
La protagonista económica de 2021 está siendo no tanto la inflación como la expectativa de que se dispare, sobre todo en EEUU. Pese a que los últimos indicadores no muestran unos niveles extraordinarios, el debate sobre cuánto subirá está instalado en los mercados y todos los ojos están pendientes de una Reserva Federal que la ha colocado en el centro de su marco de políticas.
En este contexto, medir las expectativas de inflación futura se ha vuelto primordial. Aunque pecan de volátiles, estos pronósticos juegan un papel esencial al anticipar como actuarán inversores, empresarios o trabajadores. Una de las lecturas que arroja esta medición es que la magnitud de estas expectativas es también una cuestión de edad.
En el caso de EEUU, los últimos datos de una encuesta de la Universidad de Michigan recogida en un informe de Deutsche Bank muestran cómo las expectativas de inflación han subido desde sus mínimos más recientes, aunque aún permanecen por debajo de los niveles promedio previos al desplome del petróleo en 2014. Sin embargo, la lectura más interesante de este estudio es la divergencia que existe según el grupo de edad de los encuestados. Los mayores de 55 años pronostican una inflación considerablemente más alta (un 2,7%) que aquellos que se sitúan entre los 18 y los 34 años (un 2,3%).
Mientras que las expectativas medias de inflación para los 'boomers' -la generación del 'baby boom', mayores de 55 años- han alcanzado el nivel más alto desde mayo de 2015 y han vuelto por completo al nivel promedio que prevalecía antes de 2014, las de los 'millennials' han caído bruscamente siendo incapaces de mantener la tendencia al alza tras el estallido de la pandemia. Además, la brecha de cuatro décimas entre ambos pronósticos es la mayor en dos décadas. ¿Qué está ocurriendo?
La respuesta se llama Gran Inflación, que es como en EEUU se conoce al período comprendido entre mediados de los 60 y principios de los 80 en el que los precios se dispararon con constantes picos, alcanzándose un máximo del 10,1% en 1975. Las personas jóvenes de entonces vivieron una década de los 70 en la que la inflación mellaba tanto el efectivo como los activos, algo que les ha dejado huella ahora. Por contra, los más jóvenes, apenas han visto una inflación por encima del 2%. Las políticas del presidente de la Fed en los 80, Paul Volcker, permitieron una 'normalización' que dejó estos altos niveles en cosa del pasado, si bien en el imaginario colectivo de una generación.
Como explican los analistas de Deutsche Bank Matthew Luzzetti, Brett Ryan y Justin Weidner en el informe, la investigación académica ha demostrado sólidamente que las expectativas de inflación "tienden a ser adaptables y basadas en experiencias individuales a lo largo de los años". En este caso, añaden, "dado que las personas jóvenes tienen un horizonte temporal de datos más corto en el que basarse para establecer expectativas, tienden a sobreponderar la experiencia reciente en comparación con las personas mayores". Este extremo se puede corroborar mirando a las décadas anteriores: los grupos de edad más jóvenes que salían de la Gran Inflación tendían a tener expectativas de inflación mucho más altas, una relación que cambió en los 90 y los 2000 en un mundo de baja inflación.
De cara al horizonte inflacionario que se irá viviendo tras la reapertura, dado que el recuerdo de la Gran Inflación ya eleva las expectativas de inflación de los grupos de mayor edad, "un aumento más notorio de las expectativas probablemente requeriría un aumento de los grupos de menor edad", apuntan desde el banco alemán. Por lo tanto, señalan, "habría que vigilar de cerca a estos grupos cuando la inflación real experimente un repunte brusco, aunque sea temporal, en los próximos meses".