Las expectativas de inflación se mueven más rápido de lo que los bancos centrales desearían. El optimismo sobre las vacunas y la llegada del próximo paquete fiscal de 1,9 billones de dólares en EEUU ha provocado una venta masiva de deuda soberana a largo plazo. Durante muchos años, los responsables de la política monetaria habían soñado con este momento, una inclinación de la curva de tipos, pero ahora llega en un momento en el que puede convertir la recuperación en una pesadilla.
El gran problema es que se produce en un momento distinto para cada economía. En EEUU, los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años han aumentado más de 40 puntos básicos desde finales de diciembre, arrastrando al resto de la deuda europea y asiática. El movimiento se ha producido en un amplio margen geográfico. Ayer el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, interpretó el reciente aumento de los rendimientos de los bonos como "una declaración de confianza" de las perspectivas económicas, pero para el resto de bancos centrales no es tan buena noticia.

Por su parte, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, tuvo que salir al paso el pasado lunes reconociendo que hay que "vigilar" de cerca los intereses de la deuda. El aumento de estos intereses significa que las expectativas de los agentes económicos son buenas: habrá recuperación económica con un aumento de los precios. Pero la parte negativa es que quizá el mercado está yendo demasiado lejos con sus expectativas. Un aumento descontrolado de los intereses supone mayores costes de financiación para empresas y familias. Por tanto, este hecho en Europa, se produce cuando la economía va a volver a caer en una segunda recesión, por lo que no está claro todavía si para el verano ya habrá arrancado la recuperación.
Asimismo, el Banco de Corea ha advertido que intervendrá en el mercado si aumentan el coste del crédito, mientras que el Banco Central de Australia y el de Nueva Zelanda han prometido continuar con los estímulos, aunque haya recuperación, para garantizar condiciones financieras favorables.
La rabieta de los bonos americanos está arrastrando a todo el mercado. "En Europa está ausente un gran paquete fiscal pero no ha impedido que los tipos reaccionaran de la misma manera con rendimientos más altos, mayores expectativas de inflación y curvas más pronunciadas. Esto se debe a que los mercados de capitales están más correlacionados que la economía real", explican los analistas de ING. Si hay mayores tipos de interés se terminará trasladando al mercado crediticio y anulará la política del BCE para impulsar la recuperación con dinero barato.
Para Lagarde y su equipo es una situación incomoda porque prácticamente tienen que elegir entre apostar por el crecimiento o controlar la inflación. Y la prioridad del BCE es sobre todo el control de los precios. "El BCE tiene una serie de opciones potencialmente poderosas en su caja de herramientas para anclar los rendimientos de los bonos", indica Nick Kounis de ABN Amro Holding. Una opción para el banco central es acelerar la compra de bonos de PEPP, las siglas en inglés del programa de compra de deuda de emergencia. La otra opción es alargar el programa para intentar reducir los intereses a largo plazo. Actualmente, las compras tiene un horizonte hasta finales de 2022.
Por todo ello, el mercado seguirá muy de cerca los próximos pasos a seguir de la Fed. "Powell no mencionó el reciente repunte de los tipos de interés a largo plazo y, por tanto, tampoco habló de cómo piensa afrontar este riesgo", señalan los expertos de Link Securities, pero recuerdan que el mercado apostando por una actuación de la Fed sobre la curva de tipos a la japonesa. Está ganando fuerza lo que se conoce como el control de la curva de tipos, que no es ni más ni menos que establecer un objetivo para los tipos de interés a más largo plazo, para garantizar los flujos de crédito. El año pasado ya estaba encima de la mesa cuando la pandemia comenzó a golpear duro a la economía de EEUU.
El aumento de los intereses a largo plazo ha llegado hasta Japón, uno de los primeros países que estrenaron la época de tipos negativos hace cinco años. Los tipos de los bonos a 10 años aumentaron al 0,12%, el nivel más alto desde noviembre de 2018. "Hay razones sólidas para afirmar que la inflación a la baja observada desde la década de 1970 está llegando a su fin o está cerca de tocar fondo", resalta Shane Oliver, economista jefe de AMP Capital .