Redactor de Informalia.

Jack Lemmon, nacido como John Uhler Lemmon III el 8 de febrero de 1925 en un ascensor del hospital Newton-Wellesley en Boston, llegó al mundo con prisa, como si ya desde entonces supiera que el escenario de la vida le aguardaba impaciente. Su madre, una dama de la alta sociedad y ávida jugadora de bridge, rompió aguas prematuramente durante una partida, precipitando su nacimiento. Años más tarde, el destino le haría enamorarse en la pantalla de una ascensorista, la señorita Kubelick, interpretada por Shirley MacLaine en El apartamento, una de sus películas más emblemáticas.

Cuando las estrellas del mundo se alinean y el destino parece orquestar de manera perfecta la unión de una millonaria y su príncipe no cabe duda de que el universo está de alguna manera conspirando para que el momento sea inolvidable. Así es la historia de Chrysi Vardinogianni, la heredera de la vasta fortuna petrolera, y Nicolás de Grecia, primo carnal de Felipe VI y descendiente de una de las casas reales más reconocidas de Europa. Este viernes 7 de febrero ambos se dan el "sí" en una ceremonia que promete ser un despliegue de elegancia, tradición y glamour, el lugar elegido: la iglesia de San Nicolás de Rangava, en Atenas, una joya arquitectónica del siglo XI que ha sobrevivido a los estragos del tiempo, del fuego y de las balas de cañón. La iglesia, reparada en el siglo XVIII tras ser dañada en una guerra, es un símbolo de resistencia y renovación, al igual que lo será este enlace entre dos mundos aparentemente opuestos pero profundamente conectados en su búsqueda por la perfección.

Si la moda fuese un lenguaje, Nuria Roca lo hablaría con una fluidez admirable. Su presencia en televisión la ha convertido en un rostro familiar, pero ha sido su instinto sartorial el que la ha elevado a la categoría de referente estilístico. Con 52 años, la presentadora, escritora y locutora valenciana no solo comunica con palabras, sino también a través de cada prenda que elige. Su estilo, pulido a lo largo de los años con una combinación de sofisticación relajada y audacia controlada, ha conseguido capturar la atención de miles de seguidores, quienes esperan con expectación cada una de sus elecciones de vestuario.

La gala de los Grammy dejó la sensación de que la música no solo se escucha sino que habla. Los Grammy 2025 han sido un espectáculo colosal con momentos que van más allá de la música y el espectáculo, y mucho más que una entrega de premios: un altavoz para causas como las defendidas por Shakira y Lady Gaga. Ambas dejaron claro que la música es un arma sonora contra la injusticia. Fue la noche en la que Beyoncé sumó un Grammy más a su colección, Kendrick Lamar dio la sorpresa y Taylor Swift se quedó sin trofeo. En la noche más importante de la música, los focos no solo apuntaron a los vestidos de gala ni a los destellos de las estatuillas doradas. En la entrega de los Grammy 2025, el arte y la política se fundieron en un solo escenario cuando Shakira y Lady Gaga aprovecharon la ocasión para lanzar mensajes claros y sin rodeos contra las políticas de exclusión y odio que resurgen con fuerza en Estados Unidos tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

La alfombra roja de los Grammy 2025 ha sido un verdadero espectáculo de moda y glamour. Desde los diseños más vanguardistas hasta las apuestas más clásicas, las estrellas han deslumbrado con estilismos que reflejan su esencia artística y personalidad. Pasamos revista a los looks más comentados de la noche. La alfombra roja de los Grammy 2025 no solo celebró la música, sino también el arte de la moda, con looks que pasaron de la elegancia clásica al maximalismo audaz. ¿Cuál fue tu favorito?

En el vasto universo de lo inexplicable, pocas cosas logran sorprendernos más que el hecho de que un hombre con 500 mil millones de dólares en el banco (es un decir) decida tomarse unas vacaciones en una isla donde la atracción principal es un volcán que podría entrar en erupción en cualquier momento. Y sin embargo, ahí está: Jeff Bezos, el emperador del comercio en línea, el conquistador de los algoritmos, el hombre que hizo que los carteros y empleados de transporte trabajen más que los médicos, navegando por las cristalinas aguas del Caribe a bordo del Koru, un yate de 500 millones de dólares que, dicho sea de paso, cuesta más que el PIB de algunas naciones pequeñas.

La reina del melodrama y de los pasionales enfrentamientos televisivos, Joan Collins, quien ha sido considerada un pilar del glamour de Hollywood, se adentra en un terreno completamente nuevo: el de la realeza. A sus 91 años, la icónica actriz británica ha aceptado un desafío monumental: interpretar a Wallis Simpson, la duquesa de Windsor, en un biopic titulado The Bitter End, que seguirá los últimos años de vida de esta figura tan controvertida como fascinante de la historia de la monarquía británica.

La reina de España es imagen porque una parte de la Corona es imagen y sería absurdo negarlo. Como sería absurdo negar que es un icono de moda, que marca tendencia y que contribuye a crear marca España cuando escoge modelos de Mango o de Zara o tantas otras marcas de ropa o complementos Made in Spain. No es de extrañar por tanto que los medios tomemos nota de sus elecciones a la hora no solo de vestir sino de cambiar de peinado o maquillaje. Sin embargo, el error puede estar en hablar solo de eso y dejar de lado la importantísima labor de la consorte por ejemplo a la hora de dar visibilidad a causas y problemas importantísimos, como hemos visto en multitud de ocasiones por España y por el mundo. Por eso, hace tiempo que desde el entorno de la reina se pide más atención a su labor que a sus atuendos.

La película se centrará en su labor medioambiental y podríamos titularla Carlos III y la última cruzada del rey verde. Pero no sabemos si será ese el nombre. En un tiempo donde los monarcas parecen figuras de porcelana destinadas a decorar los billetes y pronunciar discursos que casi nadie recuerda, el rey Carlos III ha decidido sacudirse el polvo del protocolo y protagonizar su propia epopeya audiovisual. Ni una palabra de su tratamiento contra el cáncer.

En el trasiego de las grandes ferias de arte, donde coleccionistas con chaquetas de cachemira y zapatos de piel pulida buscan su próxima adquisición como si de un safari se tratara, el tiempo parece detenerse en una burbuja de transacciones, discursos y promesas. ARCOmadrid, Tefaf-Maastricht y Art Basel se preparan para abrir sus puertas y, con ellas, el eterno juego de miradas, de asombros fingidos y entusiasmos auténticos. Porque el arte contemporáneo no solo se compra y se vende, sino que se estudia, se escudriña y, a veces, incluso se comprende.