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El vino se enfrenta a una crisis mundial: su consumo se hunde hasta los niveles de 1961

  • Los patrones de consumo, sobre todo entre los más jóvenes, han cambiado en los últimos años
  • Los usuarios moderan cada vez más la ingesta de alcohol, hasta en los eventos sociales
  • La subida de precios y la guerra arancelaria también influyen en los niveles de consumo
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La industria vinícola, motor económico y cultural de regiones enteras, se enfrenta a un momento decisivo. Y es que el consumo mundial de vino cayó en 2024 a su nivel más bajo desde el año 1961, según datos de la Organización Internacional del Vino, que también alerta sobre la incertidumbre que vive el sector por culpa de la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos.

Una preocupación que también llega a España, el segundo país con mayor superficie de viñedo del mundo, y el tercero por producción. Un sector que genera empleo e ingresos, y que impulsa tradiciones milenarias, pero que mira al futuro con preocupación, ante el cambio que se intuye en las tendencias de consumo.

En concreto, el consumo mundial de vino se redujo hasta los 214 millones de hectolitros en 2024, lo que supone una caída del 3,3% respecto al año anterior, y el consumo más bajo desde 1961, según expone el organismo. Los dos mayores mercados, Estados Unidos y Francia, registraron caídas aún mayores.

Este descenso en el consumo del vino es un fenómeno que se viene observando desde hace al menos una década, y más si nos fijamos en los mercados tradicionales europeos. Hace un año, el Registro Internacional de Vinos y Espirituosos (IWSR) emitió un informe en el que señalaba las causas de esta tendencia.

Cambio en los hábitos de consumo

Y no es que se haya reducido el número de consumidores de vino, que de hecho ha aumentado en algunos de los principales mercados, como Estados Unidos, Japón o Corea del Sur. Se deba a que se está produciendo un cambio en los patrones de consumo, incidiendo tanto en la frecuencia como en la intensidad.

Como señalaba el estudio de la organización, los consumidores están cada vez más interesados en la moderación como opción de estilo de vida, en beneficio de la salud y el bienestar. De hecho, diversas encuestas aseguran que al menos la mitad de los compradores de vino han moderado activamente su consumo de alcohol.

Se suma que cada vez hay una mayor tendencia a socializar sin alcohol. Un tercio de los bebedores de vino renuncia al alcohol en determinadas ocasiones, ya sea recurriendo a refrescos o bebidas sin alcohol, o incluso en planes alternativos donde no se beba.

Una mujer rechaza una copa de vino
Imagen: Dreamstime

Este cambio de actitud viene motivado, en parte, por la presión de las redes sociales, que están popularizando este tipo de cambios en los patrones de consumo, promoviendo retos como 'octubre sobrio', 'enero seco' o similar. También influye que muchos consumidores se han hecho conscientes de que es muy fácil que imágenes suyas aparezcan en internet, por lo que desean mantener el control de la situación. Todos movimientos que están haciendo que se replantee el consumo de alcohol, en general.

Como tantos otros cambios, en el consumo de vino también se reflejan importantes diferencias generacionales, siendo los jóvenes, menores de 30 años, los que más están controlando su consumo; mientras que entre los 'baby boomers' esta tendencia es mucho más excepcional. De hecho, los jóvenes están abandonando algunas tradiciones, como el de acompañar la comida diaria con una copa de vino.

También influye en el descenso de consumo de vino la aparición y popularización de otras bebidas. Un fenómeno, que afecta a todos los campos de alimentación y bebida, y que también está marcado por las redes sociales, capaz de poner de moda productos diferentes a los habituales. Así, los consumidores, sobre todo los más jóvenes, están más abiertos a probar nuevas bebidas y nuevas marcas, o cócteles más modernos o menos habituales.

Por último, también influye el cambio en la forma de beber. Muchos consumidores apuestan ahora por buscar marcas y categorías más ambiciosas. Una vez que han reducido su consumo de alcohol, y que en muchos casos su nivel de ingresos se hayan reducido, cuando beben, al ser menos veces, prefieren buscar experiencias más exclusivas. En el caso del vino, esto puede haber provocado una caída del consumo general, pero un aumento de los productos 'premium', aunque en este caso la tasa de crecimiento también se está desacelerando.

Inflación y aranceles

A estos cambios en las tendencias globales, que se vienen observando desde hace ya varios años, también se suman una serie de circunstancias actuales que repercuten en el consumo de vino. Por un lado, el aumento general de precios de los vinos, provocado por la ola inflacionista global, que afecta a todos los productos, y del que este sector no ha podido librarse.

Y aunque sus efectos aún no se pueden medir, el sector del vino también está afectado por la incertidumbre que provoca la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump. Mientras los aranceles al vino en EEUU se mantengan en el 10%, este producto mantendrá su status en el mercado más importante del mundo.

Copa de vino
Imagen: Dreamstime

Pero teniendo en cuenta que el 47% del vino que se produce en el mundo se dedica a la exportación, cualquier tipo de barrera que aparezca genera distracciones en el mercado. Hay que recordar que Estados Unidos fue el mayor importador de vino en 2024 por valor, con un total de 6.300 millones de euros; y el tercero en volumen, solo por detrás de Alemania y Reino Unido.

La situación global obliga a las empresas del sector a repensar sus modelos de negocio, apostar por la innovación y buscar la fórmula para conectar con las nuevas generaciones. En un mundo que cambia de gustos y de hábitos, la supervivencia del vino, sobre todo del vino español, dependerá de su capacidad para adaptarse sin perder su esencia.

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