Cortito y al pie del Ibex
Hace años decidí que en lugar de hacer de Papá Noel o de Rey Mago era mejor que a mis sobrinos les invirtiera el dinero del regalo en fondos de inversión. La decisión ha servido para exacerbar aún más mis rarezas entre los mayores de la familia y, sobre todo, defraudar las expectativas de los pequeños que estoy convencido habrían preferido juguetes, consolas o, ahora que empiezan a tener sus primeras nociones de lo que quieren, dinero para sus cosas.