
Como era de esperar, la primera toma de contacto entre las delegaciones estadounidense y china en Shanghai culminó sin grandes resoluciones. Las negociaciones cara a cara relajaron tímidamente la gélida relación entre Washington y Pekín, especialmente desde el colapso de las mismas a finales de abril y la posterior de la reanudación de la tregua entre ambos países, que llegó a finales de junio.
Sin embargo, el encuentro por aquel entonces entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, en Osaka, Japón, al hilo del G-20, brindó poca sintonía entre ambos líderes, que desde el año pasado se encuentran envueltos en una guerra arancelaria que tasa ya productos por un total de 360.000 millones de dólares.
Precisamente, la ronda de negociaciones de esta semana, se ha visto teñida por los continuos ataques procedentes del inquilino de la Casa Blanca, quien acusa al gigante asiático de querer retrasar un posible acuerdo hasta el próximo año, cuando los estadounidenses acudirán a las urnas para bien revalidar a Trump al frente del país o encontrar un sustituto demócrata.
Dejando de lado los ataques a golpe de tuit del republicano, el representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, lograron mantener abiertas las negociaciones con el viceprimer ministro chino Liu He y el ministro de Comercio del gigante asiático, Zhong Shan.
Según explicó el miércoles la Casa Blanca en un comunicado, ambas partes discutieron sobre un amplio abanico de asuntos como la transferencia forzada de tecnología, los derechos de propiedad intelectual, los servicios, las barreras no arancelarias y la agricultura.
De acuerdo a los negociadores estadounidenses, China confirmó su compromiso de aumentar las compras de productos agrícolas procedentes de EEUU. Eso sí, no se manifestaron sobre si a cambio la administración Trump relajará las restricciones que pesan en estos momentos sobre Huawei y sus proveedores estadounidenses.
"Las reuniones fueron constructivas y esperamos que las negociaciones sobre un acuerdo comercia continúen en Washington, a principios de septiembre", rezó el mensaje distribuido por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Stephanie Grisham.
El Ministerio de Comercio chino emitió un comunicado similar, también calificando la ronda de Shanghai como "constructiva". "Ambas partes, de acuerdo al consenso alcanzado por los dos líderes en Osaka, mantuvieron intercambios sinceros, altamente eficientes, constructivos y profundos sobre destacados asuntos comerciales y económicos de interés mutuo", se pudo leer en el mismo.
No obstante, previamente, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying, acusó a EEUU de seguir "desvariando", en respuesta a los ataques de Trump un día antes vía Twitter y en declaraciones a la prensa patria.
"Creo que no tiene sentido que Estados Unidos ejerza una campaña de máxima presión en este momento. No tiene sentido decirles a los demás que tomen medicamentos cuando es uno mismo el que está enfermo", dijo Hua al ser preguntada por las declaraciones del presidente de EEUU.
Dicho esto, parece que la intuición de Trump no está desencaminada y el gobierno de Xi podría estar retrasando un posible acuerdo hasta 2020, cuando el mandatario estadounidense contará con un margen más estrecho para negociar. Un acuerdo final requeriría una reunión cara a cara entre ambos líderes y en lo que queda de año, las citas son limitadas, con una potencial reunión bilateral en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York (17-24 de septiembre) o la cumbre APEC en Chile (14-17 de noviembre).