Bolsa, mercados y cotizaciones

La piel en juego: he cambiado Letras españolas por bonos estadounidenses

El Tío Sam de EEUU. Dreamstime
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Lo bueno de los mapas es que si no te gusta el camino siempre puedes cambiar de destino. En el mundo de la inversión sucede lo mismo. En septiembre del pasado año escribía que "las Letras del Tesoro ya sólo son frugales y en unos meses darán hambre", porque su rentabilidad había caído al 3% cuando justo hacía un año se habían hecho al 4%.

Está claro que ahora por debajo de 2% han dejado de ser un destino apetecible para la inversión, y son reiteradas las ocasiones en las que he comentado que había que coger duración, y mucha, para asegurar al vencimiento rentabilidades más elevadas o especular por el camino con revalorizaciones adicionales por el buen comportamiento de los bonos.

Hay quien me hace la reflexión de que no se puede pasar de las Letras a los bonos porque son para inversores diferentes. Y tiene toda la razón quien me lo reprocha. Pero es que si los especuladores habíamos puesto en nuestro mapa a las Letras es porque se había producido un escenario idílico para sacar rentabilidad sin ningún riesgo. Como dijo Vargas Llosa en alguna entrevista "sólo un idiota puede ser totalmente feliz". Y los especuladores nos habíamos idiotizado por la sencillez de la inversión.

Creo que todo susto de mercado abre una oportunidad. Indiscutiblemente el de esta semana nos llega con la nueva venta de bonos estadounidenses tras la pérdida de la máxima calificación crediticia de EEUU por parte de Moodys y la aprobación de la reforma fiscal de Trump, que aumentará el déficit y la deuda de las cuentas de Estados Unidos hasta niveles alarmantes. Esto es lo que ha provocado que el bono de referencia de EEUU se haya ido esta semana hasta al 4,6% y el 20 y 30 años hayan superado el 5%.

Soy un convencido de que si se escribe de mercados hay que guiarse por esa expresión que utilizan los británicos de skin in the game, que significa estar personalmente involucrado y afectado por el resultado de algo, especialmente en el ámbito financiero, lo que nos obliga a actuar con mayor compromiso y responsabilidad. Este es el motivo por el que el fondo que asesoramos en elEconomista.es, Tressis Cartera Eco30 –con un 8,32% de rentabilidad anualizada en seis años y medio– es mi principal posición de cartera.

El susto es una oportunidad, por lo que he pasado esta misma semana de renovar Letras a las que había caído por practicidad a suscribir treasuries a casi dos décadas de vencimiento con una TIR algo superior al 5%. Supongo que puede haber en los próximos meses ventanas mejores para hacer esto mismo. El diez años ya ha llegado este año al 4,8% de rentabilidad, pero lo que ya sucede es que los bonos ofrecen rentabilidad adicional sobre el precio del dinero en EEUU, lo que que no ocurría desde 2022. Y, no olvidemos, que Powell bajará en algún momento tipos.

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