Opinión

Solo ante el peligro

  • Pese a todo, a Pablo Casado no le resultará fácil derribar el Gobierno de Sánchez
  • El jefe del Ejecutivo está determinado a aguantar contra viento y marea
Para Pedro Sánchez, Pablo Iglesias se ha convertido más en un lastre que en una ayuda.

Cada vez que Pedro Sánchez trata de levantar el vuelo tiene a cientos de escopetas apuntándole, como si fuera un pichón. La derecha patriótica y sus aparatos mediáticos no le dejan respirar. La última ha sido por coger unos días de vacaciones. ¿Cómo se atreve, con la que está cayendo? Se difunden fotografías con su cara sonriente. Puede gustar o no lo que hace, pero nadie le puede acusar al presidente de no trabajar. Después de un semestre tremendamente estresante, parece lógico que se tome unos días de descanso. Que recargue pilas y regrese de refresco para afrontar lo que le viene encima.

A Sánchez no parece hacerle mella las críticas. "Ladran, luego cabalgamos". Para dedicarse a la política hay que tener corazón de acero, piel de elefante y estómago de buitre, y parece ser que al líder socialista no le faltan estas características. Tanto en el Gobierno como en la oposición ha demostrado ser muy correoso, por lo que a Pablo Casado no le va a resultar fácil abatirlo. La moción de censura que ha anunciado el dirigente de Vox, Santiago Abascal va a ser una magnífica oportunidad para comprobarlo.

De lo que no hay duda es que el camino que le espera no será fácil de recorrer. Va a estar con el agua al cuello y no puede esperar ningún tipo de ayuda ni del PP ni de Vox. No le ayudaron en la gestión sanitaria en la primera ola de la pandemia y no le van a ayudar en la segunda.

Tampoco le van a echar una mano para hacer frente a la recesión económica ni a poner en marcha los planes para la reconstrucción del país. Sánchez se encuentra, como Gary Cooper, Solo ante el peligro (1952) en la magnífica película dirigida por Fred Zinnemann. Por no tener no tiene el respaldo de su aliado Pablo Iglesias, enfangado en las finanzas de Unidas Podemos y en sus peleas internas. Más que una ayuda es un lastre.

Así sobre la mesa de su despacho miles de contagiados, hospitalizaciones y muertos por el coronavirus. La conferencia de presidentes autonómicos para decidir cómo se abren los colegios, que corre el peligro que se convierta una vez mas en una jaula de grillos.

La presentación de los Presupuestos de la Reconstrucción para el 2021, que no se sabrá si tiene los apoyos necesarios para poderlos aprobar. El Rey Emérito que continuará en plan de "píllame si puedes". El paro desbocado y la sangría del cierre de empresas. Las elecciones catalanas con la independencia como telón de fondo. En fin, la tormenta perfecta.

A pesar de ello Sánchez está dispuesto a aguantar contra viento y marea "la legislatura será larga". Como en la canción de Andrés Do Barro de los años setenta sigue caminando "pasiño a pasiño". A este paso entre unos y otros terminarán convirtiéndole en un hombre de Estado, por mucho que rechine esta afirmación en la derecha. Le están forzando a hacer lo que tiene que hacer, como le ocurrió a Adolfo Suárez: O tren vai andando pasiño a pasiño/e vaime levando cara o meu destino…

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