Nada sorprende ya en Donald Trump. Instaurar una presidencia de carácter dinástico, más o menos legal, al frente de la democracia norteamericana para perpetuar su apellido en la Casa Blanca suena tan loco como que un convicto llegue al despacho Oval o invadir Groenlandia. Pero el hombre que este lunes se convierte por segunda vez en la persona más poderosa del planeta cuenta con la osadía, el poder y hasta los precedentes, si aceptamos las presidencias no consecutivas de los Bush, o los intentos de los Kennedy de suceder a JFK, o el de Hillary Clinton de ocupar la presidencia.
Trump está listo a sus 78 años para regresar al escenario político con el estilo grandilocuente que lo caracteriza. Para muestra, otro botón: en vísperas de su segunda toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, el magnate organizó una fastuosa recepción en el Trump National Golf Club, en Sterling, Virginia. Acompañado por su esposa Melania, un selecto grupo de 500 invitados, y por supuesto sus hijos, incluida Ivanka. A sus 43 años, la hija más lista del sucesor de Biden repite que no volverá a la Casa Blanca con un papel institucional, como en el anterior mandato. Pero hay quien cree que es la tapada de su padre para perpetuar el apellido al frente del país si los cambios legislativos no salen adelante para permitirle ir a por el tercero y en 2029, cuando tenga 82 años, debe ceder el testigo.
Este 'finde', Trump observó un espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el cielo nocturno, simbolizando el inicio de un nuevo capítulo en su polémica trayectoria política. Mientras las luces danzaban en el firmamento, el presidente electo no dejó pasar la oportunidad de lanzar críticas a través de su cuenta en Truth Social. En un mensaje dirigido al sistema judicial de Nueva York, Trump apuntó contra la fiscal general Letitia James y un juez que, según él, está implicado en una conspiración en su contra. "¿Qué está pasando con este juez totalmente corrupto?", escribió, refiriéndose a lo que describió como una serie de movimientos sospechosos en su caso legal. "Los tribunales de Nueva York deben ser investigados", añadió, consolidando su postura como el eterno outsider que desafía al establishment. Trump es capaz de cualquier cosa y da igual que salga con una ametralladora por Manhattan y dispare a la gente, decida invadir el Polo Norte o entre en el Capitolio a caballo.
Trump no hizo nada de eso este sábado y se limitó a compartir con sus seguidores un video de casi 15 minutos en el que Melania y él aparecían en el balcón del club de golf, aplaudiendo mientras el cielo se llenaba de explosiones de luz. Fiel a su estilo, el presidente electo cerró el momento con uno de sus característicos pasos de baile frente a los asistentes, provocando risas y vítores. Para Trump, la política no es solo una arena de combate, sino también un espectáculo que debe mantener a todos atentos.
Entre los asistentes al evento destacaron figuras cercanas a su gabinete, como Pete Hegseth y Lee Zeldin, quienes se preparan para asumir roles clave en la nueva administración pero sobre todo el sucesor de Biden quiso exhibir la unión de su familia, subrayando la centralidad del clan Trump en su visión del poder. Por eso, estuvieron presentes sus hijos, Don Jr., Tiffany, Eric, y por supuesto Ivanka Trump.
El ambiente festivo estuvo marcado por una actuación de un imitador de Elvis Presley, que ofreció un toque nostálgico y ligero a la velada. Margo Martin, una de las asesoras de Trump, compartió detalles del evento en X, destacando la energía de la noche y la emoción de los invitados por lo que está por venir. La familia Trump llegó desde Florida a bordo de un avión de la Fuerza Aérea para comenzar el fin de semana inaugural, dejando claro que el regreso de Trump a la Casa Blanca será tan explosivo como los fuegos artificiales que lo celebraron.
La teatralidad y el sentido de espectáculo que siempre han definido a Trump cuenta con una actriz irrenunciable, que en su anterior etapa en la Casa Blanca actuó como Primera Dama más que Melania: Ivanka. Este domingo, el presidente electo tiene previsto visitar el Cementerio Nacional de Arlington para depositar una ofrenda floral, un gesto solemne que busca conectar su mandato con las tradiciones patrióticas de la nación. Más tarde, encabezará un mitin "Make America Great Again Victory Rally" en el Capital One Arena, en el corazón de Washington. Se espera que el evento atraiga a miles de seguidores, en un intento por mostrar el peso de su base política y el entusiasmo por su retorno al poder.
El lunes, al mediodía, Donald Trump será oficialmente nombrado 47.º presidente de los Estados Unidos. En una decisión inusual, la ceremonia tendrá lugar en la Rotonda del Capitolio, marcando la primera vez en cuatro décadas que se elige este espacio cerrado para la ocasión, una medida adoptada debido a las temperaturas extremas que azotan la capital. La elección del lugar, sin embargo, podría ser vista como una metáfora del estilo de Trump: un líder que se maneja en espacios cerrados, bajo su control, y que siempre desafía las convenciones.
La segunda toma de posesión de Donald Trump parece diseñada para consolidar su imagen como un líder que combina espectáculo, controversia y audacia. Su regreso al poder, que para sus críticos es una señal de divisiones profundas en la sociedad estadounidense, para sus seguidores representa una oportunidad de devolver al país a la senda que él prometió en su primer mandato. En este fin de semana de celebraciones, Trump ha dejado clara su capacidad para romper las reglas del juego.
Mientras tanto, el país espera con anticipación –y no poca ansiedad– los primeros pasos de su nueva administración. Los fuegos artificiales en Virginia, el mitin en Washington y la ceremonia en la Rotonda son solo el comienzo de lo que promete ser otro capítulo lleno de giros inesperados en la historia de Donald Trump. Uno de ellos puede ser recuperar para la vida pública a Ivanka Trump, su hija modelo, empresaria, madre de familia y asesora de su padre, o sea, del Presidente de los Estados Unidos, entre el 29 de marzo de 2017 y el 20 de enero de 2021. Además, fue Directora de la Oficina de Iniciativas Económicas y Emprendimiento de los Estados Unidos. ¿Alguien se imagina que una hija de Aznar o de Zapatero hubiera sido nombrada directamente a dedo por el presidente responsable de un puesto así en España?
President @realDonaldTrump and @MELANIATRUMP arrive at Trump National Sterling, VA! ?? pic.twitter.com/ZCIcCJz3O6
— Margo Martin (@margomartin) January 19, 2025
Pero con Trump cualquier cosa es posible y aunque Ivanka dio un paso atrás para dedicare a su familia y a sus negocios, en este regreso de su padre a la Casa Blanca vemos destellos e indicios que contradicen sus declaradas intenciones y permiten pensar en una posible vuelta que sería desvelada en el momento perfecto. Lugo ya se buscarían excusas para justificar la decisión como "lo hago por el país", "el pueblo me lo pide" o simplemente, he cambiado de opinión", emulando a Pedro Sánchez. No sería de extrañar que Donald Trump tratara de preparar una especie de sucesión dinástica, como la que montaron los Bush con sus intermitencia, los Clinton (lo intentaron) o los Kennedy, aunque asesinaron a Bobby en su campaña.
Sucesión dinástica en la Casa Blanca como en la época de los Bush
Ivanka nació en Manhattan, Nueva York, y es la segunda hija de la modelo checoestadounidense Ivana Marie y Donald Trump. Asistió a Choate Rosemary Hall en Wallingford, Connecticut, y al Chapin School en Nueva York. Después de graduarse, estuvo dos años en Georgetown University y luego se trasladó para graduarse en la Wharton School de la University of Pennsylvania, alma mater de su padre, como Economista.

En el universo de las élites, hay quienes no caminan, sino que flotan, como si su presencia fuera la danza de un perfume exclusivo sobre un pavimento alfombrado. Ivanka Trump, con su impecable dominio del tiempo y del espacio, es uno de esos seres diseñados para el escaparate. Sin embargo, lo que parece un desfile perpetuo no es más que la punta de un iceberg moldeado por la ambición y el peso de un apellido que, como un sello de oro, abre puertas pero también impone cadenas. De momento, está en barbecho, y en el umbral de un nuevo capítulo político para su familia, ha elegido apartarse de la escena pública para sumergirse en un escenario más íntimo, más privado. Desde su residencia en Miami, junto a Jared Kushner y sus tres hijos, ha optado por observar desde la barrera, mientras las piezas del ajedrez político se mueven sin ella.

La decisión de no asumir roles oficiales en el segundo mandato de su padre puede ser estratégica, como cualquier jugada empresarial. No se trata de huir de la política, sino de dibujar un espacio propio, libre de las tensiones que la envolvieron en su papel como asesora durante la primera administración. Ivanka, ahora, se presenta como una figura familiar, la hija devota que desea ofrecer momentos de calma y reposo a un hombre acostumbrado a caminar entre tormentas. "Quiero apoyarlo desde el lugar más importante, la familia", ha dicho, alejándose deliberadamente de los escenarios políticos donde la oscuridad, como ella misma lo describió, amenaza con devorar incluso al más brillante.
Pero no todo el mundo cree que este repliegue sea un retiro definitivo, sino un movimiento calculado, un paso atrás para observar mejor el tablero. Ivanka Trump no es solo la hija del magnate que conquistó la presidencia ni la esposa del hombre que supo moverse con maestría en los laberintos del poder. Es, ante todo, una mujer que supo transitar por las arenas de la moda, los negocios y la política, dejando una huella que pocos podrán borrar.
Con apenas catorce años, firmó con la prestigiosa agencia Elite Model Management, iniciando una carrera en las pasarelas que, para otros, sería el sueño definitivo, pero para ella no era más que un peldaño hacia algo mayor. Desfiló para diseñadores como Vivienne Westwood y Thierry Mugler, dejando una estela de elegancia por las pasarelas de París y Londres. Su presencia, sin embargo, no se limitaba al porte y la gracia. Había en ella algo distinto, una mezcla de carisma y determinación que sugería que su destino no sería ser musa de otros, sino arquitecta de su propio imperio. Tras conquistar portadas de revistas de moda, decidió convertir ese conocimiento adquirido en un capital tangible.

En 2007, lanzó una línea de joyería que reflejaba su estilo: piezas elegantes y modernas, pensadas para mujeres que buscaban un equilibrio entre lo práctico y lo sofisticado. Fue solo el inicio. Con el tiempo, su marca, la Ivanka Trump Collection, incluiría ropa, zapatos y accesorios que encarnaban su visión de una mujer empoderada, capaz de triunfar en la sala de juntas sin perder el glamour en el camino.

En 2018, Ivanka decidió cerrar su marca de moda, sacrificándola para evitar conflictos de interés como asesora en la Casa Blanca. Desde entonces, ha priorizado su vida familiar en Miami, dejando el escenario político en manos de su padre. Ivanka observa desde la barrera, lista para cuando la ocasión lo requiera, sabiendo que su huella en el poder, aunque invisible por ahora, sigue latente. Su padre tendrá 82 años cuando acabe este mandato. Ella, 48. ¿Puede ser la bala en la recámara por si no salen los cambios legislativos que permitan a Donald Trump continuar en la Casa Blanca más allá de 2029?