Si alguien supo encarnar el espíritu del desmadre festivalero fue Inés Hernand. La presentadora del Benidorm Fest se subió al escenario del after party para entonar su propia versión de Ay, mamá de Rigoberta Bandini. La euforia fue tal que, en pleno éxtasis, decidió sumarse a la lista de mujeres que han reivindicado su libertad al estilo Delacroix. Y, por supuesto, su gesto ya es viral en X (antes Twitter).

La resaca emocional del Benidorm Fest aún flota en el ambiente como los últimos acordes de Esa diva, la canción con la que Melody ha conquistado el micrófono de bronce y, con él, su pasaporte a Eurovisión. Pero si alguien supo encarnar el espíritu del desmadre, la anarquía bien entendida y el desenfado sin complejos, esa fue Inés Hernand. En pleno after-party, la presentadora decidió tomar las riendas del espectáculo en un acto de inspiración entre lo sublime y lo absurdo. Se subió al escenario, cogió el micrófono con la seguridad de quien ha nacido para esto y, en un arrebato de éxtasis colectivo, decidió poner el pecho en alto, sin miedo y sin complejos. Porque si algo ha aprendido Inés es que en la vida hay que brillar y, a veces, también enseñar.

La presentadora madrileña lleva tiempo dominando el arte del humor afilado y el comentario irreverente. Pasó de ser abogada a influencer, de influencer a conductora de formatos en PlayZ y de ahí a la televisión convencional con el Benidorm Fest. Una trayectoria que, vista con perspectiva, parece escrita por un guionista con vocación de travesura.

Porque Inés no se conforma con moderar galas, repartir turno de palabra entre artistas o dar paso a votaciones. No. A ella le va la acción, el show. En su diccionario personal no existen las palabras "moderación" ni "perfil bajo". No hay frase, comentario o gesto que no parezca sacado de una película en la que ella es protagonista absoluta. Se lo cambió hasta en el apellido –de Hernández a Hernand– porque todo el mundo merece un poco más de épica en la vida. Así que, en una noche de música, luces y descontrol bien gestionado, decidió ir un paso más allá y regalarnos una postal para la posteridad.

El topless que paralizó Benidorm

Cuando Inés Hernand subió al escenario del after-party para cantar Ay, mamá, la energía del Palau d'Esports l'Illa estaba en su punto álgido. No era solo nostalgia por aquel hit de Rigoberta Bandini que casi nos lleva a Eurovisión en 2022, sino la sensación de estar asistiendo a algo más grande, una catarsis colectiva. En el momento culminante del estribillo, Inés, sintiéndose libre, sintiéndose diosa, sintiéndose musa romántica, decidió elevar la interpretación a la categoría de performance. En un gesto instintivo, simbólico, reivindicativo o simplemente festivo, se despojó de la parte superior del vestido, dejando al descubierto lo que muchos ya han llamado "el topless más comentado del año".

Las redes sociales entraron en combustión instantánea. X (antes Twitter) se llenó de comentarios entre la ovación y el desconcierto. Para algunos, Inés acababa de firmar un manifiesto feminista en vivo y en directo. Para otros, no era más que la enésima excentricidad de alguien que ha hecho del espectáculo su religión. La única certeza es que todos estaban hablando de ella.

Melody, la otra gran protagonista

En medio de esta fiebre colectiva, alguien más había ganado el Benidorm Fest. Melody, aquella niña prodigio que hace años nos hizo bailar con El baile del gorila, hoy es una diva consagrada. Con Esa diva, una canción que es un homenaje a las grandes voces y a la música pop de estribillos pegadizos, conquistó al jurado y al televoto con una combinación de potencia vocal y una puesta en escena de infarto. La sevillana, con su seguridad escénica y su carisma de estrella curtida en los escenarios, arrasó con 150 puntos, dejando atrás a Daniela Blasco y JKbello, que también firmaron actuaciones memorables. En el Palau, la ovación fue atronadora. Melody demostró que no hay que reinventarse cuando ya se es única. Su victoria fue la confirmación de que el talento, la experiencia y el instinto escénico siguen siendo la mejor fórmula para ganar.

Famosos, políticos y espontáneos

El Benidorm Fest ya no es solo un certamen musical: es un desfile de personajes que se dan cita para dejarse ver y confirmar que, en el fondo, todos quieren ser parte del espectáculo. Este año, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, se dejó caer por allí, probablemente sin sospechar que terminaría en medio de una conversación digital sobre feminismo, libertad de expresión y lo que significa enseñar un pecho en horario no infantil. También se pasearon por el photocall estrellas televisivas como Ángel Llácer, Lidia Torrent y Lorena Castell, todos encantados de compartir plano con una fiesta que cada vez parece más una mezcla de gala musical y entrega de los Premios Feroz. Entre los asistentes, se encontraban también los concursantes eliminados y las caras conocidas de ediciones anteriores, todos ellos disfrutando del espectáculo con la mezcla de envidia y alivio de quien sabe que ya no tiene que competir.

Sonia y Selena: las reinas del pueblo

Pero si hubo unas ganadoras morales de la noche, esas fueron Sonia y Selena. Su simple presencia bastó para encender al público. No necesitaron competir ni someterse a las votaciones del jurado. Su legado es tan sólido que cualquier aparición pública se convierte en un homenaje a sí mismas. Mientras en el escenario sonaba música nueva, en las gradas se coreaban fragmentos de Yo quiero bailar, himno inmortal de veranos que nunca terminan. Hubo otra figura que reapareció en esta edición del Benidorm Fest: Miryam Benedited.

Rigoberta Bandini, en la final del Benidorm fest

La coreógrafa, que en 2022 fue señalada y vilipendiada por una conspiración absurda que la acusaba de haber amañado las votaciones a favor de Chanel, decidió regresar sin hacer ruido. Nada de declaraciones, nada de titulares escandalosos. Simplemente, estaba allí, como quien vuelve al lugar del crimen, pero sin rencores. Su presencia fue una lección de resistencia silenciosa. En un mundo donde todo es grito y exceso, su discreción resultó ser un acto de rebeldía. Mientras los ecos del festival se apagan y los memes del topless de Inés Hernand siguen circulando por las redes, la gran pregunta es: ¿qué pasará en Eurovisión? Melody tiene ante sí el reto de llevar a España a lo más alto. Su experiencia, su talento y su energía juegan a su favor. Pero Eurovisión es un territorio impredecible, donde lo inesperado siempre tiene la última palabra.

Lo único seguro es que, pase lo que pase en mayo, el Benidorm Fest ya ha cumplido su cometido: ha sido una fiesta inolvidable, un espectáculo desbordante y un recordatorio de que, al final del día, lo que importa es el show. Y si hace falta, un poco de escándalo también.

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