
Hace tiempo que el mercado no le quita el ojo a la energía. Un sector del que pende, en Europa, una posible recesión. De momento, los países no saben con qué suministro van a contar en los próximos meses y, ante la incertidumbre, preparan planes de contingencia. Francia apuesta por la nacionalización de EDF. Alemania está comprando más carbón y se plantea extender la vida de las nucleares. Y el plan de emergencia europeo acaba de presentarse, a falta de su discusión comunitaria. El objetivo es apuntalar la soberanía energética.
Es decir, prepararse para un corte total del gas ruso, que únicamente dependería de la voluntad de Putin. Los países están ideando planes de emergencia con los que suplir la parte de combustible que dejarán de tener. Francia ya ha configurado su hoja de ruta, que consiste en nacionalizar la energética Électricité de France (EDF).
El Estado es el principal accionista y se convertirá en el único tras la oferta de 9.700 millones de euros por la participación que aún no posee. "La situación geopolítica impone tomar decisiones contundentes", explicaba el ministerio de Economía galo. En ese país, el 70% de la electricidad procede de la energía nuclear.
Francia ya se ha posicionado y, el resto de países energéticamente dependientes, incluido España, tendrán que hacerlo. Deberán decidir si recurrir a combustibles fósiles de otros mercados, a más renovables, a más nuclear o volver al carbón. De lo que no hay duda es que todos tendrán que compensar la pata del mercado energético que se quede coja.
El punto de partida de España está en un déficit energético de 20.988 millones de euros hasta mayo, una cifra que es más del doble que la registrada hace un año, según se desprende de la balanza comercial. Las importaciones de productos energéticos se han disparado un 139,6% en los cinco primeros meses del año. En comparación, las compras del resto de productos -los no energéticos- se incrementan un 11%, a una velocidad muy inferior.
"España es fundamentalmente un importador energético. Aproximadamente, el 75% de la energía primaria que consumimos, donde destacan gas natural y petróleo, procede del exterior. Mientras que un país importe energía externa, los precios estarán controlados por otros", dice a elEconomista.es Luis Enrique Herranz, Profesor de Investigación en Seguridad Nuclear, con más de 150 artículos científicos a sus espaldas y una carrera de 30 años.
Los precios de las materias primas energéticas están disparados en los mercados internacionales. El gas neerlandés de referencia en Europa se ha encarecido más de un 60% en los últimos tres meses. Y, desde que empezó el año, el barril de petróleo Brent es un 40% más caro.
Dejando fuera los hidrocarburos, ya que nuestro país no produce ni el 0,1% de lo que se consume a nivel nacional -según datos del ministerio de 2019-, a España se le abren varios caminos hacia la soberanía energética del sistema eléctrico. Falta decidir cuál.
Soberanía energética vía renovable
Casi la mitad de la electricidad que se generó en nuestro país el año pasado procedió de energía renovable. En concreto, el 48,4%, según datos del operador del mercado, Red Eléctrica. Entre las verdes, la energía eólica tiene un papel protagonista, ya que fue la responsable de casi una quinta parte de la generación eléctrica en el ejercicio 2021. La hidráulica aportó otro 12% y la solar fotovoltaica, un 8,3%.
El sistema eléctrico prioriza la generación de energía renovable y cada kilovatio verde que se produce, sale al mercado diariamente en la composición del 'pool'. La ventaja es que, en este caso, la materia prima es gratis: sol, viento, agua. Además, a lo largo de los años, se ha avanzado en cuanto a eficiencia y reducción de precios.
"El desafío más importante es que la electricidad no sabemos acumularla. Por eso, la explotación de renovables está limitada porque es dependiente del clima. El sol no luce las 24 horas diarias, ni hay viento que sea aprovechable 24 horas diarias. Se está mejorando, pero hay umbrales que la naturaleza no nos va a permitir superar, al menos que consigamos almacenar esa energía eléctrica", dice Herranz, investigador del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).
Herranz explica que, actualmente, la renovable requiere de otra energía "soporte". Es decir, cuando no hay suficiente viento, por ejemplo, para que no se caiga el sistema eléctrico, tiene que entrar algún otro recurso a apoyar la red. Y ese recurso es el gas. "A día de hoy, el consumo de energía renovable viene acompañado de energía soporte, que es combustible fósil. Acabas importando, por lo que tú no controlas el precio", señala.
Un ejemplo de ello es Alemania que, desde Fukushima, ha hecho una "enorme" inversión en renovables, sin embargo, en el contexto de la crisis energética, ha tenido que volver a recurrir al carbón.
Soberanía energética vía nuclear
En España, la energía nuclear es la segunda fuente de electricidad, con un 21,9% del total de la generación, solo por detrás de la eólica (24%). Ese porcentaje sale de los siete reactores nucleares que se encuentran en explotación en nuestro país: Almaraz I, Almaraz II, Trillo, Ascó I y II, Vandellós II y Cofrentes. Están operados por Endesa, Iberdrola y Naturgy. Además, hay otros tres reactores: uno en periodo de latencia, otro en proceso de desmantelamiento y, el último, en cese definitivo. Más allá de la configuración nacional, en el siguiente gráfico aparecen los datos de 15 países relativos a octubre de 2021.
La energía nuclear es cara en capital y requiere una inversión inicial relevante. Herranz explica que el importe depende mucho del diseño, aunque la amortización se produce a los 30 años y, después, hay otras tres décadas de costes muy bajos en el kilovatio hora.
Esto último también varía en función de la edad de jubilación de las centrales. Por ejemplo, Estados Unidos se plantea prolongar la edad de algunos reactores hasta los 80 años. En España también sería posible extender su actividad, siempre operando en condiciones seguras, una decisión que depende del Consejo de Seguridad Nuclear, que, a su vez, es supervisado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica, recuerda Herranz.
"La energía nuclear da una estabilidad global al sistema que es muy importante", Luis Enrique Herranz (CIEMAT).
"El tejido industrial nuclear español es de lo más competente que existe en el mundo. Tenemos empresas españolas operando en el ámbito nuclear en China, Argentina, Francia o Reino Unido. Tenemos prácticamente toda la cadena de suministro: fabricación de combustible, la parte de ingeniería o la gestión del residuo", subraya el investigador. Hay industria y capacidad nuclear.
En este caso, la materia prima también contribuye a la seguridad de aprovisionamiento. Con poco combustible nuclear se puede tener una provisión energética duradera. Un gramo de uranio-235 produce un millón de veces más energía que un gramo del mejor carbón, detalla Herranz.
Además, explica que, con la última tecnología nuclear, tanto en máquinas como en forma de operar, España podría hacerse muy poco dependiente del suministro externo de recursos para la generación de electricidad. Mientras, existen soluciones para la basura nuclear y para garantizar la seguridad de los diferentes tipos de residuos radiactivos durante miles de años. Ahora, la investigación estudia acortar la vida de los deshechos que más perduran.
"La energía nuclear aporta estabilidad en el precio. Si mañana alguno de mis proveedores me incrementa el precio en un factor 10, yo apenas lo voy a notar en el precio de la electricidad nuclear. Y esto, es una diferencia respecto al gas. Da una estabilidad global al sistema que es muy importante", dice Herranz. Considera que extender la vida de las centrales nucleares ayudaría a cumplir con los objetivos de emisiones y a hacerlo sin agravio económico.
¿Qué ocurriría sin energía nuclear?
Sin energía nuclear, el sistema eléctrico español tendría que sustituir el 21,9% que obtiene actualmente de ese recurso. El planteamiento es cómo lograr esa quinta parte, ya que ese porcentaje no se puede cubrir únicamente con renovables. La otra alternativa, aumentar las importaciones de gas, nos llevaría a la situación inicial: dependencia energética.
"Ir a ese modelo -apostar por el gas-, va a hacer a España más dependiente, en el corto y en el medio plazo, de suministros externos, lo cual, no favorece la economía y, además, desde el punto de vista geopolítico, nos debilita sustancialmente", dice el investigador del CIEMAT. "La seguridad del suministro es el hermano del que nadie se acuerda hasta que no se tiene", concluye.