Política

El gran dilema de Pedro Sánchez para seguir o no en Moncloa: ¿Iglesias o Europa?

  • Los empresarios piden al Gobierno que muestre las Cuentas Públicas
  • Iglesias está fajado en altas temperaturas políticas y en esperar al minuto basura
Foto: Efe.

Pasadas las horas, con la bronca de Nadia Calviño, las quejas de sus ministros económicos, el estupor de sus barones autonómicos, el desconcierto de su votante medio, y el chorreo de críticas de sus socios preferentes, la prensa y la oposición, el Gobierno de Pedro Sánchez y la fracción del Partido Socialista, que todavía no estaba noqueado, empezaron el miércoles por la noche a deconstruir la gran chapuza del acuerdo firmado con EH Bildu para derogar de manera íntegra la reforma laboral del 2012.

Casualmente, la misma que permite que hoy el Ministerio de Trabajo se apoye en los Ertes para amortiguar el repunte salvaje de paro que se viene encima.

Las miradas se pusieron sobre Adriana Lastra y su exiguo currículum

Después de elaborar una nota aclaratoria que tiene la validez del justificante de un niño que un día no quiso ir a clase, las miradas se pusieron sobre Adriana Lastra y su exiguo currículum, como si en esa bancada estuvieran sobrados de doctores en Harvard o La Sorbonne. Ahora toda la culpa era para la que había estampado la rúbrica, de un acuerdo de ida y vuelta, como si el presidente, economista de formación académica, no supiera que íntegro es íntegro, e indeleble, es indeleble, como él afirmó desde la tribuna del hemiciclo desde donde agradeció a Bildu su abstención como "formación progresista". Verdadero salto al vacío.

Hecho el parte de daños, los medios de comunicación nos hemos centrado, quizás demasiado -entono el mea culpa-, en la respuesta de sus socios de investidura, y en el grado de afección o molestia que ha acarreado el abortado acuerdo de la reforma laboral.

Fuentes cercanas a la formación peneuvista no sale de su asombro. La actuación de Sánchez les parece una demostración de incoherencia de la que está haciendo gala manifiesta en la nueva anormalidad en la que vivimos. "Gestión incomprensible, falta de inteligencia, ¿cómo se puede gobernar a estas alturas?, Sánchez tiene que optar...". Pero en sí, amagos que no traslucen que en los maitines del próximo lunes del EBB rompan su acuerdo con el Gobierno progresista. Es cierto que les molesta lo que ha hecho EH Bildu, y cierto que les incomoda, y mucho, que el PSOE lo haya hecho a sus espaldas. Pero en el fondo calculan que eso servirá para fidelizar aun más si cabe su leal parroquia de votantes en el País Vasco.

La tabla catalana es como un chicle. Se alarga cuanto haga falta, y hasta donde haga falta

En cuanto a ERC, Oriol Junqueras ha puesto el precio de la Mesa de Negociación para seguir manteniendo la legislatura. Pero la tabla catalana es como un chicle. Se alarga cuanto haga falta, y hasta donde haga falta -y el Gobierno no ha dicho en ningún momento que no quiera seguir sentado en ella-. Así que, la liturgia del líder de Esquerra más bien parece la del novio cabreado por un plante, que ahora reclama que le hagan mimos. Ya se lo dijo Sánchez a EH Bildu: "no vamos a cambiar de socios. Lo sabe hasta Edmundo Bal", vino a resumir.

Entonces, ¿cuál es el problema o el gran dilema que ahora tiene Sánchez sobre su largo y vacío escritorio, donde las crisis se quedan atrapadas en esa enorme pantalla en la que emergen cabezas de presidentes autonómicos?

Después del berenjenal en el que se ha metido gratuitamente y 'solito', el dilema pasa por elegir entre Europa o la presión que ejerce Pablo Iglesias, machacando con el término latino, pacta sunt servanda, atribuido al jurista Domicio Ulpiano en el Digesto, para recordar que, lo que se firma, se cumple. Dicho de otro modo, que o se tiene palabra, o el fino hilo que todavía une al Gobierno socialista y podemita puede romperse, sin solución de continuidad.

Iglesias está fajado en soportar altas temperaturas políticas y en esperar al minuto basura

El pulso de Iglesias sobre el Ejecutivo de Pedro Sánchez es fuerte, porque sabe, que por ahora no se atreve a pedir el rescate. E Iglesias está fajado en soportar altas temperaturas políticas y en esperar al minuto basura para hacerse con una vicepresidencia segunda y un ministerio para su pareja sentimental, y de paso colarse por Real Decreto en un sillón del CNI, y colocar en la Comisión de la Reconstrucción la tasa a las grandes fortunas, habiendo dejado antes la renta mínima vital medio apañada. Casi nada. Y ahí sigue, con la implantación de su agenda, saltando obstáculos en una carrera de la que se saldrá, cuando otee bien la pieza y observe fehacientemente que el resultado final le perjudica.

Mientras, Europa asiste al espectáculo berlanguesco del Gobierno de España. Las recomendaciones que Bruselas hace a nuestro mercado de trabajo no son de última factura. Tiempo ha que aconsejan flexibilizar aun más la legislación laboral y a ser posible, completarla con grandes reformas estructurales. El bochorno del miércoles deja al país a la altura de un estado bananero y poco serio, no solo porque quiera derogar la reforma laboral de 2012, sino por su falta de acción propositiva, su ruptura con el diálogo social, por un pacto con los herederos de ETA y , por su exuberante sectarismo ideológico en medio de una crisis económica de proporciones bíblicas con la deuda, el déficit y el paro de España disparados como ningún otro estado miembro de la Unión Europea.

El bochorno del miércoles deja al país a la altura de un estado bananero

La situación límite en la que Sánchez ha colocado a su país es de una extraordinaria gravedad. La desconfianza de Europa va a la par. ¿Cómo fiarse de alguien que, mientras pide ayudas y un Plan Marshall está pensando tocar una de las pocas herramientas que hizo que la anterior crisis económica no ahondará más la crítica situación que padeció buena parte de españoles?

En medio de la indignación y la alarma, los empresarios que pagan las cotizaciones sociales de sus trabajadores y apechugan con las consecuencias de la crisis, piden a Pedro Sánchez que sea diligente y solicite el rescate lo antes posible si las cuentas, que no acaba de enseñar, no salen como parece. La otra alternativa es entregarse a las peticiones de Iglesias, que puede que algún día se escape del Ejecutivo y deje al Gobierno solo con el marrón del rescate. Y aquí se trata de ser más rápido, más transparente, y menos electoralista. Y en definitiva, se trata de dejar de engañar a los españoles y de empezar a hacer política de Estado.

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