Desde su reunión con el presidente chino, Xi Jinping, en Osaka, Japón, Trump no tardó en destartalar la enclenque tregua escalando su azote arancelario hasta nuevos límites. En el caso de no haber una relajación formal de las tensiones, EEUU cerrará el año tasando prácticamente todas las importaciones de China, ya que prácticamente todos los sectores enfrentarán aranceles antes del 15 de diciembre.
El pasado 1 de agosto el republicano anunció un arancel del 10% sobre un catálogo de productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares a partir del 1 de septiembre, una decisión que posteriormente dividió en dos tramos. Una entró en vigor el domingo y la otra lo hará a finales de año. Veintidós días más tarde, China anunció aranceles adicionales del 5 al 10% sobre EEUU por valor de 75.000 millones como represalia a implementar en dos tramos, al igual que los estadounidenses. El primero comenzó también ayer.
Tras este anuncio, Trump decidió que el gravamen del 25% ya aplicado sobre importaciones chinas por valor de 250.000 millones aumentará al 30% a partir del 1 de octubre mientras que los del 10% sobre 300.000 millones serían de un 15%.
Según los cálculos realizados por Chad Bown, experto en comercio del Peterson Institute for International Economics, el arancel medio sobre los productos que lleguen del gigante asiático podría alcanzar el 24,3% al final de 2019. Si esto ocurre, la administración Trump habría multiplicado por ocho el gravamen medio del 3,1% a los bienes chinos en menos de dos años, antes de que los tambores de la guerra comercial comenzasen a resonar en la Casa Blanca.
Nueva reunión este mes
No obstante, y con la intención de tratar de lograr un acuerdo que satisfaga a las dos partes, la televisión estatal CGTN indicó ayer que los equipos negociadores de ambas potencias prevén reunirse a principios de este mes en EEUU.
Durante dos años, el gobierno de Trump trató de presionar a Pekín para eliminar lo que llama prácticas comerciales desleales y realice cambios en sus políticas sobre protección de la propiedad intelectual, transferencias forzadas de tecnología a empresas chinas, subsidios industriales y acceso al mercado.
"A pesar de las provocaciones de Trump, China no ha impuesto aranceles adicionales a las principales exportaciones estadounidenses"
"A pesar de las provocaciones de Trump, China no ha impuesto aranceles adicionales a las principales exportaciones estadounidenses como aviones, semiconductores y productos farmacéuticos", indica Bown, quien considera que incluso teniendo en cuenta el incremento de las tensiones, Pekín "continúa tomando una respuesta muy moderada en sus represalias a la continua escalada de Trump". China puede cerrar 2019 imponiendo un gravamen medio del 25,9% sobre aproximadamente el 69% de sus importaciones. Antes del conflicto comercial, por enero de 2018, el arancel medio era del 8%, tres veces menos del proyectado. "Si bien la reciente ronda de aranceles ha aumentado a una velocidad vertiginosa, ambos países parecen ser cautos en su aplicación", explica Yasmin Engin, economista de Capital Economics.

La decisión de Trump de retrasar parte de sus aranceles sobre un grupo de productos chinos por valor de 300.000 millones hasta de diciembre sugiere que su administración quiere limitar el impacto en los consumidores antes de la temporada de compras navideñas.
Según algunas mesas de inversión, todavía hay margen para materializar algún tipo de avance o relajación antes de que termine el año. Un acuerdo o tregua requerirá una reunión cara a cara entre Trump y Xi. "Dado que las condiciones económicas y financieras de EEUU siguen siendo favorables, Washington mantendrá una postura agresiva en sus negociaciones", considera Cesar Rojas, economista de Citi. "Si la coyuntura económica empeora antes de las elecciones de 2020 entonces podríamos ver un acuerdo aparente o de cortesía", añade.
Para Tim Quinlan, economista de Wells Fargo Securities, en una economía de 21 billones de dólares como la estadounidense, el impacto directo de los aranceles sigue siendo manejable. Sin embargo, "la incertidumbre comercial está aumentando y con ella los costes indirectos". Parecen haber más señales de estrés en la actividad fabril de EEUU, donde ya se registran los niveles más bajos de inversión de capital en tres años, y en el PMI manufacturero de Markit, que ya se ha contraído por primera vez desde 2009.
El bastión de Trump ha sido el consumo. La confianza del consumidor se ha mantenido fuerte pero a medida que la incertidumbre pesa en precios y salarios desencadenaría un problema y alimentaría una posible recesión en el país.