
Pocas veces las señales de mercado apuntan tan claramente a uno o varios valores como ahora lo hacen hacia Grifols y Cellnex. Ambas compañías siempre han tenido una buena acogida entre los analistas, siendo merecedoras de sendas recomendaciones de compra que apenas se han deteriorado en ningún momento de los últimos tiempos.
Sin embargo, la buena evolución que históricamente han tenido estas dos compañías catalanas ha dejado pocas ventanas de compra para que los inversores se suban a sus buenos fundamentales. Ahora, no obstante, no es que se haya abierto una ventana, sino que lo ha hecho un portón enorme después de que los fuertes descensos primero de Grifols y más recientemente de Cellnex las hayan dejado como los dos valores con más potencial alcista de todo el Ibex, sin que haya habido deterioro alguno en su recomendación.
La brecha que se ha abierto entre el precio objetivo que da el conjunto de los analistas recogido por Bloomberg –en los 68,02 euros– y su precio de cotización al cierre este lunes –42 euros por acción– dejó a la empresa dedicada a las telecomunicaciones con un potencial alcista del 56%. Este porcentaje no ha parado de crecer desde el pasado 20 de septiembre de 2021 cuando el valor de mercado de Cellenex comenzó a desinflarse, ante los primeros problemas que se encontró la teleco española en su plan de expansión en el Reino Unido en su intento por adquirir parte del negocio de CK Hutchison, una competidora.
Tampoco sentó bien el cambio de año, ya que en lo que va de 2022 Cellnex ha perdido un 17,5% en los mercados. Aun así, los analistas han remarcado el atractivo de la teleco si tenemos en cuenta que el 86% de los expertos sigue considerando que es un buen momento para comprar acciones de Cellnex frente a un 7% que sugiere vender y otro porcentaje idéntico que aconseja esperar a que existan nuevos datos que justifiquen un cambio de criterio.
Problemas de competencia
Y si algo puede cambiar en Cellnex en los próximos meses es su operación de compra de las torres de comunicación de Hutchison, por un precio estimado de 10.000 millones de euros. Los inversores interesados en Cellnex tienen marcado en su calendario la fecha del 7 de marzo.
En principio, antes de ese día la autoridad británica en materia de competencia (CMA por sus siglas en inglés) dará a conocer su resolución final sobre si la adquisición de Cellnex de parte del negocio de la compañía británica incurre en un problema para la competencia en Reino Unido y si afectaría o no negativamente en el servicio y en los clientes afincados en las islas británicas. "La CMA del Reino Unido analiza varias opciones: puede prohibir el acuerdo con Hutchison o proponer soluciones estructurales en forma de desinversión, que podría comprender a la compra de las torres [de Hutchison] o a las 8.000 que ya posee Cellnex en el Reino Unido", según apuntaron desde JP Morgan.
Desde que la CMA se manifestó por última vez el pasado 16 de diciembre, 11 analistas revisaron su recomendación y solo Valerie Gastaldy, de Day by Day, cambió su criterio a la baja al pasar de una valoración de compra a mantener sin actualizar su precio objetivo en los 72,3 euros. Por contra, en el caso de Alpha Value, corrigió a la baja su precio objetivo veinte céntimos, hasta los 57,5 euros. El experto que otorga a Cellnex el mayor potencial alcista sigue siendo Robert Crimes, de Insight Investment, con un precio objetivo de 116 euros por acción.
Un 6% desde mínimos
En el caso de Grifols, los descensos en bolsa han sido más constantes en los últimos meses. Sin embargo, ya ha comenzado su recuperación y se anota casi un 6% desde los mínimos que alcanzó el 6 de diciembre, cuando tocó un suelo no visto desde enero de 2015.
El delicado momento por el que está pasando Grifols se explica por dos factores que han surgido de forma paralela en el tiempo. Por un lado, el coronavirus ha provocado que su negocio hematológico, el cual depende de la extracción de sangre de sus centros, se resienta al haberse reducido el número de usuarios (pese a que ahora está recuperándose).
A la vez, en septiembre formalizó la adquisición de su competidora alemana, Biotest, por 1.100 millones de euros, operación que elevó drásticamente su deuda. "El mal momento de la compañía viene por su alto apalancamiento, la concentración del negocio en productos derivados del plasma sanguíneo, la menor capacidad de recolección de plasma a causa de las restricciones por la pandemia y, finalmente, por una política financiera agresiva con frecuentes adquisiciones, como la reciente en Biotest", explican desde Singular Bank.
Según el consenso de analistas que recoge FactSet, cerrará 2022 con una deuda neta de 6.777 millones de euros, lo que implica un apalancamiento de 4,4 veces.