Bolsa, mercados y cotizaciones

Daniel Lacalle: "Los bancos centrales han pasado de proveer liquidez a perpetuar burbujas"

José Miguel Maté y Daniel Lacalle, CEO y economista jefe de Tressis.
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El consejero delegado y el economista de Tressis son críticos con el BCE y lamentan que no se afronten reformas estructurales en la eurozona, a la que en estas circunstancias ven incapaz de seguir el ritmo de Estados Unidos, "donde el ciclo expansivo no se ha agotado".

Europa no es una región para liberales. Así se podría condensar el lamento que subyace a lo largo y ancho del discurso de Daniel Lacalle, quien asegura que "el sistema se ha ido trasladando de uno capitalista en el que al inversor se le remunera por el riesgo en el coste del dinero, a uno socialista en el que se destruye y se expropia de los ahorradores y de los salarios para financiar países endeudados". La crítica a los bancos centrales es frontal, especialmente al BCE, al que acusa de perpetuador de burbujas y, con la complacencia de los gobiernos, culpa de haber condenado a la eurozona a un crecimiento exiguo, incapaz de seguir el ritmo de EEUU, donde José Miguel Maté, el consejero delegado de Tressis -la gestora para la que Lacalle trabaja como economista jefe-, considera que el ciclo expansivo no se ha agotado, pero vaticina más sustos y volatilidad.

¿El coronavirus eleva el riesgo de recesión?

Daniel Lacalle: Históricamente, cuando se han contenido estas pandemias, el mercado se ha recuperado y las economías también, pero el impacto no lo podemos minimizar. Si el Sars supuso 45.000 millones para la economía mundial, cuando China era el 4% del PIB global, el análisis más conservador es que tenga un impacto muy superior. Por lo tanto, respecto a lo esperado para 2020, veremos un menor crecimiento, una menor inflación, menores precios de las materias primas...

¿Está China condenada a ser protagonista de la próxima crisis?

D. L.: China tiene muchas cosas buenísimas, pero también un enorme problema de crecimiento excesivamente endeudado y de escasez de dólares. Las expectativas no pueden caer en el optimismo, tienen que ser más realistas con una economía que no va a crecer a los mismos niveles, y que tiene desequilibrios.

Si termina siendo solo un 'bache', ¿el ciclo expansivo de EEUU continuará?

D. L.: También va a depender, primero, de que el empleo se mantenga fuerte, segundo, del consumo de las familias, y, tercero, de que el déficit comercial, que se está reduciendo, continúe haciéndolo.

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¿Y en Wall Street seguirán las alzas?

D. L.: La Fed probablemente mantendrá los tipos y las inyecciones de liquidez, lo que apoya a los activos de riesgo. Es lo que realmente mueve al mercado.

"Si aumentar la masa monetaria fuese la panacea, Argentina estaría creciendo a un ritmo del 7%"

José Miguel Maté: Pero es obvio que vamos a tener momentos de volatilidad.

¿Por qué la bolsa europea es incapaz de seguir el ritmo de la estadounidense?

J. M. M.: Es una mezcla de todo: de inferioridad tecnológica, de incertidumbres políticas, de composición de los índices...

D. L.: Las empresas europeas están muy cercanas a los gobiernos, invierten de manera diplomática... y hay un factor que permea todo: la forma de remunerar con recompras de acciones en EEUU, donde más de la mitad del total es para los trabajadores, lo que les compromete con el valor de la acción. Hay más alineación de objetivos entre la empresa y los accionistas minoritarios. Y, mientras, en Europa, muchas empresas hacen lo contrario: aumentan el número de títulos en circulación.

J .M. M.: Los índices norteamericanos pueden parecer más caros, pero si añades las recompras de acciones y las mayores márgenes hay potencial de subida.

Ante los probemas que afronta Europa, ¿la 'japonización' es el mal menor?

D. L.: El estancamiento no tiene nada de bueno, y menos para los pensionistas o para la clase media-baja. Cuando pensamos si la eurozona va a ser igual que Japón –alcanzar un 250% de deuda sobre el PIB sin crecimiento–, hay que pensar que si allí no pasa nada es porque hay un 3% de paro, tecnología y una inmigración bajísima. Eso no ocurre aquí. Y tampoco es un buen escenario para los mercados financieros.

En este contexto, el BCE está pidiendo estímulos a los gobiernos, ¿es la solución?

D. L.: Pues no. Vivimos en esta cadena de estímulos, pero parece que hay una epidemia de amnesia, y que no estemos en medio del plan Juncker que ha movilizado 400.000 millones de inversión. Nos olvidamos de que desde 2012 los países europeos han abandonado totalmente las reformas estructurales. Han ahorrado casi 1 billón de euros más en costes de intereses de la deuda, y se lo han gastado. El estar constantemente penalizando la inversión de alta productividad y subvencionando, ya sea vía monetaria o fiscal, el gasto corriente y la baja rentabilidad es lo que ha hecho que se haya zombificado la economía tan rápidamente. La política monetaria no está para justificar que entres en mayores desequilibrios. Se lanza para ganar tiempo para hacer las reforma estructurales.

J. M. M.: Y no se han hecho. Es una pena, porque se ha perdido una oportunidad magnífica. España podía servir de ejemplo, pero la última reforma, tímida, fue en 2015. El coste de la deuda está en mínimos históricos y ¿qué hemos hecho? Endeudarnos más y más y más. ¿Más estímulos? La pregunta es, ¿qué estímulos?

¿Y quién puede realmente implementarlos?

D. L.: Es que da igual. Se parte de la base de un diagnóstico equivocado: que no existen esos estímulos, pero es todo lo contrario. La UE y el BCE se niegan a considerar los dos problemas claves: el demográfico y el tecnológico, una batalla a la que Europa ni se ha presentado. Se niegan a aceptarlo. El tercero es el gasto público: la UE tiene, como pilar fundamental, el estado del bienestar, todo lo demás es una segunda derivada, y las políticas no van a estar orientadas hacia el crecimiento y la reducción del desempleo. No es una crítica, es una realidad. Si se quisiera incentivar el crecimiento habría que cambiar mañana la forma de remunerar y fiscalizar a los sectores tecnológicos.

"China tiene un enorme problema de crecimiento endeudado y de escasez de dólares"

J. M. M.: No es que seamos un desastre, es otra forma de hacerlo. El crecimiento va ser muy bajo.

¿Va a ser posible un desapalancamiento ordenado?

D. L.: No, porque no existe ningún tipo de incentivo. Y hay que pensar también en la expropiación lenta del ahorro que se está dando vía bajos tipos de interés. La idea de que vas a reactivar la economía diluyendo la cantidad de dinero aumentando el número de billetes no tiene ninguna lógica. El efecto sobre el consumo es imperceptible. Si aumentar la masa monetaria para financiar directamente el gasto público fuese la panacea, Argentina ahora mismo estaría creciendo al 7%. La política monetaria no puede ser la misma si tienes la moneda reserva que si no la tienes. Por eso, aunque Estados Unidos aumente la masa monetaria, no es lo mismo que lo haga Argentina, porque la Fed cuenta con la demanda de dólares. Y el BCE, con un euro que se utiliza menos de la mitad que el dólar en el mundo –lo que no deja de ser un éxito en cualquier caso– hace lo mismo que la Fed pero sin prestar atención a la demanda, que salvan los propios ciudadanos europeos. Fíjate el nivel de miedo que hay a que si tuvieran sus países soberanía monetaria se pondrían a hacer lo mismo que Argentina, pero a lo bestia, que el apoyo al euro es brutal habiendo menos crecimiento, más desempleo... No es casualidad, es porque los portugueses, los españoles, los griegos, los franceses saben que si tuviesen el escudo, la peseta, el dracma, el franco... estarían hundiéndoles la vida a devaluaciones.

¿Qué podemos esperar del BCE?

D. L.: Lo mismo. No puede parar. Los bancos centrales han pasado de ser los prestamistas de último recurso y los proveedores de liquidez en momentos de emergencia a los perpetuadores de burbujas.

J. M. M.: Lo vimos en 2018, la Fed y el BCE cambiaron de discurso y provocaron el desplome de los mercados. No se van a volver a arriesgar a que ocurra lo mismo.

"El Gobierno se presentó en Davos como de centro-derecha"

"Quien haya ido a Davos y haya escuchado al Gobierno hablar, pensará que el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos es casi de centro-derecha, socialcristiano, más bien alemán", comenta Daniel Lacalle, quien considera que "luego en España te enteras de la realidad, pero el mensaje que se está vendiendo hacia fuera es el contrario: compromiso total con la reducción de deuda, con la senda del déficit, con que no se derogará la reforma laboral y con que es verdad que se van a subir algunos impuestos pero no van a tener ningún impacto sobre el consumo ni sobre la inversión...". Según continúa el economista jefe de Tressis, "al inversor extranjero le llega una centésima parte de lo que nosotros en los medios de comunicación debatimos", y achaca el estrechamiento de la prima de riesgo –el diferencial entre el interés que se exige al bono español respecto al alemán– a la política monetaria del BCE. "Si tus necesidades de refinanciación anuales son 25/30.000 millones y todos los meses el banco central compra 20.000 millones de toda la eurozona, que significa el 10% más o menos de eso, pues estás literalmente absorbiendo todo la oferta de bonos", indica, y concluye: "El error de caer en efectos monetarios como prueba de la confianza de los mercados en nuestra política ya lo hemos vivido: en 2007 con la champions league de la economía en la que había entrado España, pero hay que valorarlo todo". "Por eso hay que tener mucho ojo con ese tipo de mensajes, ya que en el momento en el que cambie el discurso veremos si realmente el inversor sigue comprando deuda española", añade José Miguel Maté, quien insiste en que "la prima de riesgo no es una medida, es otra vez un espejismo que se vende como un éxito no se sabe muy bien de qué".

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"Nadie quería ni quiere un 'Brexit' duro"

"Todos los que han apostado por una salida de Reino Unido de la UE no negociada, dura y negativa se han equivocado", observa Daniel Lacalle, quien cree que "lo que descontaba el mercado en la libra sobre un Brexit desordenado no va a ocurrir" y advierte que "nos decían que la UE no iba a cambiar de opinión, pero, ¡por favor!, a veces hay amnesia: fue flexible con España, con Grecia, con Chipre, ¿no lo va a ser con Reino Unido?". "Lo que sí hay que tener en cuenta es lo mismo que con las elecciones en Estados Unidos: va a haber momentos en los que se va a sufrir y sectores concretos que van a salir perjudicados", se extiende José Miguel Maté. "Lo importante aquí es mirar a largo plazo y sabemos que se llegará a los acuerdos buenos para unos o mejores para toros, pero entre medias vamos a tener ruido en mercado; seguro", continúa el CEO de Tressis. Para el economista jefe de la gestora, efectivamente, "el inversor debería estar teniendo en cuenta ese riesgo de sustos, que los puede haber, pero tiene que estar orientado hacia que la UE y el Reino Unido llegarán a acuerdos mutualmente positivos". Las razones están clarísimas para Daniel Lacalle: "El que invierta pensando que Europa se va a pegar un tiro en el pie se equivoca y tiene toda la historia y la estadística en su contra. Y el que invierta pensando que el Reino Unido va a claudicar en todo también tiene la historia y la estadística en su contra. Porque la UE tiene un enorme superávit comercial con el Reino Unido y, por tanto, le interesa seguir vendiendo en el país. Y porque el Reino Unido lo tiene de servicios y, por lo tanto, le interesa seguir manteniéndolo a largo plazo". "De ahí la importancia que tiene estructurar bien una cartera y no dejarse llevar por el ruido", incide José Miguel Maté.

"No tenemos un problema de baja inflación"

"Las instituciones no paran de repetir que no hay inflación y al ciudadano, sin embargo, le salen las cosas más caras, por eso no es una sorpresa que haya manifestaciones en Francia o en Alemania por el coste de la vida", apunta Daniel Lacalle, quien considera que la consecuencia de esta dinámica es que las decisiones de consumo se ralentizan, "porque no concuerda lo que dicen con lo que se vive". "¿Está sobre la mesa cambiar la forma en la que se mide la inflación, incluyendo en la cesta de precios el mercado inmobiliario o los activos financieros?", se pregunta. Y él mismo se responde: "Algunos economistas lo planteamos, pero estamos fuera de los círculos de los bancos centrales". En su opinión, la gravedad de este problema reside en que "institucionalmente se rechaza la idea de que no tenemos un problema de inflación, mientras se sigue inyectando liquidez". Por eso, el economista jefe de Tressis no comparte la decisión del BCE de reducir el objetivo a la baja. "Lo que han hecho es decir que la meta de inflación del 2% no vale, y la han puesto al 1,7%, para así justificar tener tipos de interés negativos durante mucho más tiempo y mantener las políticas monetarias expansivas", continúa, y explica que el riesgo es que "los activos no replicables siguen subiendo muy por encima de los salarios y del IPC oficial y las decisiones de consumo son menores". La última conclusión para Daniel Lacalle "es que, en realidad, se está incentivando la falta de consumo y de reactivación de la velocidad del dinero, que el propio banco central está criticando, porque se parte de un error de diagnóstico: que todos ahorramos demasiado, sin embargo, los ciudadanos lo que manifiestan es que están ahogados, que tienen dificultades, pero, desafortunadamente, ese no es el debate".

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