La creciente tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania y el principio del fin de los estímulos monetarios han vapuleado a casi todos los activos de riesgo en los últimos días. Ese 'casi todos' tiene la clave de lo que está pasando y lo que puede estar por venir en la economía y los mercados. En lo que va de 2022, el petróleo y el gas han seguido una tendencia opuesta respecto a las bolsas o a las criptomonedas. Estas dos materias primas se sienten cómodas al calor de las tensiones geopolíticas, lo que da pistas sobre el escenario que se puede crear si hay un conflicto real entre Rusia y Ucrania, con otros muchos implicados de forma directa o indirecta.
Este 2022 prometía ser un año de turbulencias para los mercados ante la veloz llegada de los 'halcones' monetarios. Con lo que no se contaba, al menos con tanta certeza, era con un conflicto que pudiese implicar de forma directa o indirecta a tantos países.
En un escenario adverso, un choque entre Rusia y Ucrania con Occidente como implicado indirecto puede disparar el precio del petróleo, el gas y otras materias primas, echando más leña al fuego de la inflación y poniendo a los bancos centrales en una situación todavía más complicada: endurecer la política monetaria en medio de un conflicto puede ser fatal para los mercados, mientras que no hacerlo puede ser una temeridad con la inflación en niveles históricamente elevados.

"En un escenario en el que Occidente reaccione con fuerza con sanciones dirigidas a industrias rusas clave, esto podría tener un impacto de gran alcance en el complejo de las materias primas. Afectaría a algo más que a los flujos de materias primas que pasan por Ucrania o se originan en ella. Podría llevar a un endurecimiento significativo de los mercados de la energía, los metales y los productos agrícolas, lo que daría un nuevo impulso a una clase de activos que ya cuenta con un abundante sentimiento positivo", señala Warren Patterson, estratega jefe de materias primas de ING.
Un shock en el petróleo
Los analistas de JP Morgan han publicado una nota en la que evalúan el impacto en la economía de un conflicto entre Rusia y Ucrania. En este escenario prevén que la producción de petróleo que Rusia produce podría reducirse en 2,3 millones de barriles diarios (ya sea por incapacidad o por decisión política para presionar), lo que dispararía el precio del petróleo hasta los 150 dólares por barril en el corto plazo. Cabe recordar que Rusia produce 10,8 millones de barriles diarios. Solo el impacto del petróleo podría recortar el crecimiento global en 1,6 puntos en el primer semestre de 2022 y disparar la inflación hasta el 7,2% (frente al 3,2% previsto).
Además, los analistas de JP Morgan advierten en este informe semanal de que "los shocks de oferta del petróleo tienen un largo historial como desencadenante de recesiones en EEUU, a menudo se relacionan con el pico del precio del petróleo. Precisamente, las últimas tensiones geopolíticas entre Rusia y Ucrania aumentan el riesgo de un repunte material este trimestre del precio del crudo. El hecho de que esto se produzca con una inflación ya elevada, que alcanzó un máximo de varias décadas el último trimestre, y una economía global que está siendo golpeada por otra ola de la pandemia de covid-19, supone dar un grado más a la fragilidad de corto plazo que enfrenta la recuperación".
El poder del gas ruso
La cuestión es que no solo es el petróleo, Rusia es un gran productor de materias primas que son consumidas con voracidad por el resto del mundo, incluida Europa. En otro informe del mismo banco se pone de manifiesto la difícil situación que afronta el Viejo Continente: Rusia es el segundo mayor productor de gas natural a nivel mundial y representó el 17% del suministro total de gas natural en 2020. Además, Rusia exporta el 37% de la producción nacional que va principalmente a Europa.

En esta tesitura, las sanciones relacionadas con la energía serían las que más afectarían a Europa. "La región ya está lidiando con un balance de gas extremadamente ajustado. Por lo tanto, cualquier reducción adicional de los flujos de gas ruso a la región dejaría al mercado europeo vulnerable... Los flujos llegan a través de varios gasoductos vía Ucrania, el gasoducto Yamal-Europa vía Bielorrusia, el gasoducto Nord Stream y el gasoducto TurkStream", precisa Patterson, de ING, haciendo mención a todas las tensiones que rodean al gasoducto Nord Stream 2. "Sería difícil que Europa soportara sanciones que cortaran efectivamente el suministro de gas ruso, o al menos una gran parte de estos flujos, dada la dependencia de la región del gas ruso y la actual crisis energética".
"Cualquier interrupción a largo plazo en las exportaciones de gasoductos rusos a Europa pondrá todo el peso del flujo de almacenamiento de verano directamente en el GNL (el gas que llega a través de los buques) y podría provocar otro repunte de precios en el gas natural europeo similar al observado a finales de diciembre, cuando el precio se estableció por encima de 180 EUR/ Mwh", aseguran desde JP Morgan.
El mercado de los metales también podría verse afectado con reminiscencias de lo que ocurrió en 2018 con el aluminio. Las sanciones esbozadas por EEUU contemplan que el presidente podría identificar e imponer sanciones a las industrias que considere que suponen un riesgo para la seguridad nacional, lo que incluye la extracción y el procesamiento de minerales. "No hay que remontarse demasiado atrás para ver el impacto que tuvieron las sanciones al productor de aluminio ruso Rusal en el mercado mundial del aluminio. Las sanciones estadounidenses contra Rusia sacudieron el mercado del aluminio en 2018, siendo Rusia el mayor productor de aluminio, después de China", indica Patterson.
"El mercado mundial del aluminio es deficitario en este momento, por lo que cualquier interrupción de estos flujos no haría más que empujar el mercado hacia un mayor déficit. Dado que Europa es un importante destino del aluminio ruso, una medida que restrinja los flujos de aluminio sería alcista para las primas europeas", recuerda el analista. "Las sanciones también podrían afectar a la producción de las fundiciones de aluminio europeas. Como estamos viendo, la capacidad de fundición en Europa está teniendo que cerrar debido a los altos precios de la energía", añade. Los riesgos podrían extenderse a metales como el níquel, el cobre, el paladio y el platino, de los que Rusia es un importante productor.
Otro flanco que puede verse sacudido es el de las materias primas blandas. En los últimos años, Rusia ha escalado posiciones hasta convertirse en el mayor exportador de trigo del mundo. "En el paquete de sanciones propuesto por EEUU no se menciona la industria alimentaria y agrícola. Sin embargo, las sanciones contra las instituciones financieras podrían dificultar el comercio. Por lo tanto, las sanciones duras podrían tener un impacto en las exportaciones agrícolas, incluso si no se sancionan específicamente", aclara Patterson.
De momento, los futuros del trigo han rebotado con fuerza en sesiones anteriores. "Técnicamente, el futuro del trigo se encuentra negociando por encima de los 800 dólares, tras anotarse un ascenso en el año 2022 por encima del 7%, con la vista puesta en la superación de los máximos del pasado mes de diciembre", comenta Diego Morín, analista de IG.
¿Qué hará el BCE con la inflación?
Con el petróleo en 150 dólares y el gas natural disparado, la principal baza del Banco Central Europeo (un descenso de la energía en 2022) para argumentar la moderación de la inflación saltaría por los aires. Tanto el gas como el petróleo presentarían unos precios más elevados que durante 2021 (su contribución al IPC sería positiva), a lo que habría que sumar el impacto de los costes de producción que las empresas poco a poco van trasladando a los consumidores.
Los encargados de la política monetaria se encontraría en una situación aún más compleja. Por un lado hay quien cree que el BCE apostaría por flexibilizar aún más la política monetaria en un intento por amortiguar el impacto en la confianza de los agentes y en los mercados.
Desde Berenberg creen que "un aumento adicional en los precios de la energía en los próximos meses sería el tipo de shock de oferta temporal que el BCE tendría que analizar, aunque en principio no debería adelantar las subidas de tipos. En cambio, el BCE podría incluso intervenir abriendo temporalmente los grifos de nuevo con más fuerza para asegurarse de que los mercados financieros sigan transmitiendo el estímulo monetario a la economía real".
La banca central tendría que lidiar con un terremoto en las bolsas y un shock del petróleo a la vez. Chris Iggo, CIO de Axa Investment Managers, da por hecho que ante un conflicto "la renta variable se hundiría debido a los riesgos para el crecimiento económico, y el dólar se dispararía frente al euro porque una guerra en Ucrania sería un problema práctico muy inmediato para Europa (refugiados, precios del gas natural aún más altos, la necesidad de una respuesta unida por parte de las naciones de la UE). Pero la cosa se complicaría muy rápidamente en cuanto a la respuesta de Occidente, lo brutal que se volvería el conflicto, si Bielorrusia entrara en la contienda y qué sanciones o acciones financieras y económicas tomarían ambos bandos". Este pánico inicial en mercados y confianza es el que apoya la respuesta expansiva de la banca central ante una guerra.
Pero abrir más los grifos tiene también consecuencias negativas, sobre todo para la inflación. Los analistas de JP Morgan sostienen que "la reacción de los bancos centrales puede amortiguar o exacerbar el impacto del auge de las materias primas por el conflicto. Durante las últimas tres décadas, los bancos centrales de los países desarrollados, liderados por la Fed, se han inclinado a considerar que los choques de oferta que impulsan la inflación son un lastre para el crecimiento que debe amortiguarse". De ahí que se tienda a pensar que aunque la inflación se dispare, los bancos centrales incrementarían en tono expansivo de sus políticas para amortiguar el golpe en la confianza, el consumo y la inversión.
"Sin embargo, con la inflación en niveles altos y las posturas políticas aún por normalizarse, existirá una preocupación considerable relacionada con asegurar que las expectativas de inflación permanezcan ancladas cerca de las metas", advierten desde JP Morgan.