La lección más valiosa que extraemos de la pandemia es que no debe cuestionarse al mercado: este acierta mucho más que los que se empeñan en lo contrario.
Los agoreros llevan metiendo la pata desde el final del fugaz mercado bajista de 2020 desatado por los confinamientos. Pusieron en duda las continuas subidas mientras avanzaban los contagios y las restricciones. "¡El mercado no sabe lo que hace!", clamaban una y otra vez. Más adelante protestaron contra el liderazgo inicial de los títulos de crecimiento frente a los de valor: un "error" que, según ellos, corregiría el despliegue de las vacunas.
La renta variable mundial volvió a "equivocarse" al pasar por alto las controvertidas elecciones en EE. UU. de 2020 y los ataques al Capitolio. Otro supuesto "error" fue su revalorización durante los confinamientos de invierno y la aparición de la variante delta. El alza de las bolsas y los tipos irrisorios de la renta fija "se equivocaron" con los programas de expansión cuantitativa del BCE y el repunte de la inflación en España. Tampoco consiguió entender los problemas de la cadena de suministro ni la escasez de mano de obra. Y eso por no hablar de la variante ómicron...
Todo esto es un sinsentido. La volatilidad del mercado puede parecer ilógica e ineficiente en el futuro inmediato, como demuestran las burbujas y los episodios de pánico. Eso creía, por ejemplo, el famoso inversor Ben Graham, quien comparaba el funcionamiento de la renta variable con una máquina de votar. Sin embargo, en periodos más largos, los fundamentales se imponen, con lógica y eficiencia, al sentimiento inversor. Y así se han comportado las bolsas desde la irrupción del coronavirus, incorporando a las cotizaciones los hechos que las emociones no ven.
Cambie de perspectiva: suponga que el mercado ni es irracional ni se equivoca, sino que tiene razón y es eficiente. Quizá le llamen insensato, pero no se preocupe. La historia demuestra que, para desenvolverse en el mundo de la inversión, esta actitud es más inteligente. Solo basta con analizar los últimos acontecimientos desde el punto de vista contrario.
Respecto a las subidas sostenidas de finales de marzo de 2020, los mercados remontaron acertadamente desde sus mínimos porque la causa de la corrección (los confinamientos) se evidenció casi al instante. Al ser un evento tan poco frecuente, los mercados incorporaron su impacto con inusitada rapidez y, además, vislumbraron nítidamente la solución: la reapertura. Los mercados comprendieron que los confinamientos no tardarían en levantarse. No se equivocaron.
Otro tanto pasó con el liderazgo inicial de los títulos de crecimiento. El coma inducido a la economía no implicaba el reinicio de un ciclo empresarial de diez años, sino una pausa. Tras esta, las acciones de crecimiento volvieron a liderar las subidas, como suele ocurrir en las expansiones de final de ciclo. Asimismo, sus amplios márgenes brutos habían contribuido a amortiguar la caída. Este estilo de inversión también despuntó en las áreas más beneficiadas por los confinamientos, como el comercio electrónico y el teletrabajo. En cambio, los títulos de valor, más sensibles a los ciclos económicos, se vieron penalizados por su menor liquidez y su dependencia crediticia. De ahí que desde los mínimos de marzo hasta octubre de 2020 la rentabilidad de las acciones mundiales cuadruplicara la de un IBEX muy orientado a las empresas de valor.
Otra previsión bursátil acertada fue su escasa confianza en el rebote de los títulos de valor que espoleó al selectivo español el pasado otoño. Los mercados entendieron que las buenas noticias de las vacunas no eclipsarían las ventajas que ofrecen los títulos de crecimiento a largo plazo. Asimismo, supieron ver más allá de las elecciones de EE. UU., dado que los resultados dieron paso a otra parálisis de la Administración que limita su capacidad para tramitar cualquier medida extrema. La subida del IBEX en pleno debate de una regulación tan trascendental como el proyecto de ley de vivienda tampoco parecía desencaminada dada la frágil coalición que dirige España. El PSOE y Unidas Podemos han pasado más tiempo discutiendo sobre los aplausos y los abucheos a Felipe VI que aprobando reformas dignas de este nombre.
En cuanto a la variante ómicron, el auge estival de la delta nos sirve de modelo para futuras olas. No olvide que a los mercados, insensibles por naturaleza, no les afectan estos rebrotes, sino un paro generalizado de la economía. Por ello no se hundió con la propagación de la variante delta, puesto que anticipó correctamente que los cierres de 2020 no se repetirían; una posibilidad aún remota hoy mientras nos acostumbramos a vivir con la pandemia.
Frente a los problemas en la cadena de suministro, los informes de resultados trimestrales revelan que las acciones volvieron a acertar de pleno al revalorizarse. Los beneficios de las empresas del STOXX 600 y el S&P 500 pulverizaban las expectativas al tiempo que los márgenes brutos mantenían su solidez en un contexto en el que el sector tecnológico y el de servicios de comunicaciones tiraron del carro en todo el mundo. El mercado lo vio venir: prueba de ello es que, desde mediados de mayo, el crecimiento está ganando por goleada al valor.
A propósito de la inflación, por mucho que la detesten los consumidores, su capacidad para fijar precios permite a las empresas mantener los márgenes aunque suba el IPC, convirtiendo a la renta variable en una estupenda cobertura frente a esta eventualidad. Tampoco es un "error" que los rendimientos de la renta fija sean bajos. Las dificultades temporales en el suministro que avivan la inflación remitirán en cuanto superemos esta escalada excepcional. De hecho, en España se ha ralentizado esta tendencia inflacionaria, pasando del 1,6 % intermensual en octubre al 0,3 % en noviembre.
Por último, ante la desaceleración en la compra de activos por parte del BCE, los mercados eficientes saben que el mismo escenario ocurrido en 2017 terminó siendo positivo para las acciones. Confíe en su juicio.
Las bolsas analizan continuamente estas y otras cuestiones, descontando los escenarios probables en las cotizaciones. Estas son el mejor indicador posible. Le animo a que en esta temporada festiva aproveche la "sabiduría" de los mercados y escuche lo que tienen que decir para 2022.