
La inflación en la zona euro nunca había presentado unas tasas de variación tan elevadas y por tanto tiempo. A medida que este fenómeno se prolonga aparecen nuevos riesgos en el horizonte. Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo, ha analizado los más importantes y ha advertido de que la zona euro podría estar cerca de sufrir una fase de psicología inflacionaria, un comportamiento que amenaza con agudizar la subida de precios. Muchos de los conceptos económicos que ya parecían 'enterrados' en los manuales de economía, están resurgiendo hoy con fuerza.
La inflación en la zona euro presenta una tasa de variación histórica del 8,1% que, presumiblemente, seguirá aumentando. Esta tendencia corre el riesgo de alimentar lo que se conoce como "psicología de la inflación", aseguró Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo, el pasado lunes, refiriéndose a un fenómeno en el que los consumidores y las empresas ajustan sus decisiones de consumo e inversión al anticipar una mayor inflación futura.
¿Cómo funciona?
"Tenemos tasas de inflación muy altas ahora mismo, y claramente podríamos estar en un mundo donde la psicología de la inflación se está afianzando", sentenció uno de los pesos pesados del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo.
La teoría económica sostiene que una vez que se establece la psicología de la inflación en la economía, los consumidores empiezan a adelantar sus compras para contrarrestar el aumento de la inflación, mientras que las empresas comienzan a subir sus propios precios (traspasan una mayor parte de los costes al consumidor), porque esperan unos costes cada vez más altos. El resultado de este comportamiento es una inflación más alta y por más tiempo.
En jerga económica se suele decir que esto es el equivalente a una reducción de la demanda de dinero. Los agentes económicos optan en mayor medida por atesorar bienes, servicios y activos en detrimento del dinero. Esta fase es la opuesta a la que se ha estado viviendo en la zona euro en las últimas décadas, cuando la demanda de dinero ha sido amplia (efectivo, depósitos, demanda internacional de euros...), lo que permitía al banco central implementar una política monetaria muy expansiva sin generar inflación y sin dinamitar el tipo de cambio del euro.
Sin embargo, cuando la demanda de dinero cae, la inflación suele incrementarse junto a una deprecación de la moneda, lo que su vez retroalimenta a la propia espiral de precios.
Tres shocks de inflación
Lane explicó que la zona euro se ha enfrentado desde 2021 a tres shocks de inflación que han ido alimentando la subida de precios uno tras otros. En un primer momento, la economía se tuvo que enfrentar a un "ciclo pandémico con confinamientos y cuellos de botella". Durante este ciclo las empresas congelaron su inversión e incluso redujeron su capacidad productiva. Después, con la reapertura de la economía, el entusiasmo de los hogares por volver a la normalidad y el ahorro acumulado, se produjo un choque de demanda que la oferta no pudo aplacar. Los precios despertaron.
En una presentación con diapositivas, Lane explicó que muy relacionado con lo anterior está también el shock de la energía (se dejó de invertir en nueva capacidad para extraer y refinar crudo, por ejemplo), que Lane cita como el segundo. Las disrupciones globales en la oferta y la transición global hacia las energías renovables dieron forma a este nuevo impulso de la inflación. Por último, el tercer shock ha sido la guerra entre Rusia y Ucrania, generando nuevos problemas en la energías, cuellos de botella e incertidumbre, todo ello "con implicaciones de largo plazo".
Nuevos riesgos para la inflación
Además, Lane reconocía que existen hasta cinco riesgos que de materializarse podrían desviar al alza las previsiones de inflación:
-Ajustes en los salarios para alcanzar la inflación. Este es el principal efecto de segunda ronda que podría retroalimentar la inflación y generar una espiral precios-salarios. Aunque este riesgo es poco probable, su materialización parece cada día menos descabellada. Los salarios han repuntado más de un 2,8% en el primer trimestre del año, el ritmo más elevado desde 2009. Mientras tanto, las huelgas y las demandas de incrementos salariales se suceden en casi todos los países del área euro.
-Expectativas de inflación a largo plazo. Hoy, las expectativas de inflación a 10 años parecen ancladas en el 2% en la zona euro. Su desanclaje supondría un riesgo importante para la inflación presente y futura a través de un cambio en el comportamiento de los agentes, según la propia literatura económica que maneja el BCE.
-Psicología de la inflación. Esta es la fase en la que podría estar entrando la zona euro, según el propio Lane.
-Tipos de interés reales. Si la inflación sigue siendo extremadamente alta, los tipos de interés reales (el tipo de interés nominal menos la inflación) seguirán siendo negativos, por lo que la política monetaria seguirá estando por detrás de la curva, incentivando el consumo y la inversión. Al final, todos estos riesgos guardan cierta relación entre sí y la materialización de uno puede suponer que los otros comiencen a entrar en juego.