El peso de la Historia se siente diferente cuando lo portan quienes están llamados a encarnar su memoria. En el helado enero de Polonia, bajo un cielo que, como cada año, parece arrastrar las sombras de los trenes que nunca llegaron a destino, la memoria colectiva de Europa se da cita (histórica) para conmemorar el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau. Aquí no hay espacio para galas ni coronas refulgentes; los royals, con su inconfundible estampa, se funden con los jefes de Estado y primeros ministros para recordar, con dolor y solemnidad, el mayor horror de la humanidad en el siglo XX.

Manu Tenorio, exconcursante de Operación Triunfo y cantante que saltó a la fama en los primeros años del nuevo milenio, ha logrado una notoriedad que parece ir más allá de su música. A lo largo de los años, el andaluz ha sido una cara reconocida en el panorama musical español, pero en los últimos tiempos, la prensa y los medios de comunicación lo han colocado bajo los reflectores por un asunto menos glamuroso: los okupas. Un tema que, lamentablemente, se ha convertido en un dolor de cabeza para muchos propietarios de viviendas en España y que ha alcanzado a Tenorio de forma personal.

Melania Trump, la Primera Dama de los Estados Unidos, no es una figura que se pueda asimilar fácilmente a la historia que involucra a la tan venerada Jacqueline Kennedy. Siendo la esposa de Donald Trump, Melania ha sido una mujer que ha cautivado y desconcertado a la opinión pública por igual. Sin embargo, al compararla con la figura de Jackie Kennedy, emergen dos mundos que, aunque cercanos en el escenario político, divergen en los dilemas personales que enfrentan sus respectivos maridos.

Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, de 26 años, no es hijo del presidente de los EEUU pero sí es nieto de Juan Carlos de Borbón e hijo de la infanta Elena, sobrino de Felipe VI, primo de Leonor y Sofía, y hermano de Victoria Federica. El hijo de Jaime de Marichalar es uno de los personajes de la familia del Rey que más quebraderos de cabeza ha dado, si bien su hermana, ahora estrella televisiva, trata de hacer que nos olvidemos de los tiros en el pie de su hermano. Froilán nunca fue buen estudiante, pero se hizo muy mediático por sus escándalos y fiestas. Froilán, ocho años mayor que Barron Trump, es más bajo y parece que algo mas travieso, si bien dicen que desde que reside con su abuelo "ejemplar" en el Golfo Pérsico ha sentado la cabeza o al menos no nos enteramos de sus idas y venidas.

Por momentos, conversar con Ágatha Ruiz de la Prada es como abrir un baúl de colores: desordenado, fascinante y siempre inesperado. No es de extrañar la gran paradoja que protagoniza la ex mujer de Pedro J. Ramírez: se humilla acudiendo a arrastrarse por los platós para recaudar unas monedas porque le hace falta dinero pero a la vez ella es una mina de oro, un filón ideal ilustrar una crónica sobre las extravagancias de la alta sociedad española que se deja ver. Su presencia, pagada como se paga a los guiñoles que desfilan por esta pasarela patética de la televisión decadente, llegaba aderezada con esa eficaz dosis de vulnerabilidad y el brillo melancólico de una aristócrata que no sabe (ni quiere) vivir lejos del foco. Y más si le pagan por la función.

En el vasto lienzo de la vida, hay momentos que, como pinceladas indelebles, marcan el alma de quienes los viven. Hace dieciocho años, Fabiola Martínez, una mujer de origen venezolano, trajo al mundo a su primer hijo junto al conocido presentador y cantante Bertín Osborne. Ese instante, cargado de esperanza y temor, se convirtió en un hito que transformó sus existencias para siempre. Durante el embarazo, Fabiola enfrentó una dura prueba: una infección por listeriosis que afectó a su hijo aún no nacido. Los médicos detectaron que todos sus órganos estaban comprometidos, y la sombra de la incertidumbre se cernía sobre ellos. La fecha del parto se acercaba, y con ella, el miedo constante a una posible pérdida.

El presidente Trump ha celebrado por todo lo alto su toma de posesión. Como es tradición, ha asistido junto a su esposa al llamado baile del Comandante en Jefe. Ha bailado con Melania Trump ante una estruendosa ovación en uno de los más vistosos eventos inaugurales, que se han prolongado hasta altas horas de la madrugada del lunes. La primera dama, de 54 años (es 24 años menor que el presidente), ha bailado con su marido, y desde luego ha deslumbrado a la multitud al salir con un llamativo vestido blanco y negro sin tirantes, zapatos blancos de tacón alto y una gargantilla negra con un elegante broche que se asemeja un ramo de flores. Un modelo diseñado por Hervé Pierre, el mismo modisto detrás del vestido de gala de la inauguración de Melania en 2017. Trump, vestido con un esmoquin negro y una pajarita, comenzó a bailar con su esposa en el evento dirigido tradicionalmente a miembros del servicio militar. Por eso se llama el Baile del Comandante, porque el es ahora el Comandante en Jefe.

Nada sorprende ya en Donald Trump. Instaurar una presidencia de carácter dinástico, más o menos legal, al frente de la democracia norteamericana para perpetuar su apellido en la Casa Blanca suena tan loco como que un convicto llegue al despacho Oval o invadir Groenlandia. Pero el hombre que este lunes se convierte por segunda vez en la persona más poderosa del planeta cuenta con la osadía, el poder y hasta los precedentes, si aceptamos las presidencias no consecutivas de los Bush, o los intentos de los Kennedy de suceder a JFK, o el de Hillary Clinton de ocupar la presidencia.

Genoveva Casanova y Victoria Federica vapulearon desde El Desafío de Antena 3 (15.6%) la entrevista remunerada de Elisa Mouliaá en DeViernes, (10.7) donde la actriz que ha denunciado a Errejón por acoso sexual se prestó a ser la estrella de la noche del morbo junto a Bárbara Rey. La victima (televisivamente hablando) fue Gemma Nierga, que no pasó del 4.7% con 59 Segundos, quedando relegado el espacio de Mediapro en su nueva ubicación por detrás no solo de Antena 3 y Telecinco sino de laSexta o Cuatro.