Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.
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El Banco de Inglaterra (BoE) no ha podido este jueves desacelerar las subidas de tipos de interés ante la persistencia de las presiones inflacionarias que experimenta Reino Unido. Tras elevar los tipos en 50 puntos básicos en su reunión de diciembre, el Comité de Política Monetaria (CPM) del banco ha vuelto a decretar un aumento de 50 puntos básicos que los ha llevado hasta el 4%, el nivel más alto desde noviembre de 2008. Cabe recordar que los tipos se encontraban en un mínimo del 0,1% en enero de 2022.

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Ser el último algunas veces tiene sus ventajas. No en el caso de la inflación. Dentro de la oleada de subidas de precios experimentada en la eurozona en los últimos meses, Francia registró durante una parte importante de 2022 las tasas más comedidas. El precio a partir de ahora se traduce en un pico de inflación por venir -sus otros socios europeos ya lo habrían dejado atrás- y unos porcentajes más elevados que sus vecinos de cara al cierre de 2023.

Entre el final de la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945 y el ataque de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, Europa ha disfrutado de un período excepcionalmente largo de paz (interrumpida por conflictos 'periféricos' como la Guerra de los Balcanes). La lección parecía aprendida. La unión económica y política fomentaron las relaciones comerciales, dando lugar a una globalización que ha traído la prosperidad económica a un continente históricamente castigado por cruentas guerras. La globalización ha sido la consecuencia de un crecimiento del comercio internacional que ha superado con creces el avance del PIB en las economías avanzadas. Las sinergias y la eficiencia de la globalización (cada región o país se especializaba en los sectores o nichos en los que contaban con ventajas comparativas) han sido clave para incrementar los estándares de vida de los consumidores de los países desarrollados, pero también de otras regiones, como ha sido el caso de Asia. Ahora, este paradigma globalizador parece frenarse en el mejor de los casos.

La inflación ha sido la gran protagonista de 2022 en el mundo de la economía. El elevado auge de los precios se ha prolongado durante todo el año, convirtiéndose en el mayor quebradero de cabeza para los bancos centrales y los gobiernos. La fuerte inflación ha generado una crisis del coste de la vida que tiene el potencial para 'derrocar' a gobiernos o provocar cambios importantes en los paradigmas económicos que han reinado hasta ahora. Por suerte, todo hace indicar que los precios han comenzado a moderarse de forma notable en los últimos meses, incluso en la Eurozona, donde la inflación general se situó en el 9,2% en diciembre. Así, en condiciones normales, se esperaría que el dato de IPC de enero en la Eurozona diese un paso más en esa dirección, pero lo cierto es que existe el riesgo de que se produzca una pequeña revolución, liderada por Alemania (el país que más peso tiene en el IPC) y por algunos cambios técnicos de Eurostat a la hora de medir la inflación.

La primera reacción al dato de PIB de EEUU del cuarto trimestre de 2022 en los medios ha sido elogiar la resistencia de la primera economía del mundo. El crecimiento ha batido todas las expectativas. Sin embargo, cuando se profundiza en los componentes que han generado este supuesto crecimiento de la actividad en EEUU, la historia cambia bastante. El interior del PIB de EEUU revela una economía en la que el ahorro acumulado se agota, las empresas empiezan a tener algunos problemas (todavía leves) para vender su stock y en la que los tipos de interés empiezan a hacer mella de forma evidente en la inversión, que a la postre es el componente del PIB que genera un crecimiento sostenible en el medio y largo plazo. La economía de EEUU pide paso para aterrizar tras dos años de intenso crecimiento.

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Primero fue el 'aterrizaje suave' y ahora la 'desinflación inmaculada'. Se siguen sucediendo las expresiones de los economistas para definir un escenario en el que los bancos centrales han conseguido doblegar en relativo poco tiempo la elevada inflación sin asestar un duro golpe a las economías. Aunque todavía es muy pronto para saber si la Reserva Federal y sus homólogos conseguirán 'enhebrar la aguja', es útil clarificar conceptos.

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La economía de la eurozona surfea la recesión. Esa es la primera conclusión que se puede sacar de los datos adelantados sobre la actividad empresarial en la región relativos a este primer mes de 2023. Y es que la zona euro se expande en enero, algo que no sucedía desde junio. Una referencia que refuerza la creciente esperanza de que el Viejo Continente dé esquinazo a una nueva crisis.

La fuerte subida de los tipos de interés y la caída del precio de la vivienda en algunas de las economías más importantes de Europa tienen el potencial de provocar serios problemas para los grandes tenedores de viviendas. Muchos de ellos ya han sufrido una dura corrección en los mercados (una buena parte cotiza en bolsa) que se podría agudizar a medida que préstamos y bonos (con los que financian sus operaciones) vayan venciendo. Refinanciar esas deudas en un entorno como el actual va a ser muy caro cuando menos. Según datos de Bloomberg, unos 390.000 millones de euros en deuda de grandes caseros vencerán este año.

Rusia ha conseguido una pírrica 'victoria' en el campo económico durante 2022. Frente al desplome de su economía que habían vaticinado organismos y casas de análisis, la economía rusa ha resistido mucho mejor de lo esperado. Se cree que la recesión podría haber sido de entre el 2 y el 3% del PIB. La fuerte subida del precio de las materias primas (sobre todo petróleo y gas), junto a la pericia del Banco de Rusia y algunos asesores económicos de Vladimir Putin han permitido al país soportar las leoninas sanciones impuestas por Occidente. Sin embargo, este éxito podría tener las patas muy cortas.

El dominio global del dólar en las últimas siete décadas se está viendo debilitado de forma progresiva. La ausencia de alternativas sólidas se ha convertido en el mayor aliado del 'billete verde' para mantener la hegemonía en el sistema monetario global. Sin embargo, esto no ha impedido que los bancos centrales de casi todo el mundo hayan reducido su confianza en el dólar (para mantener sus reservas) a cambio de otras divisas u activos. El sistema monetario se encuentra en constante evolución y poco a poco se va alejando del modelo dólar-céntrico para acercarse a otro más multipolar. No obstante, para entender lo que está ocurriendo, conviene mirar atrás y analizar cómo este cambio que ahora está tomando impulso lleva tiempo fermentando.