En busca del mejor espacio
Todos querríamos tener un Ferrari. O un Lamborghini, o un Ford Mustang Fastback del 66, o un Mercedes 300 SL. Surcar las autopistas a bordo de joyas de la ingeniería y el diseño. Escuchar el bramido de un motor de 500 caballos y, una vez aparcado, bajar del vehículo a la sombra desplegada de metálicas alas de gaviota. O quizá no. Quizá querríamos tener unos auténticos Louboutin de suela roja y tacón despiadado. O un Patek Philippe de centenario mecanismo automático.