La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, ha asegurado esta misma semana que es el momento de "arrimar el hombro" después de que, uno detrás de otro, todos los responsables del sector financiero se vayan preparando para recurrir el impuesto a la banca. La primera en hacerlo ha sido la consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, que lo hará "al día siguiente de pagarlo".
Tengo la absoluta seguridad de que la totalidad de los bancos lo van a recurrir. El primer motivo es que hay una responsabilidad fiduciaria por parte de los dirigentes de entidades financieras con sus accionistas. Y aunque parezca que en el mundo de la inversión siempre pensamos en los grandes patrimonios, en los grandes inversores que fuman puros, olvidamos que en el capital de los bancos hay casi seis millones de pequeños accionistas: Santander (3,9 millones); BBVA (827.000); Caixabank (663.000); Sabadell (244.000); Bankinter (58.000). Es casi seguro que muchos de esos seis millones de accionistas sean menos porque muchos tienen títulos de distintas entidades, pero lo que es cierto es que muchos son pequeños ahorradores que contribuyen a crear riqueza al poner su dinero en el mercado de capitales.
El segundo motivo por el que creo que se va a recurrir con seguridad el impuesto a la banca es porque hacerlo, al menos como medida preventiva, imposibilita que lo que es coyuntura se convierta en estructura. Si se recurre, mientras deciden las instancias judiciales, se complica la intención de que los dos años de duración se alarguen in aeternum como pretende parte del Gobierno.
Se gane o no el recurso de la banca, lo que parece claro es que se trata de un simple trampantojo político para convertir a la banca en la demonizada de la sociedad. En la defensa de la población más vulnerable, las decisiones de los políticos van a dilatar en el tiempo la inflación y obligar a que las subidas de tipos sean más altas de lo esperado. El Banco Central Europeo lo ha dejado muy claro y en un dictamen de la institución ha recalcado que el impuesto español a la banca podría ser "perjudicial para el sector y pide libertad para trasladarlo directamente a los clientes".
Pero quien tiene el papel más complicado en todo este culebrón es Gonzalo Gortázar, el consejero delegado de CaixaBank, que escucha como su accionista mayoritario minoritario, el Estado, a través del Frob, le pide "arrimar el hombro". Intentar evitar que CaixaBank recurra el impuesto crispa al primer accionista, la Fundación La Caixa. Calviño se siente muy propietaria porque, además, su participación ha pasado del 16,11% al 16,82% después de la amortización de acciones de CaixaBank tras la recompra de títulos.