Política

El gambito de damas de Pablo Casado: caídas Montón y Santamaría, le toca mover

  • La renuncia de Montón es una forma de devolver a Casado al disparadero
El presidente del PP, Pablo Casado, este miércoles en el Congreso. Foto: EFE

La ministra Carmen Montón presentó su dimisión entrada ya la noche de este martes, durante un partido oficial de la selección, y tras haber pasado su último día en el cargo negando que fuera a dimitir. Hasta Pedro Sánchez, que le sacó de la conselleria de Sanidad de la Comunidad Valenciana para sentarle en el consejo de ministros, negó que tal cosa fuera a ocurrir. El reguero de informaciones de eldiario.es apuntando a las irregularidades en la obtención del título, y la puntilla de La Sexta denunciando que su TFG contiene un volumen importante de contenido plagiado, precipitaron la caída.

En realidad se ha repetido el mismo guion que ya siguiera en su día Màxim Huerta: primero negación, después vaciado de importancia y, finalmente, asunción de los hechos. La gestión del caso por parte de Moncloa también ha sido igual. En el caso de Huerta, aunque se esperaba el desenlace -conviene recordar que el PSOE está en el poder porque la corrupción tumbó al PP-, puede entenderse la demora: apenas llevaba unos días en el cargo y su caída estropeaba en parte el inteligente concurso de talentos en el que se convirtieron los nombramientos del gabinete. Todo aquel esfuerzo para hacerse con el control de la narrativa en los convulsos días tras la moción de censura se vio empañado.

En el caso de Montón la cosa ha dolido incluso más. Por una parte, era cercana a Sánchez, que ya arriesgó 'robándosela' a un barón territorial que en su día fue escudero de Susana Díaz. Por otra, estaba llevando a cabo una exitosa gestión de la cartera -ya en apenas cien días ha capitaneado la recuperación de la sanidad universal, hito del que presumía el presidente en su despedida-.

Sin embargo, la decisión -inexorable- se alargó tanto como la de Huerta. Eso, en términos políticos, es un problema. No sólo resta iniciativa, sino que cuestiona la decisión: los oponentes pueden minimizar la renuncia y presentarla no como un gesto, sino como la única salida a la presión recibida. Algunos medios este mismo miércoles ya paseaban por columnas y editoriales la idea de que el Gobierno es débil porque está sometido a la voluntad de la opinión pública.

El máster de Casado

A nadie se le escapa que la renuncia de Montón no es sólo -o quizá ni siquiera- una asunción de responsabilidad. En realidad es una forma de devolver a Pablo Casado, líder recién elegido del PP, al disparadero del que creía haber salido. Existen también no pocas dudas acerca del trato de favor que le dispensaron en la obtención de su máster, y el Tribunal Supremo está pendiente de decidir si lo investiga o no. En caso de hacerlo, según los mentideros del PP, sería un golpe duro a un partido que intenta salir a flote tras el naufragio de los últimos meses.

En ajedrez una de las aperturas más comunes es precisamente el gambito de dama. Consiste en adelantar los peones para sacrificarlos, de forma que se pueda ocupar el centro del tablero y dominar posicionalmente el juego. El gambito, eso sí, puede aceptarse -con lo que se entra en una alternancia de movimientos y piezas caídas- o no -pasando entonces a una especie de bloqueo de piezas que esperan a comer para ser comidas de forma inexorable-.

El sacrificio de Montón llegaba apenas horas después de que Soraya Sáenz de Santamaría, exvicepresidenta del Gobierno y candidata perdedora en las primarias del PP tras haber logrado el apoyo mayoritario de la militancia, anunciara que abandonaba la política. Se especulaba con la posibilidad de que aguantara contra viento y marea aferrada al escaño, conteniendo a su numerosa hueste de fieles, esperando a asestar el golpe en el momento necesario. Quizá la imputación del Supremo a Casado. Pero decidió sacrificarse en la partida.

También esperando su momento podría estar el 'godot' popular, Alberto Núñez Feijóo, el candidato al que todos esperaban y que decidió no dar el paso. Su antigua foto en el yate de un narcotraficante y la posibilidad de que no fuera la única prueba contra él que exista pudieron disuadirle de competir con Sáenz de Santamaría. Una vez ella se ha retirado del escenario quién sabe si su camino puede despejarse, aunque sea presentándose como un 'servicio' a los suyos y por aclamación en caso de que Casado caiga. De momento, Feijóo es una torre rodeada de piezas que no puede salir a jugar, y quizá no pueda nunca.

El peso del arriolismo

De momento dos damas, una de cada lado del tablero, han caído en la partida. Y ambos movimientos apuntan hacia una misma dirección: la de Pablo Casado. El PP a duras penas podría sobrevivir al varapalo de que su nuevo líder, llamado a reactivar los resortes electorales de la formación, cayera por ciertas irregularidades, esta vez académicas.

Se da la paradoja de que Casado, que con la salida de Sáenz de Santamaría podía dar por muerta y enterrada la etapa del 'marianismo político', acabe siendo precisamente el último de los 'marianistas'. Pedro Arriola, el tantas veces mencionado gurú que enseñó al expresidente Mariano Rajoy a esquivar los problemas hasta que sus propios enemigos cayeran de cansancio, podría vivir una nueva vida en el cuerpo del joven que vino a enterrar la inacción. La jugada consistiría en esperar a que los jueces que deciden sobre su futuro -de clara mayoría conservadora- le presten su primera victoria política enterrando el expediente.

Este miércoles, sin embargo, el debate se ha desviado hacia el lado del presidente Sánchez, doctor en Economía con una tesis que, al contrario a lo que suele suceder, no está disponible para descarga o copia. No es la única tesis doctoral de un alto cargo socialista o popular que presenta sombras, sea por su relevancia, sea incluso por su autoría. La cascada de títulos en cuestión podría no haber hecho más que comenzar si de verdad se empiezan a auditar como es debido los expedientes de los altos responsables de los principales políticos.

Con todo, es previsible que Sánchez acabe enseñando su tesis, que resulte ser mucho menos destacable de lo que su calificación refleja, y que arrecien las críticas contra el líder del Ejecutivo. Puede que hasta se vuelva a mirar con lupa la trayectoria universitaria de los líderes de Podemos, o se investigue la validez de las titulaciones de la cúpula de Ciudadanos. Pero, aunque todo eso vaya sucediendo en los próximos meses, la partida sigue adelante y habrá que esperar. Y ahora mismo a quien le toca mover es a Pablo Casado.

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