Director adjunto de elEconomista. Asesor del Fondo Tressis Cartera Eco30. Promotor del Eco10 y Eco30 Stoxx
Entrevista

Al margen del Banco de España, Renta 4 se ha convertido en uno de los referentes para comprar Letras. El furor por ellas ha permitido que el banco amplíe su base de clientes, y uno de los propósitos que se marcan en la gestora es que muchos de ellos se conviertan en partícipes de sus fondos. "Entiendo perfectamente que el cliente esté en Letras", explica Enrique Sánchez del Villar, al frente de la gestora desde julio, "como proceso me parece razonable, pero no es sostenible si el objetivo es obtener una rentabilidad a largo plazo".

El éxito en la inversión, como casi todo en la vida, es una ecuación muy sencilla: expectativas menos resultados. Llevo años defendiendo que la primera parte es la consecución de una rentabilidad anualizada del 7%, porque el largo plazo y el interés compuesto es lo que permiten que el patrimonio se duplique cada década. Este es el objetivo con el que nació el fondo que asesoramos en elEconomista.es, Tressis Cartera Eco30, que afronta este septiembre el mes que le conduce a su quinto año de vida con una rentabilidad acumulada del 43% y anualizada del 7,4%.

Buy & Hold, la firma fundada por Rafael Valera, Julián Pascual y Antonio Aspas, ha conseguido situar a sus fondos de nuevo en el radar de los inversores, gracias a la rentabilidad que acumulan en el año. Su vehículo de renta variable, B&H Acciones, se encuentra entre los mejores fondos españoles de la Liga global de la gestión activa de elEconomista.es, con casi un 18% en el año, y sus productos de renta fija dominan el ranking de los fondos de renta fija más rentables, con casi un 6% en el caso del B&H Bonds. Un rendimiento que Valera, su responsable, está convencido de llevar al doble dígito antes de que acabe el año.

El lunes, en la redacción de elEconomista.es, sabíamos que Morgan Stanley había comprado una importante participación de Telefónica. A las 20:30 un comunicado oficial anunciaba que Saudi Telecom era el comprador. Ya teníamos el qué, el cuándo y el cómo. El martes resolvíamos el porqué. Y es que detrás de toda inversión hay una lógica financiera defendible incluso para los que entendemos que la operadora española es una compañía con poco recorrido bursátil. Saudi Telecom ha tratado de adelantarse a uno de los argumentos que Telefónica defenderá en su próximo Día del Inversor, que se celebrará en noviembre, en el que el mercado debe colegir que ha alcanzado una velocidad de crucero estable que garantiza retribuciones anuales predecibles. Argumento que debe servir para mejorar el escaso potencial que hoy defiende la operadora.

Análisis

El movimiento del mes de agosto en Telefónica daba que pensar. La operadora arrancaba el mes con un desplome del 7% tras perder su asociación con la operadora alemana 1&1. Vodafone y el grupo local germano, conocido por muchos inversores en el pasado como Drillish, anunciaban una asociación exclusiva de roaming a largo plazo. A mediados de mes, el banco de inversión que cuando habla caen panes o chuzos de punta del cielo se ensañaba con Telefónica. JP Morgan recortaba su precio de manera ostensible y provocaba que su valoración media del consenso de mercado se fuese a los niveles más bajos de los últimos años, a 4,2 euros.

Cortita y al pie del Ibex

Una de las primeras cosas que hago con el comienzo de temporada tras la vuelta de vacaciones es mirar qué expectativa real de rentabilidad ofrece Tressis Cartera Eco30, el fondo que asesoramos en elEconomista.es, para conocer si a lo largo del ejercicio vamos cumpliendo objetivos de corto plazo. El cuaderno de bitácora es lograr un 7% anualizado para duplicar cada década el patrimonio como consecuencia del interés compuesto (con cinco años de vida la rentabilidad anualizada logramos el 7,12%). Para el corto plazo el objetivo, si hacemos la inversa del PER en los precios actuales de la media de los valores la Cartera Eco30, es lograr una rentabilidad en el próximo año superior al 9%.

Cuando se toman los peldaños de la equivocación nunca se sabe dónde conduce esa escalera. Más o menos es la traducción de lo que me contaba estos días una de las personas que más me ha influido como inversor, precisamente, cuando le comentaba que veía una oportunidad en bolsa española por valoración frente a la europea. Mi argumento principal es que por el Ibex se paga hoy un multiplicador de beneficios inferior a las diez veces, más de tres puntos inferior al de la bolsa europea. Para reforzar mi reflexión recalqué que la expectativa de ganancia de Ibex es 2,5 puntos porcentuales superior a la del Stoxx, la mayor diferencia a su favor de los últimos años.

La historia no se repite, pero en ocasiones rima. Cuando observo las esperadas caídas de agosto en bolsa recuerdo inmediatamente los complicados meses de junio y septiembre del año pasado, en los que en mercado se inoculó la idea de que la economía mundial se encaminaba a una recesión segura una vez iniciada una acelerada subida de tipos.

Llevar las cuentas del Estado debería tener las mismas exigencias que las de una familia. La economía doméstica, en un porcentaje bastante elevado de los casos, se sustenta en una regla muy sencilla: no se debe gastar más de lo que se ingresa. Esto es un axioma, pero es que este axioma incluye algo que está en la cabeza de cualquier ama, amo, ame, ami o amu –si es asturiano– de casa: la capacidad de devolver la deuda en cualquiera de los escenarios que se produzcan. No olvidemos que una parte importantísima de los empleados son pequeños autónomos y empresarios con ingresos anuales de cuantías variables. Y, en su caso, el pago de la deuda está preparado para años de vacas gordas y flacas.

Tengo un amigo que desde hace casi dos décadas conserva en cartera acciones de Apple. Su acierto esencial ha sido conservarlas, muy por encima de la visión de comprarlas, por debajo de 3 dólares, cuando nadie intuíamos la dependencia que iba a generar entre los usuarios de móviles la marca de la manzana mordida.