
Cuando las incertidumbres pueden convertirse en problemas y el camino no se ve del todo despejado, el mundo se acuerda de los bancos centrales. Se da por descontado que lo pueden solucionar todo; en el pasado han logrado calmar a los mercados... Ese es el papel que les tocará asumir al Banco Central Europeo (BCE) y a la Reserva Federal estadounidense (Fed) en los próximos meses. "La falta de solución a las incertidumbres por parte de los gobiernos está obligando a los bancos centrales a jugar el rol del poli bueno más de lo que les gustaría", ilustran en Morabanc.
El BCE ya ha vuelto a ponerse la gorra. Ya ha anunciado que a partir de septiembre volverá a drenar liquidez a través de la banca con sus programas de financiación, los conocidos como TLTRO; también extenderá su barra libre hasta marzo de 2021; y renuncia a subir tipos al menos hasta mediados de 2020. Y podría no quedarse ahí. Mario Draghi, que hasta el 31 de octubre presidirá la institución, alentó al mercado con su discurso en el foro de Sintra, al contemplar "estímulos adicionales" si fuera necesario.
Con unas perspectivas de crecimiento e inflación aún más bajas -el propio BCE las redujo en junio para 2020 y 2021-, el mercado descuenta que en la segunda parte del año sí será necesario recurrir a otros instrumentos, como una nueva rebaja de los tipos de depósito -ahora en el -0,4%, un nivel que el bono alemán a 10 años perforó incluso esta semana- y un nuevo programa de compras de deuda, el conocido como QE.
Cuando Christine Lagarde acceda a la presidencia del BCE en noviembre, si el Parlamento Europeo da el visto bueno, esta batería de medidas ya podría estar en marcha; el mercado da una probabilidad del 81% a que se recorte la tasa en septiembre. Pero lo que sin duda ya se ha comprado es que Lagarde continuará con este rol. "Ella ya se ha mostrado como una persona pro estímulo monetario y favorable al QE en particular", señala Paul Diggle, economista político de Abedeen Standard Investments, quien cree que estas medidas darán un respiro a corto plazo, pero que "el panorama a largo plazo es más preocupante.
El BCE tiene muy poco margen de maniobra para recortar los tipos de interés de forma significativa, y las ganancias que se obtendrán de la reanudación de las medidas de ajuste cuantitativo serán limitadas", opina. "El BCE seguirá con cuidado, y creemos que no podrá aumentar los tipos antes de mediados de 2021. Incluso podríamos ver al BCE aflojar aún más la política monetaria si la Fed recorta las tasas", consideran desde S&P Global Ratings.
Una medida de prevención
Para la Fed la presión también ha regresado, aunque muchos creen que los datos macro no lo justifican. El mercado da una probabilidad del 100%, según Bloomberg, de que se revertirá su ciclo de normalización monetaria, iniciado en diciembre de 2015, tan pronto como el 31 de julio. Para entonces se digiere una rebaja de 25 puntos básicos que, sin embargo, no parece consensuada en el seno del banco central estadounidense.
Mientras palomas que favorecen un contexto acomodaticio como es el caso del presidente de la Fed de San Luis, James Bullard, defienden la necesidad de un recorte como salvaguarda que garantice que el actual precio del dinero no restrinja el crecimiento, los halcones siguen mostrando sus reservas.
Así lo hizo esta semana desde Londres Loretta Mester, presidenta de la Fed de Cleveland, quien aseguró que prefieren reunir "más información antes de considerar un cambio en nuestra postura de política monetaria", aclaró. Por su parte, Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, ya indicó previamente que si la incertidumbres continúa pesando en el panorama se requerirá "una adaptación adicional de la política".
Dicho esto, muchas mesas de inversión han tergiversado esta posibilidad y prevén tres rebajas de tipos de 25 puntos básicos hasta fin de año. Un panorama en el que no ayuda la presión del presidente de EEUU, Donald Trump, quien ha tildado a la Fed de comportarse como un "niño caprichoso" por no querer revertir el ciclo monetario de alzas.
Andrew Hollenhorst, economista de Citi, se muestra inamovible con un escenario base sin recortes en 2019, "dado que el ISM manufacturero sigue siendo decente, el empleo es sólido y una tregua entre Trump y Xi que no elevará la tensión comercial a corto plazo". En Goldman Sachs también creen que no habrá movimientos en los tipos este año.