Si alguien supo encarnar el espíritu del desmadre festivalero fue Inés Hernand. La presentadora del Benidorm Fest se subió al escenario del after party para entonar su propia versión de Ay, mamá de Rigoberta Bandini. La euforia fue tal que, en pleno éxtasis, decidió sumarse a la lista de mujeres que han reivindicado su libertad al estilo Delacroix. Y, por supuesto, su gesto ya es viral en X (antes Twitter).

La nieta concursante de Juan Carlos I no parece normalmente afectada por el desprecio de una parte de la opinión pública que ve a Victoria Federica Marichalar Borbón como el paradigma del disparate de una sociedad que premia al privilegiado de nacimiento aunque sus méritos personales, o sus valores humanos estén a la altura del betún. No parece afectada pero a veces presenta brotes de niñata trifásica, o sea, incoherente: incapaz de comprender que vivir de la fama y el apellido tiene algún inconveniente: como por ejemplo llamar la atención si vas a un restaurante.

En Hollywood hay quienes ven la industria como un espectáculo de alfombras rojas, premios dorados y discursos cuidadosamente ensayados. Luego está Cate Blanchett, quien parece haber entendido que el cine no solo se trata de iluminar rostros perfectos en la gran pantalla, sino de alumbrar realidades que muchos prefieren ignorar. Desde hace tiempo, la actriz australiana ha usado su prestigio para abrir espacios a quienes no suelen encontrar un asiento en la mesa del poder cinematográfico.

Siempre es un error pensar que el mundo del espectáculo ya no tiene más que ofrecer en materia de épicas tragedias griegas: la prueba la tuvimos este viernes, con el paso de Claudia Bavel previo pago de su caché por un plató de Telecinco para demostrar que siempre hay margen para más. Desde el prestigiosísimo plató de De viernes, ese foro de debates trascendentales que rivaliza con la Academia de Atenas, la influencer de contenido para adultos se sentó con la dignidad de una heroína clásica para clamar su verdad. Su relato, digno de ser recogido en los anales de la historia universal, gira en torno a una cuestión de vital importancia: aclarar la naturaleza de su vínculo con el exfutbolista Iker Casillas, campeón del Mundo, portero de la Selección, del Real Madrid y ex marido de Sara Carbonero.

Anabel Pantoja y David Rodríguez han pasado el que probablemente sea el peor susto de su vida por la pequeña Alma. Pero con la bebé ya en casa, les queda por delante otra batalla. Y no hablamos solo de la recuperación total de la niña, sino de ellos. Un comunicado del Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha sacado a la luz datos que han hecho que la noticia sea recogida hasta en los telediarios de Antena 3 o Telecinco, entre otros medios.

Al principio fueron niños rubios y bien peinados corriendo por los jardines de Zarzuela, figuras menudas con uniformes de colegio francés y miradas limpias que aparecían en las revistas junto a sus primos Borbón, ajenos al peso del linaje y a la rueda de la historia. Luego, el tiempo hizo su trabajo y la infancia dio paso a una juventud que ha debido aprender a caminar sobre el filo de la herencia y el escándalo.

Athina Onassis, la última heredera de un linaje envuelto en glamour y tragedia, cumple 40 años este 29 de enero. En una vida que se ha desarrollado bajo la sombra imponente de un apellido, su historia se ha narrado como si estuviera escrita en las páginas de una novela o un melodrama. No podría ser de otro modo para quien lleva en la sangre el legado de Aristóteles Onassis, el armador griego cuya fortuna, romances y dramas marcaron una época. Pero, a diferencia de su abuelo, cuya vida se desplegaba con exuberancia en un escenario mundial, Athina ha preferido el refugio del anonimato, tejiendo su propio destino lejos de los reflectores y del peso de su herencia.

Han pasado los días más difíciles de su vida, al lado de su hija Alma, que tuvo que ser ingresada de urgencia el pasado 10 de enero en el hospital materno infantil de Gran Canaria. La niña, de apenas dos meses, ya se encuentra en casa, después de estar en la UMI y por fin, sus padres, Anabel Pantoja y David Rodríguez, ya están algo más tranquilos. Al menos en este asunto.

La aristocracia británica cuenta con miembros donde el linaje y el poder financiero se entrelazan como las ramas de un viejo roble: el séptimo duque de Westminster, Hugh Grosvenor, camina por su reino con el aire de un terrateniente renacentista, aunque armado esta vez no con un catalejo, sino con tecnología láser y alianzas científicas. Este joven heredó una fortuna de 9.500 millones de libras esterlinas en 2016 (unos 11.400 millones de euros) tras la muerte de su padre y ahora (su fortuna ha aumentado hasta los 14.000 millones de euros) ha decidido observar sus vastas propiedades desde el aire con la precisión de un cirujano, no para medir riquezas, sino para escudriñar el pulso de la naturaleza que gobierna bajo su bandera. El duque de Westminster es un hombre moldeado por una tradición milenaria, pero también por la necesidad de adaptarse a los nuevos paradigmas. En sus manos, la riqueza de siglos parece buscar un propósito más allá de los muros de Belgravia o los pastos de las Highlands. Quizás, al final, Hugh Grosvenor no sea solo el custodio de un patrimonio histórico, sino también el arquitecto de un futuro en el que los ecosistemas, como los apellidos nobles, se conserven para generaciones venideras.

En lo alto de las montañas del Himalaya, en el corazón de Bután, un país donde el tiempo parece avanzar al ritmo de su propia melodía, la modernidad y la tradición se han unido de una forma inesperada. Jetsun Pema, apodada "la Kate Middleton del Himalaya" por su estilo impecable y enfoque contemporáneo para gobernar, y su esposo, el Rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, protagonizaron un evento histórico al convertirse en los anfitriones de un concierto de Ed Sheeran.