
Durante el mes de agosto, la música de verbenas y chiringuitos rebosa en plazas y playas en cada rincón del país. El mes por antonomasia en el que la mayoría de los españoles aprovecha para viajar, hacer turismo o simplemente descansar, marca la operación salida más significativa del año. Según las previsiones de la Dirección General de Tráfico (DGT), se espera que durante todo el mes se realicen 49,3 millones de desplazamientos, alcanzando los 95 millones incluyendo los realizados en julio, lo que supone un aumento del 1,75% en comparación con los datos del verano de 2022. Entre todos estos desplazamientos, una considerable parte de la población emprende rumbo a su segunda residencia.
Los datos del censo proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el año 2021 señalan que, de los 26,6 millones de viviendas existentes en España, aproximadamente 2 millones y medio son utilizadas de manera esporádica, es decir, se ocupan durante uno a tres meses al año. Esto representa alrededor del 9,44% del total de viviendas, que corresponden a segundas residencias.
Para materializar el deseo de poseer una propiedad en la montaña lejos del bullicio de la ciudad o en la costa cerca del mar refrescante durante el caluroso verano, muchas personas recurren al financiamiento proporcionado por entidades bancarias. Sin embargo, se ha observado un descenso del 24% interanual en el número de hipotecas sobre viviendas durante el mes de mayo, de acuerdo con los datos del INE. Esta disminución se atribuye, en gran medida, al continuo aumento de los tipos de interés promovido por el Banco Central Europeo (BCE), lo que ha generado ciertas restricciones en la obtención de préstamos para segundas residencias.
Según las principales entidades financieras, la compra de una vivienda en la playa puede superar en un 75% el precio de una casa en una zona no turística, lo cual supone un aumento de 25 puntos porcentuales en casi una década, cuando en 2014 la brecha era de un 50%. La adquisición de una segunda vivienda se ha vuelto cada vez más compleja, es un hecho innegable. En el sector bancario, este tipo de préstamos es considerado arriesgado debido a que, en momentos de mayor dificultad económica, como el presente, la prioridad es el pago de la hipoteca de la residencia principal. Como resultado, un número creciente de familias se ha visto obligado a poner en venta o alquiler sus apartamentos durante el último verano. El acceso a una segunda vivienda en nuestro país parece estar convirtiéndose en una opción al alcance de un reducido grupo de personas, pues cada vez hay menos que cuentan con el perfil crediticio necesario.
Ciudadanos británicos y alemanes, los cuales representan casi la mitad de la ocupación hotelera extranjera en nuestro país, según indican los últimos datos del INE, son también los únicos que a día de hoy pueden hacer frente al pago de una residencia costera en nuestro país. Uno de los factores determinantes es que los compradores extranjeros realizan un desembolso mayor al adquirir una vivienda en comparación con los compradores nacionales, lo que les permite enfrentar el incremento del 75% en el valor de estas residencias que ha reducido las posibilidades de los compradores locales, tradicionalmente acostumbrados a viajar cada agosto desde el interior del país hacia zonas costeras.
En la actualidad, adquirir una segunda residencia se ha convertido en una decisión compleja, en la que resulta fundamental valorar el tiempo que se pasará en ella y considerar la posibilidad de rentabilizarla mediante alquileres vacacionales durante los periodos en que no esté siendo utilizada, una idea que hace algunos años parecía impensable. La compra de una segunda residencia como vivienda de inversión se ha vuelto una opción cada vez más demandada, experimentando un crecimiento en comparación con años anteriores. En tiempos de inflación, las viviendas vacacionales han ganado relevancia como activos refugio entre los inversores, y se presentan como una inversión que se amortiza por sí sola para el comprador tradicional. En contraste, el alquiler residencial a largo plazo puede generar ingresos recurrentes más bajos, lo que a su vez ejerce una menor presión en el pago del préstamo para la segunda residencia.
Con todo, y pese a la pérdida de poder adquisitivo que una parte de la sociedad está experimentando con la inflación, el acceso a préstamos para una segunda residencia sigue siendo una realidad. Con una adecuada planificación financiera y asesoría profesional, las posibilidades de obtener condiciones favorables de financiamiento por parte de las entidades bancarias aumentan. De este modo, aunque pudiera dar la sensación de que existen dificultades de acceso a este tipo de créditos, lo cierto es que las entidades los siguen dando a aquellas personas que cumplen con los ratios de endeudamiento, una situación que se ve reflejada en el crecimiento de compras de segundas residencias en este año 2023. Las playas de nuestro país se abarrotarán en este mes de agosto, y esperamos que este ambiente no desaparezca nunca, manteniendo viva la magia de cada verano en nuestro país.