
Las perspectivas para el euro han cambiado de forma crítica. El giro de la Fed hacia los recortes de tipos, un empeoramiento de las perspectivas del mercado laboral de EEUU y un tono más moderado en comparación por parte del BCE habían desatado una subida inapelable de la divisa europea frente a su par norteamericana. En el arranque del año la economía de EEUU aguantaba mientras la inflación resistía y daba menos incentivos para recortar tipos, mientras en Europa una situación más complicada obligaba al BCE a actuar. Una descoordinación entre ambas instituciones que incluso llevó a algunos analistas a hablar durante el suelo de abril de la posibilidad de una paridad entre ambas monedas. Sin embargo todo ha cambiado desde entonces, con una Fed impulsada a actuar el desajuste se ha corregido, llevando a una revalorización desde aquellos mínimos del 4%. Sin embargo, ahora los expertos temen que el ciclo pueda haber cambiado nuevamente.
Tras este proceso de fortalecimiento del euro los analistas ven el final del camino. Un BCE más necesitado de recortes de lo que parecía en un principio, se ha mezclado con una Fed más tranquila: el baile entre ambas instituciones vuelve a estar equilibrado. Mientras esto ocurre las dificultades que se ciernen sobre las principales economías de la zona euro y el aumento de las tensiones geopolíticas están acabando con las posibilidades de la moneda de seguir su escalada.
El consenso de los expertos de Bloomberg ahora da por hecho que a finales del trimestre un euro se cambiara por 1,1 dólares frente a la relación de 1,11 actual. Es decir, el movimiento quedará por completo congelado. Sin embargo, las previsiones van más allá, creen que de ahora en adelante el euro seguirá cayendo hasta el entorno del 1,07. Un descenso muy ligero pero que deja claro que el despertar de la divisa ha tocado techo. "La diferencia entre las expectativas de recorte de tipos de la Fed y el BCE se ha reducido, y esto probablemente mantendrá al euro-dólar estancado entre 1,11 y 1,12" comentan desde Capital Economics.
Las últimas estimaciones del mercado de swaps apuntan a un recorte de 25 puntos básicos por reunión del BCE desde este mismo mes de octubre hasta bien entrado 2025. Por su parte, se esperan dos recortes de la Fed en lo que resta de año (mismo movimiento), seguido de tres recortes hasta junio de 2025. En resumen, un camino de 125 puntos para la Fed, caída idéntica a la de su contraparte al otro lado del Atlántico. La desincronía parece haberse resuelto por completo.
Estas expectativas surgen de un giro drástico a los ojos del mercado. En primer lugar Jerome Powell ha hablado públicamente oponiéndose a otro recorte 'jumbo' de 50 puntos básicos antes de final de año, algo que ha frenado la idea de una Fed actuando a toda velocidad. Por su parte, Christine Lagarde ha hecho todo lo contrario, abriendo el martes la puerta a unos recortes más rápidos alegando que ve una "mayor confianza en la desinflación que será tenida en cuenta en la próxima reunión de octubre". Esta insinuación ha sido aterrizada por miembros del BCE, como el gobernador del Banco de Letonia, Martin Kazaks, que ha dicho abiertamente que cree que se debería recortar el décimo mes de octubre. Esto supone un cambio drástico de paradigma respecto a las últimas semanas, cuando se repetía una y otra vez que los recortes serían trimestres, alineados con la publicación de los datos y no reunión a reunión.
Esto se ha reforzado recientemente con los datos del IPC de la eurozona, que han mostrado por fin una caída hasta el 1,8%, es decir por debajo del objetivo del Banco Central. A pesar de que esta caída se ha sustentado en la energía y la subyacente (sin energía y alimentos) sigue alta en el 2,7% (pese a que también descendió), la realidad es que la ruta de desinflación parece claramente marcada. Por otro lado el índice PMI de septiembre fue devastador, con una caída de los 51 a los 48,9 puntos, volviendo a zona de contracción de la actividad (por debajo de 50), marcando un gran retroceso. Esta combinación supone una invitación clara a los recortes.
Aneeka Gupta, Director de Macroeconomic Research en WisdomTree explica en declaraciones a elEconomista.es que, tras los datos del IPC y con "unos indicadores económicos debilitándose" es más probable que se recorten tipos. En consecuencia, "esperamos que el reciente repunte del euro se vaya desvaneciendo y regrese a unos niveles cercanos a los 1,1 dólares". De cara al futuro, "el crecimiento en la eurozona seguirá siendo moderado en la segunda mitad de 2024, circunstancia que no será de ayuda de cara al inicio de 2025".
El nuevo paradigma de la banca central es por lo que los expertos de Bankinter creen que ya se está acariciando el techo. Eso sí, todavía se muestran algo optimistas con el euro. "Esperamos que la debilidad del dólar siga presente" dado que, a pesar de todo, "las bajadas de tipos de la Fed serán más pronunciadas". Sin embargo, sus estimaciones hablan de que el techo para este año está en los 1,117 dólares por euro. Desde Caixabank creen que acabará el año en los 1,09. María de Marcos, analista de divisas independiente, explica que los datos macro han sido clave "existen pocos motivos para que el BCE para no mover los tipos lo que está pesando sobre el euro". En resumen defiende que la desaceleración económica europea podría ser el elemento diferencial, haciendo que el los 1,1 sea la barrera de fuego que el euro ya no podrá superar.
"La posición del euro es ahora muy frágil, ya se han descontado los recortes sobre el dólar y las estimaciones han sido exageradas"
En declaraciones a elEconomista.es, Thomas Hempell, responsable de análisis macro de Generali AM, parte de Generali Investments, comenta que la subida del euro que hemos vivido hasta ahora "es frágil" pues los mercados "están descontando fuertes recortes de tipos por parte de la Fed, lo que ha minado al dólar". En ese sentido, el experto sentencia que se trata de estimaciones "exageradas dada la resistencia que ha mostrado la economía estadounidense". Es por ello que "el dólar podría recuperar parte del terreno perdido recientemente". Su escenario base, en cualquier caso apuntan a un dólar que aún está un poco sobrevalorado tras las subidas de los años anteriores algo que "podría hacer que el euro recupere algo de tracción", pero siempre remarcando que la subida tan exagerada es cosa del pasado y estaríamos hablando de "una pequeña apreciación para el próximo año".
Desde ING comentan que ven un "debilitamiento" en el euro y apuntan a una caída sostenida por debajo de los 1,11 en lo que se convertirá en el final de su ascenso. "Los diferenciales en los tipos están inclinados a favor del euro y prevén que llegará por primera vez desde 2022 a los 1,15 dólares", comentan desde Capital Economics. Sin embargo, "pensamos que es muy poco probable que avance mucho más, hay grandes riesgos a la baja (al margen de los tipos) como la escalada en Oriente Medio (pues el dólar actúa como activo refugio), los posibles aranceles de Trump y la incertidumbre fiscal en países clave, como Francia".
El caos de Francia
Francesco Pesole, analista de ING también defiende que la crisis gala es un elemento clave en el devenir del euro "Michel Barnier, se enfrenta a una situación de déficit aún peor de lo esperado y es probable que se presente una batalla política para impulsar cualquier medida de consolidación presupuestaria" una situación que emergerá como "una prima de riesgo político en el euro". Hempel comenta que " las preocupaciones cíclicas y las incertidumbres políticas en la eurozona (Francia, Alemania) persisten por ahora, lo que deja poco margen para una subida prolongada del euro".
Estas últimas semanas se ha formado el nuevo gobierno en Francia liderado por el primer ministro, Michel Barnier. El nuevo Ejecutivo ha vuelto a poner de manifiesto los grandes problemas del país galo con su deuda y déficit. El gobierno del país ha optado por arrastrar su objetivo de déficit hasta 2029 frente a los problemas presupuestarios (está en el 5,5% y se va a mantener) y su plan pasa por un incremento de impuestos centrado en las empresas, destacando algunos al sector energético, a las ganancias y a los dividendos. Situación realmente difícil dada su deuda (110% del PIB) que ha provocado que la rentabilidad de los títulos a diez años de Francia sea mayor que la de España.

Todo esto en medio de una congreso dividido con el ascenso de opciones menos dispuestas a ajustar este problema con los presupuestos como son Marine LePen o Jean-Luque Melenchon. En Alemania, pese a que la situación de deuda está estabilizada, la realidad es que hay serios problemas que alertan a los inversores más allá que una industria en retroceso. Desde el punto de vista político la ultraderecha de AfD ha ganado los comicios en Turingia y ya es la segunda fuerza más votada para las elecciones al parlamento de 2025, según las últimas encuestas de INSA y Forsa.
Gupta defiende que, en particular, el caso de Francia, supone un factor de primer orden para entender el final de la expansión del euro. "La actividad política afectará al euro, respondiendo al escenario que enfrenta el nuevo primer ministro de Francia, Michel Barnier, que tendrá que lidiar con un déficit aún peor de lo esperado, además de una probable batalla política para avanzar en las medidas de consolidación presupuestaria".
Trump y Oriente Medio
Los otros dos factores claves que cortarán las alas del euro, según anticipan los expertos son las elecciones de EEUU y, en particular, el ascenso de Donald Trump, seguido por la creciente tensión en Oriente Medio. Respecto a lo primero, desde Axa comentan que "la combinación de políticas de Trump debería impulsar el dólar y los tipos de interés". Para los expertos "la teoría económica estándar sugiere que una moneda nacional se apreciará si se aplican aranceles a los competidores". Trump propone unos gravámenes para todos los productos extranjeros del 10% y del 60% para los chinos.
"Argumentamos que, además de eso, el shock de oferta adicional (menor oferta de mano de obra por la deportación de inmigrantes) y el impulso de la demanda (recortes de impuestos) resultarán inflacionistas y requerirán una política de tipos más altos por parte de la Fed, impulsando los tipos y apoyando aún más al dólar" sentencian desde la firma. Desde Generali coinciden en que los aranceles elevarían al dólar, mientras el incremento de la incertidumbre mundial que el republicano provocaría "podría estimular los flujos de refugio seguro hacia el dólar".
Y, hablando de incertidumbre geopolítica, Oriente Medio será también un elemento clave. Según Capital Economics este es uno de los principales "riesgos a la baja para el euro". Particularmente después de que Irán haya lanzado un ataque contra Israel como respuesta a su ofensiva en el sur del Líbano.
Cuáles serán las consecuencias
En cualquier caso, el corte frente al euro no indica un fortalecimiento general del dólar. Desde UBS señalan que en términos globales el billete verde debería seguir depreciándose. En particular frente a las divisas asiáticas y franco suizo, que se establecerá nuevamente como un gran refugio. "Creemos que un renovado enfoque en el déficit fiscal de EE.UU. podría pesar sobre la moneda una vez que terminen las elecciones en ese país" comentan desde el banco suizo.
Sin embargo, pocos creen que la subida del euro tenga mucho más recorrido, algo que tendrá implicaciones para la economía de Europa, en el sentido de que ofrecerá una mayor estabilidad. Un euro más barato supone un gran incentivo para las exportaciones, incentivando la economía en particular en un momento crítico, con el sector industrial en territorio de contracción tal y como indican los últimos PMI manufactureros.
"Un euro más débil es un quebradero de cabeza para el Banco Central Europeo, pues supone un aumento de los precios de los bienes importados"
Sin embargo, esto es un arma de doble filo. Aunque en el primer semestre del año la balanza comercial entre ambas partes está inclinada hacia Europa, con un saldo de 21.200 millones, según datos de la Comisión Europea, la realidad es más compleja. Europa compra casi la mitad de su gas a EEUU, además de muchos materiales básicos. Y no es solo lo que compra a la nación norteamericana sino que muchos de ellos, como el petróleo, se compran en dólares aunque no procedan de este país.
Por lo tanto "un euro más débil es un quebradero de cabeza para el Banco Central Europeo, pues supone un aumento de los precios de los bienes importados" y, por lo tanto, de la inflación. En cualquier caso desde Generali explican que la llegada a la estabilidad será positiva, dado que ahora unos movimientos más pequeños en el cambio provocarán que las consecuencias del movimiento en el mercado de divisas sean mucho menores. "Creemos que la pequeña apreciación del euro es demasiado pequeña para suponer un lastre para la economía, pero podría animar al BCE a proceder a recortes de tipos durante el invierno".