El proceso de desescalada y vuelta a la actividad va a venir acompañado en varios sectores de una drástica caída de los precios. Es el caso del comercio, las aerolíneas, el mercado inmobiliario o la energía, entre otros.
Las empresas son conscientes de que una reducción de los márgenes tras meses sin apenas ingresos puede ser la puntilla para su cuenta de resultados, pero saben también que, en un momento en el que el paro se ha disparado y que hay una contracción del consumo sin precedentes, solo podrán reactivar su negocio si llevan a cabo fuertes descuentos. Las guerras de precios amenazan así los márgenes de rentabilidad de muchas compañías, lo que puede agravar en algunos casos la superviviencia de aquellos que tengan que presenten una mayor debilidad financiera.
Rebajas en el comercio
Uno de los sectores en el que la amenaza de una guerra de precios es más latente es el del comercio. Desde que se decretó el pasado 14 de marzo el Estado de Alarma, las grandes superficies y cadenas de moda han llevado a cabo ya en sus tiendas online importantes descuentos, con ofertas de hasta el 60%, con lo que en el pequeño comercio la preocupación es máxima. Pedro Campo, presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC), que agrupa a las pequeñas y medinas empresas del sector, apunta así que "lo más adecuado sería la suspensión de las rebajas de verano de este año con el objetivo de no debilitar más al pequeño comercio".
O eso, o al menos retrasarlas al mes de septiembre, dejando margen para que los comercios puedan vender en buenas condiciones, sin distorsionar el mercado con grandes ofertas nada más abrir. La CEC ha pedido al ministerio de Industria "una reflexión sobre la idoneidad de volver cuando se pueda a los tradicionales periodos de rebajas", eliminando la liberalización.
"Si no se regula, en el momento que abran otros formatos, habrá ofertas salvajes que pueden provocar una guerra de precios, una situación que agravaría aún más los maltrechos márgenes de las pymes, en un momento especialmente delicado tras haber permanecido cerrados durante el estado de alarma".
El comercio textil espera que en el primer mes de apertura los ingresos puedan caer hasta un 70%
Para la organización, "estos descuentos salvajes, acelerarán el cierre de muchos comercios, porque venderán sin rentabilidad y luego pasarán dos meses sin vender nada porque los productos de temporada se han habrán adquirido ya".
Desde la patronal del comercio textil Acotex alertan, además, de que la vuelta a la actividad va a traer consigo importantes caídas de las ventas. Así, se espera, por ejemplo, que en el primer mes de apertura los ingresos puedan caer hasta un 70%. Su previsión apunta que en el segundo mes ese descenso será del 60% y que a partir de ahí puede haber caídas mensuales del entorno del 50%. Si a esa caída de ventas se le suma la obligación de realizar fuertes descuentos para poder competir con las grandes superficies la situación puede volver así dramática.
No obstante, en las organizaciones empresariales del pequeño comercio admiten también que puede haber pequeñas tiendas que apuestan por vender con descuentos o a precio de saldo para intentar dar salida al stock, teniendo en cuenta que la ropa que se quedó en los escaparates tras el confinamiento estaba preparada para la campaña de primavera y que ahora debería estar ya en las tiendas la de verano. "Va a ser muy difícil vender esa ropa si no se hacen descuentos muy fuertes", admiten en el sector.
En la misma línea también, los grandes centros comerciales están promoviendo descuentos globales para todos sus establecimientos con el objetivo de poder relanzar en la medida de lo posible la actividad e impulsar así el consumo en un contexto sumamente complicado.
La vivienda se abarata
El mercado de la vivienda se enfrenta este año a una importante caída de la demanda, que los expertos estiman que se moverá entre el 25%, en el mejor de los casos, y el 50% en el peor. Esto significa que en el escenario más positivo se cerrarían unas 400.000 transacciones este año.
Este descenso de las compraventas desencadenará también una bajada de precios, especialmente en el producto de segunda mano y en las zonas donde la vivienda era más accesible, ya que se espera que ese público tenga un mayor impacto en su economía durante la crisis. Concretamente, las estimaciones del sector manejan caídas de entre el 6% y el 15% en los precios medios.
De momento, las cifras del mes de abril en la vivienda de segunda mano recogen un descenso interanual del precio medio del 2% según los datos del portal inmobiliario Fotocasa, y un encarecimiento del 0,5% respecto al pasado mes de marzo. Según explican los expertos, estos datos al hacer referencia a una media nacional no recogen las rebajas puntuales que se están realizando ya en distintos mercados, además de que la actividad en este sector ha sido muy baja debido a las restricciones de movimiento de la población.
Concretamente, Ricardo Sousa, CEO de Century21 en España y Portugal, asegura que "como consecuencia de la crisis sanitaria, muchas familias y pequeños inversores a los que les urge vender para ganar liquidez, están comenzando a hacer descuentos reales en el precio de las viviendas de entre el 10% y el 15% para conseguir una venta rápida".
No está sucediendo lo mismo con la vivienda nueva, explica Carlos Smerdou, CEO de Foro Consultores Inmobiliarios. Así, el directivo indica que "en primer lugar, en estos momentos no hay stock de vivienda terminada", mientras si que existe una "escasez de suelo finalista". A esto se une que "buena parte de las promociones en zonas urbanas cuentan con demanda sólida. Además, el 90% de las viviendas que se entregan en 2020 ya están vendidas e incluso una parte de las que se entregarán a lo largo del próximo año", explica el directivo.
Todos estos factores blindarán de algún modo los precios en obra nueva y a esto se suma otro aspecto muy importante en el caso de la vivienda en construcción: "se ha comprado el suelo a precio elevado en muchos casos y los costes de construcción han aumentado. Esta situación indica que no hay margen para bajadas y no van a vender a pérdida", explica el directivo a este diario, que, a su vez, asegura que "la construcción de viviendas será uno de los motores de la recuperación económica por la cantidad de trabajo que genera".
Presión en los billetes
"Las aerolíneas van a estar compitiendo en 2021 para estimular la demanda con tarifas bajas y seguirán teniendo mucha capacidad sin ocupar. Es improbable que consigan registrar beneficios el año que viene por la presión en los precios", vaticinó Brian Pearce, director financiero de IATA en una conferencia con periodistas.
Una previsión con la que coincide el presidente de Ryanair, Michael O'Leary; el primer espada de la australiana Qantas, Alan Joyce; el presidente de ALA, Javier Gándara, y varios expertos y directivos del sector consultados por este diario. Y es que, cada vez está más claro que la crisis de demanda y de confianza que seguirá a la pandemia del coronavirus se va extender en el tiempo obligando a las compañías a reducir capacidad, ajustar plantilla y bajar los precios para animar a la población a volver a volar.
La inevitable concentración de las aerolíneas en sus bases y rutas de mayor volumen puede generar un ambiente altamente competitivo en algunas rutas y mercados
"No tenemos dudas de que es necesario un poco de estímulo para conseguir que parte del mercado viaje nuevamente", aseguró Joyce tras anunciar que las tarifas de la ruta Sidney-Melbourne bajarán a los 12 dólares para "persuadir al público para volar de nuevo tras la pandemia". En Europa, Ryanair ya ha reconocido que el año 2020 y el 2021 "no son para ganar dinero" si no para recuperar la actividad y activar la demanda con precios bajos. Por ejemplo, easyJet ya ha puesto a la venta billetes hasta la primavera de 2021 incluida con unas tarifas muy competitivas (trayectos a 24 euros) y ofertas para facturar la maleta por un euro.
"Es muy incierto saber cómo se van a comportar las tarifas y la demanda a futuro. Es imposible prever cómo van a evolucionar aunque a corto plazo es razonable pensar que van a bajar", asegura Gándara, también director general de easyJet a este diario.
Según una encuesta publicada por la asociación IATA, al menos el 40% de los viajeros frecuentes prevén esperar hasta seis meses para volver a volar una vez pase la emergencia sanitaria por la crisis económica y el temor a ser contagiado. Así, las compañías aéreas ya adelantan una recuperación en L asimétrica y no esperan que el tráfico de pasajeros recupere los niveles precoronavirus hasta 2023. "Aunque los mercados puedan abrirse de manera lenta, la situación de debilidad de la demanda llevará a las aerolíneas a bajar precios para estimular el mercado. Por otro lado, la inevitable concentración de las aerolíneas en sus bases y rutas de mayor volumen puede generar un ambiente altamente competitivo en algunas rutas y mercados, lo que también se traduciría en precios bajos", explica es este diario Pere Suau-Sánchez, profesor de UOC y asesor en transporte aéreo.
Ante la dificultad para subir los precios de los billetes, las aerolíneas europeas piden a los gobiernos que no impongan la distancia social dentro de los aviones
Pese a que todas las empresas han anunciado recortes en la capacidad (flota, rutas, plantillas) para adaptarse a la nueva normalidad, lo cierto es que seguirá habiendo mucha capacidad en el mercado que dificultará subir los precios. No en vano, las aerolíneas empezaron la crisis del coronavirus con una sobrecapacidad en el mercado y planes para frenar los ritmos de crecimiento ante el leve enfriamiento de la demanda que se empezaba a registrar y la guerra de precios que se ha vivido en los últimos años.
Ante la dificultad para subir los precios de los billetes, las aerolíneas europeas piden a los gobiernos que no impongan la distancia social dentro de los aviones. Bloquear el asiento de en medio en un avión de pasillo único (A320 o 737-900) implica reducir la capacidad máxima de la aeronave al 63%, lo que eleva el coste unitario por pasajero un 50% hasta los 128 dólares.
Según IATA, para que las aerolíneas europeas pudieran compensar el alza de los costes unitarios por las restricciones deberían subir los precios de los billetes un 49%, algo que, según señala, tienen muy difícil conseguir por la atonía en el mercado que se espera este año y el que viene. Así, IAG, que va empezar a recuperar la actividad en julio, espera cerrar 2020 con un 50% de los pasajeros transportados en 2019 y Ryanair con 100 millones de viajeros, un 35% menos que el año pasado.
Energía
Otro de los sectores que afrontará una batalla de precios en la vuelta a la normalidad será el sector eléctrico. Los precios de la electricidad en el mercado mayorista se han hundido a lo largo de estos dos últimos meses hasta llegar a unas cifras mínimas de los últimos 16 años, según indicó este jueves Facua. La rebaja en el recibo medio se situó en el 12% pese al incremento de consumo provocado por el confinamiento y el teletrabajo. Esta situación provoca que todos aquellos clientes que están ahora mismo en el mercado libre están pagando la electricidad notablemente más cara que los que permanecen en la tarifa regulada o PVPC.
Ante esta situación se espera que las comercializadoras puedan lanzar agresivas campañas comerciales para incrementar su cuota de mercado aprovechando todos los clientes del mercado libre que no tengan contratada una permanencia. Además, muchas tendrán que luchar para incrementar los ingresos por la caída que puede haberles provocado los cambios normativos aprobados por el Gobierno a principios de abril.
Además, se espera que los precios del mercado mayorista se espera que vuelvan a subir en los próximos meses cuando se recupere la demanda pero la necesidad de mantener el mayor número de clientes en el mercado liberalizado provocará una guerra de ofertas bien para ganar nuevos clientes que provengan del mercado regulado o para tratar de retener a los actuales.
En el caso del gas natural, el Gobierno ha prácticamente congelado la evolución de los precios al alza, un extremo que no tiene mucha importancia porque la tendencia del mercado es bajista. Esta situación puede animar también a los que tengan mejores condiciones de compra de gas a pelear por una mayor cuota de mercado.
En el caso de los carburantes, la batalla comercial será menor. Las petroleras están sufriendo la caída de precios del petróleo y se espera que no den grandes alegrías en sus márgenes. No obstante, el carburante seguirá utilizándose por parte de las grandes petroleras como arma para ganar clientes en el sector eléctrico mediante ofertas convergentes.
La fuerte caída del consumo, no obstante, ha servido para comprar carburantes en un momento de precios bajos y que se podrá vender en plena recuperación, lo que dará alas a las petroleras.