Cuando comencé mi andadura en el sector de la intermediación hipotecaria hace ya veinticinco años, las reglas del juego eran muy distintas. El mercado era más opaco, las tecnologías eran limitadas, y la figura del intermediario hipotecario era esencialmente desconocida para la mayoría de los clientes y también para las entidades bancarias, que se sorprendían que un cliente utilizase a un intermediario, y no acudiera directamente a las entidades. Hoy, con un cuarto de siglo de experiencia a mis espaldas, explicar la importancia de los intermediarios financieros resulta algo más sencillo, pero antes, necesitamos un poco de contexto.