La gala de los Grammy dejó la sensación de que la música no solo se escucha sino que habla. Los Grammy 2025 han sido un espectáculo colosal con momentos que van más allá de la música y el espectáculo, y mucho más que una entrega de premios: un altavoz para causas como las defendidas por Shakira y Lady Gaga. Ambas dejaron claro que la música es un arma sonora contra la injusticia. Fue la noche en la que Beyoncé sumó un Grammy más a su colección, Kendrick Lamar dio la sorpresa y Taylor Swift se quedó sin trofeo. En la noche más importante de la música, los focos no solo apuntaron a los vestidos de gala ni a los destellos de las estatuillas doradas. En la entrega de los Grammy 2025, el arte y la política se fundieron en un solo escenario cuando Shakira y Lady Gaga aprovecharon la ocasión para lanzar mensajes claros y sin rodeos contra las políticas de exclusión y odio que resurgen con fuerza en Estados Unidos tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Cuando Shakira subió al escenario a recibir el premio a Mejor Álbum de Pop Latino, la ovación fue inmediata. Su trayectoria, sus logros y su vigencia en la industria ya eran motivo suficiente para aplaudir, pero la colombiana tenía algo más que decir. No necesitó un discurso largo, solo unas pocas palabras precisas y certeras: "Dedicado a los hermanos y hermanas inmigrantes. Sois queridos en este país y yo siempre voy a luchar por vosotros". El auditorio se vino abajo en aplausos. No hizo falta mencionar a Trump directamente: el mensaje estaba claro. La cantante, que desde hace un tiempo reside en Miami, sabe bien de lo que habla. En un país donde los discursos antiinmigración han vuelto a encontrar un altavoz en el poder, la figura de Shakira es un recordatorio de que la comunidad latina no solo forma parte del tejido social de Estados Unidos, sino que es imprescindible.

Y como si esas palabras no hubieran sido suficiente, su actuación fue otra declaración de intenciones. Comenzó con Ojos así, aquel clásico de su etapa temprana, para luego sorprender con una versión electrizante de la Session 53 junto a Bizarrap. No hizo falta explicar nada: cuando llegó la frase "Mucho gimnasio, pero trabaja el cerebro un poquito también", la audiencia entendió perfectamente a quién iba dirigido. Los versos, originalmente destinados a Gerard Piqué, resonaron con otro eco en este contexto. ¿Responderá Trump. a la barranquillera?

Lady Gaga y su defensa de la comunidad trans
Si Shakira representó a los inmigrantes, Lady Gaga fue la voz de la comunidad LGTBIQ+. En un momento en que los derechos de las personas trans han sido atacados con ferocidad desde distintos frentes políticos en Estados Unidos, la artista neoyorquina dejó claro que no iba a quedarse callada. Su mensaje fue directo y sin adornos: "Los trans existen". Fueron tres palabras, pero pesaban como plomo en el aire. Y luego llegó la música. Junto a Bruno Mars, Gaga interpretó una conmovedora versión de California Dreamin' de The Mamas and The Papas, una balada que resonó con un nuevo significado en medio de la crisis de los incendios que ha asolado California durante el último mes.
Mientras en el escenario las voces de Gaga y Mars se entrelazaban en una armonía casi etérea, en la pantalla gigante del auditorio se proyectaban imágenes de los damnificados: hogares reducidos a cenizas, familias con la mirada perdida, bomberos exhaustos tras semanas de lucha contra el fuego. Entre el público, Taylor Swift, Sabrina Carpenter y Olivia Rodrigo no pudieron contener las lágrimas. Los Grammy, por un instante, dejaron de ser un espectáculo para convertirse en un espacio de duelo y resistencia.

Chappell Roan y el pony gigante
Si alguien todavía no tenía en su radar a Chappell Roan, después de estos Grammy ya no hay excusa. La artista, que ha ido ganando notoriedad en los últimos años, protagonizó una de las actuaciones más memorables de la noche. Montada sobre un pony gigante, Roan interpretó Pink Pony Club, una canción en la que conviven el pop comercial, el rock y el indie en perfecta armonía. Y cuando bajó del pony, siguió bailando rodeada de un grupo de payasos de rodeo, en una puesta en escena que mezclaba lo kitsch con lo sublime. Si alguien pensaba que la industria del pop se estaba volviendo predecible, Chappell Roan llegó para demostrar lo contrario.

El espectáculo de Sabrina Carpenter
No fue la gran ganadora de la noche, pero Sabrina Carpenter demostró una vez más que es una artista en ascenso. Con su característica actitud entre adorable y pícaramente torpe, regaló una actuación que pareció sacada directamente de un musical de Broadway. Interpretó una fusión de Espresso y Please Please Please, y lo hizo con una energía arrolladora, a pesar de los pequeños percances que la hicieron aún más entrañable: se le cayó un bastón de atrezo, no atinó con el foco de luz y tuvo que trepar unas escaleras que parecían diseñadas para alguien mucho más alto. Pero todo formaba parte del encanto.

El escándalo de Kanye West
Y como en toda gala, también hubo polémica. Kanye West, siempre listo para el caos, empezó el día con un movimiento que nadie esperaba: dejó de seguir a todo el mundo en redes sociales, salvo a Taylor Swift. Luego, se presentó en la alfombra roja, acompañado por su pareja, Bianca Censori, quien vestía un atuendo tan transparente que parecía desnuda. West, con su habitual gesto serio, fue visto intercambiando palabras con los organizadores y, según algunos medios, fue "invitado a abandonar la gala" poco después. Otros aseguran que se marchó voluntariamente. Poco importa la versión real: el rapero consiguió lo que quería, ser noticia.

Homenaje a Los Ángeles y a sus héroes
La gala no solo fue un escenario para la música y la protesta, sino también un homenaje a Los Ángeles, la ciudad que ha sido golpeada por los incendios más devastadores de los últimos años. A lo largo de la noche, se proyectaron testimonios de personas afectadas –no de las celebridades que viven en mansiones aseguradas, sino de aquellos para quienes el fuego lo ha significado todo: taxistas, empleados de supermercados, familias de clase trabajadora. El cierre del homenaje tuvo un momento especial cuando el Cuerpo de Bomberos de Los Ángeles subió al escenario para entregar el premio más importante de la noche: Mejor Álbum del Año, que fue para Beyoncé. En un gesto de reconocimiento a su labor, los bomberos fueron ovacionados por el público, que les agradeció con un aplauso que duró varios minutos.
La gran noche de Kendrick Lamar y la sorpresa para Taylor Swift
Si hubo una sorpresa en la noche, esa fue Kendrick Lamar. Sin estar en las quinielas, el rapero se alzó con dos de los premios más importantes: Grabación del Año y Canción del Año por Not Like Us. La ironía estaba servida: en una edición en la que todas las apuestas apuntaban a que el dominio sería femenino, Lamar irrumpió y se llevó los premios más codiciados. Mientras tanto, Taylor Swift, que ya se ha convertido en un espectáculo dentro del espectáculo por sus bailes en la mesa y sus brindis con copa en mano, se fue de vacío. A pesar de sus seis nominaciones, esta vez no hubo oro para ella. Pero no pareció importarle demasiado: fue la gran animadora de la noche, celebrando cada actuación como si fuera la suya propia.