Con el ejercicio cerrado a efectos bursátiles, las ganancias en los selectivos más importantes de Europa y EEUU ascienden a cifras de doble dígito. De hecho, el CAC 40 galo en el Viejo Continente y el S&P 500 al otro lado del Atlántico casi rozan un avance del 30% desde el primero de enero. Sin embargo, siempre se pueden encontrar excepciones. Es el caso del índice español, el Ibex 35, que es el único de los grandes -a uno y otro lado del Charco- que no consigue revalorizarse más de un 10% desde comienzo de año.
Y no es el único que distorsiona la fotografía a nivel internacional. Solo hay que ampliar la perspectiva y mirar a Asia, donde la bolsa china es una de las más castigadas este año. Tanto el CSI 300 -el índice de Shanghai Shenzhen- como el Hang Seng, que reúne a las compañías tecnológicas de Hong Kong, han acabado el 2021 por debajo de los niveles en los que empezaron en enero. Ambos suman pérdidas de entre el 5% y el 15% en el conjunto del año (ver gráfico) y se convierten en los grandes perdedores del año en el mercado junto al Bovespa brasileño.
Un comportamiento que no hace sino reflejar la desaceleración que vive la economía del país en las últimos meses y que quedó reflejada oficialmente por última vez en los datos de crecimiento económico del tercer trimestre del año, que arrojaron un incremento interanual de su PIB del 4,9%, el más bajo de los últimos cuatro trimestres.
"La segunda economía más importante del mundo atraviesa una transformación estratégica sin precedentes y es importante no perder esto de vista, aun cuando el crecimiento económico se ralentice y las restricciones reguladoras afectan a determinados sectores", señalan desde Allianz Global Investors en una velada alusión al impacto del ámbito inmobiliario del país en el menor crecimiento de la economía del Dragón Rojo.
No es para menos, según destacan desde Renta 4, el 25% PIB del país oriental está "asociado" al sector inmobiliario, por lo que "China continúa necesitando exportar a un ritmo fuerte para mantener un crecimiento del PIB adecuado", señala Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac. Y eso, no va a ser fácil si continúa el ascenso del yuan sobre las divisas más negociadas del planeta. A su favor, eso sí, juega la sólida demanda de EEUU y la UE, que está llevando el superávit comercial chino a máximos, lo que apuntala la producción del país.
Sea como sea, esta crisis -inmobiliaria y bursátil- ha favorecido, eso sí, el abaratamiento de la bolsa china. Así queda reflejado en las cifras de PER (número de veces que el beneficio está recogido en el precio de la acción) que ofrecen sus principales selectivos en estos momentos. Según los datos recogidos desde Bloomberg, los integrantes del CSI 300 cotizan ahora con un multiplicador de beneficios de 17,8 veces, más bajo que el de 2020, y se espera que en 2022 cotice con esta ratio por debajo de las 15 veces, es decir, en cotas no vistas desde 2019. Por su parte, el Hang Seng ha visto cómo su PER se veía reducido de 14 veces a 9 este año, una cifra muy alejada de las 40 veces del Nasdaq, su homólogo tecnológico estadounidense, o de las 26 del S&P 500, también en EEUU.
Halagüeñas perspectivas
Es por eso que la inversión en el gigante oriental sigue siendo una opción a tener en cuenta para analistas e inversores. "La volatilidad continuará siendo el sello distintivo de la inversión en China, pero seguimos confiando en las inversiones a largo plazo. Aquellos que entienden la estrategia y el contexto político de China en un sentido más amplio -y que se mueven activamente por sus mercados- puede que estén mejor preparados para evitar baches en el camino", destacan desde Allianz.
"Pekín ha dado un golpe de timón en materia fiscal y monetaria, pasando de la ortodoxia restrictiva, al alivio cauteloso. Lo que mejora nuestra perspectiva para este mercado en 2022", apuntan desde Andbank en sus perspectivas económicas para el ejercicio que acaba de empezar. Y en la misma línea se posicionan desde UBS, desde donde afirman que a pesar de la tendencia estructural, "hay una serie de factores catalizadores a corto plazo que apuntan a la estabilización y quizás a un modesto repunte de la actividad china".
Menos optimistas se muestran desde la gestora internacional Candriam en sus previsiones anuales: "El escenario para los próximos años debería ser un entorno con un crecimiento débil. Además, China, un motor indiscutible del mundo desde hace más de una década, también tendrá un potencial de crecimiento reducido debido a su voluntad de reducir el apalancamiento financiero de su economía".