Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

El Banco Central Europeo ha mantenido sin cambios los tipos de interés, con la vista ya puesta en el primer recorte que podría llegar en 2024 ante la intensa caída de la inflación, según las propias previsiones del BCE. El instituto monetario, con sede en Frankfurt, ha mantenido sin cambios los tres tipos de interés de referencia en la reunión de diciembre. Este ha sido el segundo cónclave en el que el BCE no mueve ficha desde que diera inicio al rally de subidas de tipos en julio de 2022. Desde entonces, el BCE ha elevado el precio del dinero en 10 reuniones consecutivas. Con este parón, esperado por los mercados, el tipo sobre la tasa de depósito (donde los bancos comerciales acumulan sus reservas) se mantiene en el 4%, el tipo de refinanciación repite en el 4,5%, máximos desde 2001, y el de la facilidad marginal de depósito se mantiene en el 4,75%. Además, el BCE ha anunciado que comenzará a reducir el PEPP (el programa de compras de la pandemia) en la segunda mitad de 2024, lo que ha dejado cierto regusto hawkish en el mensaje. Siga en directo la reunión del BCE y las reacciones del mercado.

La Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado este jueves su informe de proyecciones económicas de largo plazo. Este organismo hace un repaso a decenas de economías entre las que se encuentra España, que, por cierto, no queda bien parada. Según el escenario base de la OCDE, el crecimiento de la economía española en términos de PIB per cápita será muy bajo en la década actual y las siguientes. Al mismo tiempo, la población en edad de trabajar será una porción cada vez menor de la población total. ¿En qué se traduce esto? Una parte cada vez menor de la tarta tendrá que sostener (con los ingresos fruto de su trabajo) a una parte cada vez mayor. El resultado, según el escenario base, será una economía aletargada y con una presión fiscal creciente.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha confirmado en su informe mensual lo que lleva presenciando durante semanas en los mercados de petróleo. El mercado de crudo se está enfrentando a una repentina sobreoferta de petróleo, resultado de una producción récord de crudo en el último trimestre de este año, junto a una caída inesperada de la demanda. La AIE asegura que la demanda petróleo en los últimos meses de este año se ha revisado a la baja en casi 400.000 barriles diarios. Esta combinación ha sido fatal para el precio del crudo, que ha caído más de un 24% desde finales de septiembre, dejando el barril de Brent por debajo de los 75 dólares, mínimos desde el pasado verano.

La producción de gas en EEUU está disparada. Tales son los niveles de extracción, que EEUU ha logrado un nuevo récord de exportación, lo que ha permitido, en parte, que los precios del gas caigan en todo el mundo, pero sobre todo dentro de su territorio. No obstante, dentro ya de por sí notable tendencia, hay una curiosidad que enriquece aún más estos datos: buena parte de esta avalancha de producción de gas ha llegado de rebote, gracias al incremento en la producción de petróleo.

El petróleo acumula una caída de más del 24% desde los máximos de septiembre. El crudo Brent, de referencia en Europa, ha pasado de coquetear con los 100 dólares por barril a luchar por mantener los 70 dólares. Por su parte, el West Texas, de referencia en EEUU, ha perdido de forma holgada los 70 dólares. Frente a la escasez de crudo que habían vaticinado organismos oficiales y casas de análisis, el mercado parece enfrentarse a cierto superávit o, al menos, a un mercado en equilibrio. Esto está llevando a que los inversores cierren de forma masiva sus posiciones largas (apuestas a que el petróleo va a subir) en el mercado de futuros, opciones y otros derivados, lo que a su vez podría estar agudizando la propia caída de los precios del crudo.

El Banco Central Europeo (BCE) está listo para celebrar la última reunión de política monetaria de este 2023. Con la inflación en plena desaceleración y la economía al borde de la recesión, el mercado ha comenzado a descontar varios recortes de tipos de interés para el próximo año. Sin embargo, el BCE sigue vigilando atentamente la evolución de la inflación. No se puede cantar victoria todavía, aseguraba el vicepresidente Luis de Guindos hace unos días. Lo que está sucediendo en España con el IPC supone un serio aviso para el banco central. España puede ser la economía que marque el camino del resto de países de la zona euro en lo que a inflación se refiere. Fue el primer país en sufrir el drástico incremento de precios, pero también el primero en disfrutar de la desinflación (first in, first out). Ahora, los ojos del BCE están puestos en el IPC de España por su particular comportamiento.

"Es cierto que hay demasiada oferta de petróleo. La producción crudo en EEUU en septiembre alcanzó otro récord mensual, impulsada por la resurrección de la cuenca de Bakken". Estas pocas palabras revelan algo notable: tras años de estancamiento, la cuenca de Bakken, en Dakota de Norte, ha despertado y con ella la industria del fracking (perforación hidráulica) y el shale oil (petróleo de esquisto) en EEUU.

Este 2023 estaba llamado a ser el año de la vuelta del petróleo a unos precios históricamente altos. La guerra en Ucrania sigue viva, surge un nuevo conflicto en Oriente Medio y se recrudecen los interminables recortes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Todo ello prometía generar una tormenta perfecta sobre la oferta de crudo global. Sin embargo, un invitado 'indeseado', con varios acompañantes, se ha colado en lo que prometía ser una fiesta para la OPEP y el crudo. EEUU está inundando el mercado con su petróleo, convirtiendo en pesadilla el año de ensueño para el cártel del 'oro negro'.

Con la pandemia del covid-19, la violenta resurrección de la inflación o la invasión de Ucrania por parte de Rusia se ha complicado sobremanera el trabajo de los economistas que elaboran anualmente los posibles cisnes negros (eventos muy poco probables, pero que tienen la capacidad de poner todo patas arriba). La realidad está haciendo frente, en los últimos años, a estos eventos que pocas veces suceden, pero que cuando lo hacen generan grandes disrupciones en la economía, los mercados y la vida de las personas. Pese a todo, los economistas de Saxo Bank han aguzado su ingenio y han vuelto con ideas renovadas para publicar sus cisnes negros o predicciones más extravagantes, entre las que destacan el fin del capitalismo, la vuelta del petróleo a los 150 dólares por barril o la salida del Banco de Japón de sus políticas ultra-expansivas.

El PIB a precios corrientes (sin descontar inflación) de Irlanda se ha multiplicado por seis desde 1999. Pese a que este milagro ha sido cuestionado por el notable impacto que ha tenido en el PIB los crecientes beneficios de las multinacionales que se han establecido allí, lo cierto es que la economía de Irlanda ha sufrido un cambio radical desde entonces. Frente al 16% de paro de mediados de los 90, hoy Irlanda presenta un desempleo ligeramente por encima del 4%. Además, la renta per cápita del 'Tigre Celta' es de las más altas del mundo. Sin embargo, este milagro podría estar quedándose sin gasolina. Una pausa o quizá el fin de un modelo. Lo que ocurre en la pequeña Irlanda puede ser síntoma de un cambio de paradigma mundial: el freno de la de globalización.