La inflación está perdiendo impulso en España a un ritmo, probablemente, más acelerado del que se había previsto hace tan solo unos meses. La tasa de variación del IPC en España ya se encuentra muy por debajo de la media de la zona euro, que sigue firme por encima del 10%. Aunque ahora son muchos los que se atribuyen el mérito de esta moderación de los precios, lo cierto es que la desinflación que vive la economía española es producto, en mayor parte, de la elevada sensibilidad del IPC (la forma de cálculo) español a la variación de los precios de la electricidad en el mercado mayorista. Fue la electricidad, y este método de cálculo, lo que provocó que los precios se disparasen primero en España (respecto a Europa), y ahora es también lo que está provocando una caída frente al resto del continente.