a la baja calmada pero constante. Esta se aceleró con fuerza este verano con un potente desplome. Sin embargo, este septiembre algo ha cambiado. Una sucesión de eventos muy diferentes han conspirado para desatarse todos al mismo tiempo en países clave para el suministro. Esto ha provocado que en el noveno mes del año los alimentos vivan la mayor subida desde la guerra de Ucrania.

Una empresa que se encontraba ante una crisis totalmente histórica, con un desgarro total en sus cuentas y pidiendo un rescate por parte de Alemania, está ahora reinando con total supremacía en las bolsas del continente. Siemens Energy está sorprendiendo a todos. Hace un año, un enorme agujero en su negocio eólico, Siemens Gamesa, con unas enormes pérdidas, desató una verdadera sangría bursátil con descenso que llegó al 70% en sus mínimos de 2023. Aunque aún sigue lastrándole con pérdidas que se mantendrán hasta, según la firma, 2026, la firma ha atravesado un punto de no retorno. No es solo que se haya repuesto totalmente, sino que la empresa se dispara ya este 2024 cerca de un 178%, hasta los 32,65 euros la acción y los 23.630 millones euros de capitalización. Solo este mes ya se revaloriza un 26%.