La pandemia de coronavirus ha acelerado la financiarización mundial por la inevitable contracción de la actividad, por un lado, y, por otra parte, por los extraordinarios estímulos fiscales de gobiernos y bancos centrales que evitaron un shock de liquidez y de deuda similar al de la Gran Crisis Financiera, pese a la grave recesión de 2020, y que han pretendido favorecer una rápida recuperación desde este mismo año.
Una de las consecuencias de esta heterodoxa respuesta al cierre de 2021, y tomando como referencia las previsiones de crecimiento del FMI, es que la bolsa supera a la economía real en 11 países, frente a los 7 en los que esta relación de la capitalización de las empresas cotizadas respecto al PIB real alcanzaba o sobrepasaba el 100% en 2019. A Suiza, EEUU, Suecia, Japón, Canadá, Reino Unido y Países Bajos de antes del Covid, se han unido Australia, India, Francia y Corea del Sur.
Los grandes paquetes de políticas expansivas, la protección pública del empleo a costa de endeudamiento barato –con los tipos de interés en mínimos históricos– o, precisamente, los programas de emergencia de compra de deuda, que han engordado los balances de la Reserva Federal (Fed) o del Banco Central Europeo (BCE) a niveles sin precedentes, han derivado grandes cantidades de dinero a las bolsas, aumentando la bursatilización mundial.
En el extremo, la relación entre la capitalización de las empresas cotizadas y el PIB sobrepasa el 300% en Suiza, el 290% en EEUUy el 250% en Suecia, entre los grandes mercados. Para Alfredo del Río Casasola, profesor de Economía Mundial de la Universidad Complutense, este proceso responde a "la creación de riqueza ficticia".

"La falta de expectativas de ganancias en la economía real desvía ingentes masas de dinero, en busca de esa rentabilidad, al ámbito financiero, donde estas son actualmente superiores y, sobre todo, más inmediatas", reflexiona el profesor, quien reconoce que "la lectura positiva de esa bursatilizacion se da cuando fondos que llegan a los mercados de los distintos países sirven para acometer o animar a nuevas inversiones de las empresas", aunque, en su opinión, "y cada día más, la inmensa mayoría de esos movimientos buscan ganancia financiera y no una parte del beneficio de las empresas cotizadas".
En teoría, una ratio de bursatilización elevada, pero no disparada, debería responder a una economía moderna y a un mercado de acciones eficiente y representativo de la actividad real, al suponer uno de los principales vehículos de financiación y participación. El contexto extraordinario de la pandemia aleja esta hipótesis.
Mayores incrementos
Este contexto extraordinario ha favorecido los incrementos de la bursutalización de países como Suiza o Estados Unidos, que tras el pulso que mantuvo con China durante la primera parte de 2021, el país norteamericano ha terminado por dejar atrás al gigante asiático en cuanto a lo rápido que se han recuperado tras la peor parte de la pandemia. De esta forma, la cultura estadounidense por la inversión ha vuelto a quedar patente al casi triplicar los más de 20 billones de dólares de PIB que estimó para Estados Unidos en 2021 el Fondo Monetario Internacional.
Es cierto que la relación entre el PIB de China y la capitalización de sus empresas cotizadas tiene parte de su explicación en el gran crecimiento que ha experimentado la economía del país, que inició la recuperación del coronavirus antes que la mayoría.
España fue un ejemplo en el que la bursatilización apenas ha sufrido cambios
No obstante, las convulsiones que han provocado grandes compañías del país –como Evergrande, que despertó el recelo en los mercados por su elevada deuda y por la posibilidad de que la inmobiliaria provocase un efecto dominó en todo el globo– ha favorecido que las inversiones depositaran su dinero en otras economías. Lo que está claro es que la bursatilización en los países emergentes se vio mermada, como ocurre en Turquía, Brasil y en menor medida en Rusia o México.
España fue un ejemplo en el que la bursatilización apenas ha sufrido cambios desde 2019 ya solo ha subido un punto porcentual desde entonces y se situó en el 57% después de que el Ibex 35 haya sido uno de los índices europeos que menos ganancias acumuló en 2021.
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