Los estadounidenses con bajos ingresos se llevaron la peor parte de las pérdidas de empleo cuando llegó la pandemia. Ahora son los más afectados por el aumento de los precios a medida que la economía se recupera. El índice de precios de consumo (IPC) de EEUU sigue siendo moderado, del 1,7%, pero este dato esconde grandes diferencias según lo que la gente compra. Si en los últimos meses no ha dejado de teorizarse que la recuperación tiene forma de K -su grafía muestra una salida hacia arriba y otra hacia abajo-, la inflación va por el mismo camino.
Algunas de las mayores subidas de precios de los últimos meses se han producido por ejemplo en la gasolina. El litro de gasolina normal ha subido 75 centavos desde finales del año pasado, lo que añade más de 60 dólares al mes al presupuesto de una persona que llena 20 litros a la semana. En la misma línea, la inflación de los precios de los alimentos está llegando a más del doble de la tasa general y productos básicos como los de limpieza para el hogar también han subido.
Este tipo de subidas de precios está causando problemas en todo el mundo y suelen perjudicar más a las personas con bajos ingresos. Esto se debe a que los alimentos o la gasolina ocupan una parte mayor de su cesta de la compra mensual que en el caso de los hogares más ricos y son, además, artículos que no pueden aplazarse o sustituirse fácilmente.
Un análisis de Bloomberg Economics que calibraba las cestas de la compra en función de los hábitos de gasto de los distintos grupos de ingresos reveló que los estadounidenses más ricos son los que experimentan el menor nivel de inflación. Esos mismos ricos ya obtuvieron ganancias inesperadas según llegaba la referida recuperación en forma de K. Su patrimonio neto aumentó gracias al auge de los mercados bursátiles e inmobiliarios y la mayor parte de ellos conservaron sus empleos y pudieron trabajar desde casa.
"Por término medio, los hogares con mayores ingresos gastan una fracción menor de sus presupuestos en alimentos, atención médica y alquiler, categorías todas ellas que han experimentado una inflación más rápida que la general en los últimos años, y en 2020 en particular", explica el economista de Bloomberg Andrew Husby.
El 10% de los hogares más ricos acaparó el 70% de la riqueza creada en 2020, según la Reserva Federal, mientras que la mitad inferior sólo obtuvo el 4%. Un estudio realizado en enero por Opportunity Insights, un proyecto de investigación de Harvard, descubrió que la recesión había terminado esencialmente para quienes ganan al menos 60.000 dólares al año, mientras que el empleo entre los peor pagados -que ganan menos de la mitad de esa cantidad- seguía estando casi un 30% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.
El problema de la inflación en forma de K es anterior a la pandemia y puede tener causas profundas, según Xavier Jaravel, profesor adjunto de la London School of Economics. Su investigación ha demostrado que una razón clave por la que las personas más ricas experimentan tasas de inflación más bajas es que hay más competencia entre los productores por sus rentas, lo que conduce a mayores niveles de innovación en el tipo de bienes y servicios que compran los ricos, lo que ayuda a mantener los precios bajos.
"Cabe esperar que los organismos estadísticos de todo el mundo adopten pronto nuevas fuentes de datos e índices de precios para medir mejor la desigualdad de la inflación", escribió Jaravel en un artículo reciente, "y que los economistas presten más atención a los efectos distributivos de los precios".
Un escenario acuciante
La cuestión de quién se ve más perjudicado por el aumento de los precios será más acuciante a medida que la inflación se acelere. La mayoría de los economistas esperan un repunte en los próximos 12 meses. La Reserva Federal, encargada de mantener la inflación bajo control, sigue diciendo que cualquier aumento será probablemente temporal y no tiene previsto subir los tipos de interés en un futuro próximo.
La idea que subyace en la Fed es que permitir que la economía se caliente un poco más -y que la inflación suba algo más- ayudará a reducir las desigualdades de ingresos, porque fomentará un mercado de trabajo fuerte que beneficie más a los estadounidenses con salarios bajos. Se están dando las primeras evidencias de que esto ya está ocurriendo en sectores como la restauración, la hostelería y otros servicios.
Mientras tanto, la Administración Biden dice que presionará a los estadísticos para que recaben datos más detallados que desglosen las posibilidades económicas de los diferentes grupos raciales o según su renta. Esta iniciativa podría tener consecuencias para las personas cuyos ingresos están vinculados a la inflación, como los beneficiarios de la Seguridad Social o de los cupones de alimentos.
Estos colectivos pueden verse perjudicados si los indicadores no reflejan con precisión los cambios en el coste de la vida. En su día se habló, por ejemplo, de vincular las prestaciones de la Seguridad Social a un índice que mida específicamente la inflación experimentada por las personas mayores.
Los problemas que plantea el aumento de los precios no son sólo un fenómeno estadounidense. Un indicador de la ONU sobre el coste mundial de los alimentos aumentó por noveno mes consecutivo en febrero, presentando la mayor racha de subidas desde 2008, cuando el mundo se enfrentó a la primera de las dos crisis alimentarias en pocos años. "La historia del precio de los alimentos y la historia de la inflación son importantes para la cuestión de la igualdad", dice Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial. "Es un shock que tiene efectos muy desiguales".