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Las 'anormalidades' históricas de los cien días que estremecieron a España

  • Las normas del confinamiento serán motivo de incredulidad para futuras generaciones
  • Se han asumido con naturalidad decenas de excentrecidades
  • Ahora lo normal pasa por saludar con el codo
La madrileña Gran Vía, vacía, en lo peor de la pandemia. Imagen: EFE.

"¿Estamos locos o qué?" Si ahora nos viéramos con la mirada de cien días atrás nos preguntaríamos qué bicho ha picado al mundo. Desde el pasado 15 de marzo hasta la fecha, la primavera ha impuesto decenas de "anormalidades", todas ellas percibidas como rutinarias. La fascinante velocidad de adaptación al cambio de la especie humana invita a pisar al freno y a dar marcha atrás hasta retroceder a la fecha en la que el Gobierno decretó el Estado de Alarma.

La historia reciente es sobradamente conocida. Un virus procedente de una lejana provincia de China protagonizó el bisiesto más funesto que se recuerda. Se pensaba que aquello sería como una gripe común, con los efectos propios de un catarro mal curado, hasta que el enemigo público número uno del mundo mostró su verdadero rostro. Así, cuando Italia ya había iniciado su cuarentena, el Gobierno decretó el confinamiento de todos los españoles. Pocos días antes, los colegios habían suspendido las clases, las empresas habían repartido ordenadores a sus empleados y los ciudadanos arramblaron con las existencias de los supermercados. Y así, la vida dio un vuelco por culpa de un ser vivo en forma de corona, con un tamaño mil veces menor que el grosor de un pelo. El patógeno se hizo gigante ante otros primos como la gripe, el ébola, la hepatitis B, la varicela o el VIH. Las analogías bélicas intentaban explicar lo inaudito apenas unas semanas antes. Ahora, a toro pasado, los supervivientes de la Covid-19 tendrán motivos para recordar las batallitas actuales y enumerar decenas de saludables excentricidades para evitar los contagios.

Un planeta enmascarado

Hay mascarillas higiénicas, quirúrgicas, autofiltrantes, caseras, industriales, reutilizables, de un solo uso, lisas, de colores, con sonrisas dibujadas, regaladas en las farmacias... basta un trozo de tela prendido de las orejas para cumplir con la legalidad en la mayoría de los espacios públicos. Además de salvoconducto para acceder a cualquier establecimiento, el accesorio se ha convertido en la herramienta más eficaz para evitar el contagio y la propagación del mal.

A dos metros a la redonda

Que nadie se acerque más de lo debido para hablar. Tampoco para cruzarse. Eso obliga a ceder el paso en los pasillos, como si cada cual transitara con un 'hula hoop' en la cintura. Está demostrado que la distancia interpersonal -junto con la mascarilla-, es el antídoto más eficaz en espera de la vacuna.

El pecado de toser en público

Expeler saliva en un espacio público ahora produce peor efecto que un eructo. Todos pensarán en lo mismo cuando escuchen ese mecanismo de defensa del organismo frente a agentes externos. Pocos podrán concentrarse en una obra de teatro o en un concierto de música clásica si alguien en el auditorio alivia su carraspera. Su efecto podría causar pánico si la expectoración se realiza en la cabina de un avión o, mucho peor, en el interior de un ascensor.

Meses sin corbata ni zapatos

Es lo que tiene laborar en casa, a golpe de teletrabajo, con reuniones virtuales con otros bustos parlantes. La formalidad indumentaria se reduce al tiro de la cámara del ordenador. Los pies se han dilatado con las chanclas de andar por casa, lo que promete no pocas incomodidades al volver a la rutina.

Nuevos saludos y despedidas

Sin pretenderlo, los españoles han mudado sus expresiones para saludar o despedir al prójimo. La salud condiciona el lenguaje hasta sustituir el Hola por el ¿Cómo estás? y el Hasta luego por el Cuídate. Asimismo, la nueva formalidad impone mostrar interés por cada cual antes de entrar en materia.

Teorías conspiranoicas y bulos

La proliferación de noticias falsas y la difusión de teorías conspiranoicas han sido foco de infección informativa. Así, miles de personas tomaron como cierto, por ejemplo, que las vacunas que apoya el filántropo Bill Gates pretenden incluir un microchip para controlar a la totalidad de la población mundial.

El papel higiénico es el 'rey'

Ahora causa hilaridad, pero hace menos de cuatros meses la eventual ausencia del papel higiénico generó notable aprensión en millones de hogares. El generoso acopio de rollos protagonizó escenas aún frescas en la retina. Del acopio de entonces posiblemente queden existencias en el hogar para el resto del año.

Evítese el adjetivo 'viral'

Por motivos obvios, el concepto viral deja de ser algo deseable cuando se trata de emparentar con la veloz propagación de cualquier contenido online. En el nuevo escenario social, viene a ser como mencionar la soga en casa del ahorcado.

Una tahona en la cocina

"Otro más que pide levadura fresca y harina", decían los dependientes de los supermercados ante la recurrente demanda de los clientes. Los productos para elaborar pan casero se agotaban casi en horas, igual que las legumbres. Felizmente, la distribución alimentaria española fue capaz de reponer los productos al día siguiente.

El 'Zoom' es el nuevo bar

Los amigos y familiares siguieron viéndose las caras durante los días del feroz confinamiento con la ayuda de las nuevas tecnologías, incluso con una cerveza o un refresco en la mano. Plataformas como Zoom, HouseParty o Webwex pasaron de casi desconocidas a extraordinariamente valoradas. No es lo mismo que verse físicamente, pero el sucedáneo de las salas de reuniones grupales dejó satisfechos a los usuarios. Está por ver si este formato tiene continuidad ya con plena movilidad, pero apuesten que sí.

Abuelos tecnólogos

Los mayores han eliminado la brecha tecnológica que les separaba de sus hijos y nietos con la primera telellamada. Todas las noches, en horas de prime time, millones de hogares comentaban sus cosas con la cámara del móvil o la tableta encendida. Poco a poco, el mensaje se impuso al medio y los interlocutores enriquecieron con imágenes en vivo las comunicaciones con sus allegados. Whatsapp y Skype han echado humo estos días, con los abuelos manejando las apps de videotelefonía casi mejor que sus nietos millenials.

A las ocho se detiene el mundo

"Todos los días, a las ocho de la tarde, dejábamos lo que estuviéramos haciendo para asomarnos a las ventanas y homenajear a los héroes de la primera línea de batalla". Posiblemente la escena de los aplausos formará parte de la iconografía de estos días, siempre con los sanitarios en la vanguardia, seguido de otros colectivos como personal de limpieza, transportistas, policías, dependientes de supermercados, farmacéuticos y militares. Despues, del tirón, algunos hasta jugaron al bingo con el vencindario a grito de megáfono.

España, un país de 'runners'

España se convirtió el pasado 2 de mayo en un país de runners, ciclistas y patinadores. A los que ya corrían antes del Covid-19 se sumaron los que nunca se habían calzado unas zapatillas de trotar. Había que hacer deporte -o lo que fuera aquello- con tal de sentir la libertad del movimiento al aire libre, aún a riesgo de sufrir deshidrataciones, torceduras de tobillo y arritmias cardíacas. El fervor deportivo volvió a su cauce a los pocos días y casi se extinguió en cuanto se abrieron las terrazas de los bares.

No te doy la mano, pero sí el codo


De forma inaudita, el codo goza estos días de singular protagonismo, no solo por ser la articulación recomendada hacia donde dirigir las toses, sino también como parte del cuerpo elegida para sustituir el apretón de manos. Un choque de codos viene a ser el nuevo estándar del saludo.

Multas por pasear a deshoras

Antes de salir a la calle para pasear había que mirar el reloj. Los niños a una hora, los mayores a otra y el resto en otra franja. Simplemente, el hecho de pisar un parque fuera de lo reglamentado era motivo de sanción. Ver a gente caminar a media tarde sin perro ni carrito de la compra era fuente de sospecha.

Nuevos hábitos encomiables

Aunque forzados por las circunstancias, la mitad de los españoles ha reconocido durante la pandemia que ha leído mucho más de lo habitual, mientras que el 44 por ciento ha mejorado sus relaciones con amigos y familiares. Según la segunda ola del Barómetro Covid-19 de Kantar, realizada entre el 26 y el 30 de marzo, el 37 por ciento de la población dormía más y que el 36% practicaba más ejercicio de lo habitual, siendo este último mucho más frecuente en el colectivo de entre 18 y 35 años. Uno de cada cuatro ciudadanos dijo buscar el máximo sol posible y el mismo porcentaje señaló un mayor interés por cuidar de su desarrollo personal, tanto físico como emocional. Todos ellos debieron salir fortalecidos, igual que los que ganaron entre 4 y 7 kilos, que fue el incremento medio del peso de los españoles durante el confinamiento.

La 'inmunidad del rebaño'

Poco a poco, la cultura epidemiológica de los españoles ha ido enriqueciéndose con conceptos como Incidencia Acumulada, Tasa de Crecimiento, Número de Reproducción Básico, PCRs, test serológico Elisa, de anticuerpos o de antígeno... así como la inmunidad del rebaño. Es decir, aquella anhelada protección del grupo cuando existe un porcentaje suficiente de personas protegidas para formar tapón a posibles infecciones. En los próximos días también habrá ocasión para evaluar el síndrome de la cabaña, es decir, el miedo a salir de casa.

Guardar fila para casi todo

Formar una fila ordenada, de uno en uno y con varios metros de separación; acceder a los establecimientos previo permiso; esperar la salida de un cliente antes de entrar... ésas y otras pautas de urbanidad resultarían chirriantes hace casi cuatro meses. Sin embargo, la responsabilidad en el cumplimiento de las normas resultó ejemplar pese al nulo entrenamiento previo.

Un disparo en la frente

Que un señor dispare en la frente con una pistola-termómetro óptico no es algo para lo que los españoles estaban preparados a principios de año, pero luego cambió la percepción. Al igual que ocurrió con el sistema de medición de temperatura a través de cámaras termográficas, que avisa cuando alguien transita con más de 37,5 grados a la sombra.

Prohibido acodarse en el bar

Los bares por fin se abrieron, las terrazas empezaron a funcionar -aunque con restricciones-, pero el gesto de acodarse en la barra ha estado vetado hasta la Fase 3. Los parroquianos se resignaron a tan extraña separación, y también a bajarse la mascarilla con toda naturalidad para echarse un trago.

Mi móvil es un chivato

En condiciones normales, nadie instalaría en su móvil una app de monitorización de los movimientos. Sin embargo, la mayoría de los países ha activado estas iniciativas con notable aceptación. Además, asombra la alianza de rivales tan feroces como Apple y Google para trabajar en una herramienta común de prevención de contagios.

La Covid-19 gana al 'sex'

El término 'Covid-19' lleva acumulado más de 6.000 millones de registros en el buscador de Google, muy por delante de sex (sexo), que suma casi 4.000 millones menciones online, siendo una de las palabras con mayor presencia en el red.

Una décima del PIB cada 24 horas

Los efectos de la crisis del coronavirus y los consiguientes cien días del Estado de Alarma están siendo devastadores para la economía, con la pérdida de casi una décima del Producto Interior Brutos (PIB) cada 24 horas. Las estimaciones oficiales apuntan una caída del PIB del 9,2% en 2020. Sin embargo, otros organismos e instituciones calculan un menoscabo del 18,6% en el primer semestre de este año frente al cierre de 2019, como augura Funcas. Y siempre con el supuesto de que no se produzca una segunda oleada de la pandemia. Al ritmo actual, el peso de una deuda de 1,23 billones de euros rondaría el 115% de la riqueza anual del país y el déficit fiscal representaría más del 10,3% del PIB.

Solo en el primer trimestre del año, con apenas 15 días de restricción de movilidad y de la actividad, el PIB sufrió un desplome del 5,25%, algo que no sucedía desde la Guerra Civil. La parálisis del sector terciario y el turismo también ha derivado en el hundimiento del empleo. Las cifras de paro registradas el pasado mayo arrojan el peor dato en décadas, con 3,5 millones de españoles en las listas del Servicio Público de Empleo Estatal y con otros 2,9 millones de trabajadores en regulaciones temporales de empleo (ertes).

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