Bolsa, mercados y cotizaciones

La demanda de fondos de inversión en biodiversidad se disparará en 2023

  • En 2022 se han sucedido los lanzamientos de productos centrados en ella
  • Los bosques y océanos capturan el 54% de las emisiones de carbono
  • El próximo miércoles arranca la COP15 de Montreal, sobre capital natural
De izq. a dcha., los participantes en el último Encuentro ESG de elEconomista.es: C. Antuña (Afi), Lennys Rivera (WWF), P. Esteban (Spainsif), D. Nikulina (Sustainalytics) y G. Rengifo (Pictet AM).

"La demanda de los inversores por productos centrados en la naturaleza experimentará un significativo desarrollo en 2023", afirmaba hace un par de semanas Rachel Whittaker, responsable de investigación de inversión sostenible en Robeco, durante la presentación de perspectivas del grupo para el próximo año. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG.

La naturaleza se está haciendo un hueco en las carteras. En los últimos 12 meses hemos asistido a un goteo de lanzamientos de fondos que incluyen en sus denominaciones los términos biodiversidad o capital natural, que hasta hace bien poco no se escuchaban en la industria. 

"La incipiente tendencia que hemos observado en el último año por parte de algunas gestoras de sacar fondos específicos [sobre biodiversidad] va a ir a más", afirma Pablo Esteban, experto en finanzas sostenibles de Spainsif, para quien "está claro que el engagement [diálogo activo] de los inversores con sus participadas en lo que respecta al capital natural será cada vez más fuerte". 

La biodiversidad "ha permitido mitigar los impactos del cambio climático en un 54%", explica Lennys Rivera (WWF)

¿De qué hablamos cuando hablamos de biodiversidad? De la preservación y restauración de los ecosistemas. Es mucho menos popular que el cambio climático, y mucho más difícil de medir, pero también crucial para el net zero. Lo explica Lennys Rivera, experta en finanzas sostenibles en WWF España: "Se presta mucha atención a los riesgos asociados al cambio climático, pero la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son dos caras de una misma moneda". La biodiversidad "ha permitido mitigar los impactos del cambio climático en un 54% en cuanto a las emisiones de gases efecto invernadero. Podríamos estar sintiendo con mucha más fuerza sus efectos", advierte. 

Los océanos y las masas forestales atrapan el carbono y otros gases nocivos (los ecosistemas terrestres eliminan un 31%, y los marinos un 23%; de ahí sale el 54% al que alude Rivera). Esto no le sale gratis al planeta: al hacerlo, por ejemplo, los océanos se vuelven más ácidos, lo que afecta a las especies que habitan en ellos. El coste anual del deterioro de los ecosistemas puede alcanzar los 2,7 billones de dólares, añade la experta. 

"Estamos viviendo la sexta gran extinción en la historia de nuestro planeta. La actividad humana está causando la muerte de un alto porcentaje de biodiversidad", advierten los analistas de CFA Institute en un reciente informe. Y, pese a que los datos y la regulación sobre estas cuestiones son aún escasos, "los océanos, la tierra, la madera, la industria pesquera... han sido estudiados por la ciencia durante décadas, y existen miles de informes sobre ellos", añaden. Por tanto, los inversores "no tienen por qué esperar" a que la regulación o el reporte de datos avancen para posicionarse en estos activos.

En 2022, el mercado ha dado la bienvenida a productos como el Federated Hermes Biodiversity Eq REURAcc (que vio la luz en marzo), el AXA WF ACT Biodiversity A Cap EUR Hedged (en abril), el BNPP E ESG EurozBiodiversityLdrs PABTrkI (en agosto) y el RobecoSAM Biodiversity Equities D EUR (el mes pasado). Estos cuatro fondos se suman a los otros tres que, con nombres que incluyen los términos Biodiversidad o Capital natural, habían lanzado ya en 2020 y 2021 Lombard Odier, UBP y Aviva.

"La regulación de finanzas sostenibles tiene una filosofía más de exclusión que de inclusión y ese es un error tremendo", lamenta Gonzalo Rengifo (Pictet AM)

Más allá de los productos que cuentan con  estas denominaciones específicas, y del capital privado, es posible invertir en la naturaleza a través de una variedad de productos temáticos que invierten en cotizadas. "El inversor tiene opciones de posicionarse en estrategias que tienen un objetivo de impacto positivo en aspectos muy relacionados con la naturaleza", señala Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latinoamérica. "La biodiversidad tiene muchos ángulos. Nosotros, en el año 2000, lanzamos un fondo centrado en la industria del agua como servicio; también contamos con una estrategia de inversión en madera y con otra de nutrición", añade. Rengifo hace hincapié en que la regulación de finanzas sostenibles "tiene una filosofía más de exclusión que de inclusión y ese es un error tremendo". La gestora acaba de lanzar un fondo centrado en empresas que están en plena transición, el Pictet Positive Change

"Es muy importante tener en cuenta cuáles son las actividades económicas que más dependen de la biodiversidad y las que más impactan en ella, porque allí van a estar las  mayores oportunidades de inversión", apunta Lennys Rivera: "Justo en aquellos sectores que más impactan (agricultura, pesca, minería..) encontramos la otra cara: la posibilidad de tener una agricultura y una pesca sostenibles. También están las tecnológicas que ayudan a contrarrestar las amenazas, por ejemplo con tecnologías de reciclaje de aguas industriales o residuales", señala. 

La demanda de productos que protejan la naturaleza irá a más, señala Pablo Esteban, en gran medida por la fijación de objetivos concretos para alcanzar el net zero: "Ya existe un objetivo establecido de eliminar, antes de 2025, de las carteras crediticias las actividades que estén ligadas a la deforestación, como puede ser la agricultura intensiva. Porque, si el carbón es clave en la gestión de riesgos climáticos, la deforestación es clave en la pérdida de biodiversidad", agrega. 

La COP15 de Montreal, cita clave

No todas las COP (Conferencia de las Partes) de Naciones Unidas son climáticas. El próximo miércoles, 7 de diciembre, arranca en Montreal (Canadá) la COP15 sobre biodiversidad, que se prolongará hasta el día 19. Gobiernos de todo el mundo se darán cita para negociar el Marco Global que establezca metas concretas para proteger la naturaleza de aquí a 2040.

Este Marco ya ha establecido una serie de objetivos. Entre ellos, el de proteger y restaurar para 2030 el 30% de la superficie terrestre y oceánica. "Este Marco estimulará la acción del sector privado, como lo hizo con el clima el Acuerdo de París, ya que requiere de forma explícita que las corporaciones divulguen sus impactos en la naturaleza, y a las instituciones financieras que alineen con ello tanto sus inversiones como su actividad crediticia", señalan los expertos de Robeco. 

La ausencia de datos

El problema de los datos es clave. Tal y como la industria de gestión de activos ha denunciado en numerosas ocasiones, las gestoras tendrán que divulgar a partir de enero (al entrar en vigor el nivel 2 del Reglamento europeo de Divulgación o SFDR) datos extrafinancieros de sus carteras, incluyendo algunos sobre biodiversidad, que las empresas todavía no están reportando (para ellas no será obligatorio hasta 2025). Lea también: Los reguladores se endurecen contra el greenwashing. 

Pablo Esteban (Spainsif): "Todo apunta a que en 2023 se integrarán los 4 objetivos restantes de la taxonomía, incluida la biodiversidad"

También está pendiente de desarrollo la parte de la taxonomía verde europea que aborda esta cuestión. La taxonomía define qué actividades económicas son verdes por sus efectos positivos sobre seis objetivos: la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo, la protección de los recursos hídricos, la transición a una economía circular, el control de la contaminación y -finalmente- la protección y la restauración de la biodiversidad. La parte de la taxonomía que ya ha sido aprobada corresponde a los 2 primeros objetivos (adaptación y mitigación), pero "existe consenso en que en 2023 se integrarán los cuatro restantes", explica Pablo Esteban. 

Por otro lado, según señala Daria Nikulina, socia de Relaciones con clientes de Sustainalytics, "cuando hablamos  de cambio climático, utilizamos las toneladas de carbono emitidas. En biodiversidad no existe un indicador como las emisiones de CO2, pero sí resulta muy fácil de entender qué actividades son nocivas y cuáles pueden reducir los impactos negativos sobre la naturaleza". Nikulina también advierte del "riesgo para los inversores de biodiversity washing", es decir, de que se llame fondos de biodiversidad a productos que no lo son. 

Estándares de reporte: TNFD

Para poner negro sobre blanco sobre qué activos ayudan a proteger los ecosistemas y cuáles no, existen varias iniciativas globales de reporte. Destaca la TNFD (Task Force for Nature-related Financial Disclosures, o Grupo de Trabajo sobre divulgación de datos financieros relacionados con la naturaleza). Según Claudia Antuña, socia de Afi, estas iniciativas "ponen de manifiesto la importancia de gestionar los riesgos relacionados con el capital natural. Porque pueden tener implicaciones en muchos aspectos, como migraciones masivas u otras cuestiones sociales que pueden impactar también desde un punto de vista económico". 

Estos estándares de reporte, pese a ser voluntarios, "tienen un impacto muy importante", explica Pablo Esteban. El predecesor del TNFD es el TCFD (Task Force on Climate-related Financial Disclosures), centrado en el clima y, de hecho, la Ley española de Cambio climático alude a él en su preámbulo y se inspira en él, explica este experto.

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