En el vasto universo de lo inexplicable, pocas cosas logran sorprendernos más que el hecho de que un hombre con 500 mil millones de dólares en el banco (es un decir) decida tomarse unas vacaciones en una isla donde la atracción principal es un volcán que podría entrar en erupción en cualquier momento. Y sin embargo, ahí está: Jeff Bezos, el emperador del comercio en línea, el conquistador de los algoritmos, el hombre que hizo que los carteros y empleados de transporte trabajen más que los médicos, navegando por las cristalinas aguas del Caribe a bordo del Koru, un yate de 500 millones de dólares que, dicho sea de paso, cuesta más que el PIB de algunas naciones pequeñas.
¿Pero qué hace el señor Bezos en Montserrat? Según el primer ministro Reuben Meade, el fundador de Amazon es simplemente un turista. Lo cual, si me permiten decirlo, es la peor excusa desde que un político dijo que había metido la mano en la caja fuerte "por error".
Cuando un turista tiene un yate más grande que la isla
Digamos la verdad: cuando un magnate aterriza en un lugar como Montserrat, el término "turista" se vuelve sospechoso. No es lo mismo un mochilero alemán con una guía de viaje arrugada que un multimillonario cuya sombra pesa más que el Koru anclado en la bahía.
Imaginemos la escena: Bezos baja del yate con su habitual mirada de villano de cómic y observa la isla con el mismo gesto con el que un niño rico mira un puesto de limonada. Los locales, por supuesto, están en ascuas. "¿Vendrá a comprarnos?", se preguntan. "¿Nos convertirá en un centro de distribución para drones? ¿Harán envíos gratis a Montserrat con Prime?"
Las redes sociales han estallado con teorías. Algunos dicen que Bezos ha venido a relajarse. Otros, más prácticos, creen que ha venido a comprar la isla, mudarla a su casa y ponerla en su jardín como adorno. O un lugar para su boda. Y luego están los más fantasiosos, que aseguran que el magnate está allí para buscar la fuente de la eterna juventud.
Personalmente, me inclino por la última opción. Después de todo, un hombre con su cuenta bancaria ya ha comprado todo lo que el dinero puede adquirir, excepto la inmortalidad, y hay que admitir que últimamente su cabeza afeitada brilla más que nunca.
Un volcán, un magnate y una burocracia insalvable
A pesar de la paranoia colectiva, el primer ministro Meade ha salido a calmar a las masas: "Se encuentra en calidad de turista", repite con la convicción de un hombre que no quiere que su país sea invadido por robots de almacén y repartidores en patinete. Además, ha asegurado que, si Bezos quisiera comprar algo en Montserrat, necesitaría una licencia especial del gobierno.
Ah, la burocracia, el único enemigo real de los multimillonarios. Si una firma en un papel es lo único que se interpone entre Bezos y la propiedad de media isla, entonces Montserrat puede dormir tranquila… hasta que Amazon lance un programa llamado Prime Island que entregue licencias gubernamentales en menos de 24 horas.
Mientras tanto, la gente de Montserrat no pierde el tiempo y ya ha comenzado a sugerirle al magnate algunas inversiones interesantes. "Podría ayudarnos a modernizar el puerto", dicen unos. "Podría construirnos un hospital", dicen otros. "Podría hacer que nuestros pedidos de Amazon lleguen en menos de tres meses", dice el más realista del grupo.
Claro, todo esto es especulación. Bezos aún no ha anunciado nada oficialmente, pero, sinceramente, cuando un hombre con su historial de adquisiciones llega a un lugar como Montserrat, la pregunta no es si comprará algo, sino cuándo y cuánto.
El Koru: Más que un yate, un recordatorio de la desigualdad global
Mientras tanto, el Koru, el coloso flotante de Bezos, descansa en la bahía como un dios mecánico de cuento y pico metros de eslora, eclipsando cualquier barco que se le acerque y recordándole a todo el mundo que algunas personas tienen casas con motores que cuestan más que un país entero.
Construido en 2021, el Koru es la joya de la corona del magnate. Si bien es un yate, también podría describirse como una nación flotante con mejor economía que algunos estados independientes. Tiene más comodidades que un palacio, más tecnología que la NASA y, probablemente, más empleados que la administración pública de Montserrat.
Mientras las olas del Caribe lamen su casco, los rumores continúan. ¿Se quedará? ¿Se irá? ¿Montará una tienda de Amazon Go en la playa para vender cocos sin cajeros?
El futuro incierto de Bezos en Montserrat
Por el momento, la visita de Bezos sigue envuelta en misterio. Tal vez, en un giro inesperado, realmente solo ha venido a descansar. Quizá se siente atraído por la tranquilidad, la belleza natural, la oportunidad de alejarse del caos del mundo capitalista que él mismo ayudó a crear.
O, tal vez, está aquí para comprar la isla, construir una fortaleza y esperar el apocalipsis con su fortuna intacta. Y, francamente, si alguien puede hacerlo, es él.
En cualquier caso, Montserrat está en el ojo del huracán mediático, y sus residentes no saben si sentirse emocionados o aterrorizados. Mientras tanto, Bezos sigue en su yate, observando la isla con la mirada de un hombre que ha añadido un nuevo artículo a su lista de deseos. Y si algo nos ha enseñado la historia, es que cuando Jeff Bezos pone algo en su lista de deseos… eventualmente lo compra.
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