
En el trasiego de las grandes ferias de arte, donde coleccionistas con chaquetas de cachemira y zapatos de piel pulida buscan su próxima adquisición como si de un safari se tratara, el tiempo parece detenerse en una burbuja de transacciones, discursos y promesas. ARCOmadrid, Tefaf-Maastricht y Art Basel se preparan para abrir sus puertas y, con ellas, el eterno juego de miradas, de asombros fingidos y entusiasmos auténticos. Porque el arte contemporáneo no solo se compra y se vende, sino que se estudia, se escudriña y, a veces, incluso se comprende.
ARCOmadrid: el Amazonas y la selva del mercado
Del 5 al 9 de marzo, Madrid se convierte en la capital del arte contemporáneo con la 44ª edición de ARCO, que este año ha elegido el Amazonas como proyecto central. Un tema que, por sí solo, es una metáfora perfecta de la propia feria: una jungla de propuestas donde lo exótico convive con lo conceptual, donde lo primitivo se funde con lo tecnológico y donde, al final, siempre sobreviven los más fuertes, es decir, los más cotizados.
En el pabellón de IFEMA, los coleccionistas olfatearán las obras con la paciencia de un felino antes de atacar. Los galeristas, entre la seducción y la urgencia, tratarán de cerrar ventas mientras repiten como un mantra que el mercado está más vivo que nunca. El Estado y las grandes fundaciones jugarán su papel, animando las compras con la elegancia de quien tiene el poder de decidir qué merece ser recordado y qué no. Y en medio de todo este escenario, los artistas emergentes intentarán encontrar su lugar, algunos con la ingenuidad del que cree que el arte es solo creación, y no estrategia.

Este año, además de la programación general, la feria contará con el programa Wametisé, un espacio que reflexiona sobre la hibridación entre lo humano y lo vegetal, entre lo físico y lo metafísico. Un concepto que en cualquier otro contexto parecería esotérico, pero que en el arte contemporáneo encaja con la naturalidad con la que un coleccionista se ajusta sus gafas de pasta gruesa para observar una instalación de tubos de neón y fragmentos de espejo.
Las galerías jóvenes tendrán su espacio en Opening, donde el talento emergente luchará contra el tiempo y la falta de mecenazgo, esa carencia crónica que en España sigue impidiendo que el coleccionismo privado tenga la fuerza que merece. Mientras tanto, en el stand de Unidad Editorial, el cubano Dagoberto Rodríguez desplegará su "gimnasia de pensamiento", una propuesta que, entre humor e ironía, plantea preguntas sobre la cultura de masas y la creación colectiva. Porque en el arte, como en la vida, lo que importa no es solo el objeto, sino la historia que lo rodea.
Tefaf-Maastricht: la elegancia del pasado y el mercado del presente
Una semana después de ARCO, entre el 13 y el 20 de marzo, Maastricht acogerá Tefaf, la feria donde la historia del arte despliega toda su grandeza. Aquí no hay excentricidades conceptuales ni vídeos de diez minutos en bucle sobre el desarraigo posmoderno: Tefaf es la catedral del arte antiguo y moderno, donde los Rembrandt, los Murillo y los Kandinsky aparecen con la serenidad de quien sabe que su valor no depende de la última moda, sino de siglos de admiración.

En sus pasillos se dan cita los grandes connaisseurs, esos sabios del arte que pueden distinguir a simple vista un original de una falsificación con el mismo aplomo con el que un sommelier distingue un Burdeos de un Rioja. Este año, el redescubrimiento de las pintoras del barroco italiano como Diana de Rosa y Elisabetta Sirani añadirá un matiz de justicia histórica a la feria, recordándonos que el canon del arte ha sido, durante siglos, un club de caballeros con las puertas bien cerradas.
Pero más allá de las transacciones millonarias y las piezas maestras, Tefaf también tiene su compromiso con la conservación del patrimonio. En 2025, el museo Condé de Chantilly restaurará las Très Riches Heures du Duc de Berry, el manuscrito medieval más célebre del mundo. Un objeto que, como el propio arte, sigue resistiendo el paso del tiempo, protegido por aquellos que entienden que la belleza es un tesoro frágil.
Art Basel: el arte globalizado
Si ARCO es el escaparate de la contemporaneidad y Tefaf la fortaleza del clasicismo, Art Basel es el gran bazar del arte del siglo XX y XXI. Con ediciones en Basilea, Miami Beach, Hong Kong y París, esta feria es el epicentro del arte globalizado, donde el capital y la creatividad se encuentran en un equilibrio precario.

La edición de Basilea, que se celebrará del 19 al 22 de junio, reunirá a las galerías más prestigiosas del mundo y a una legión de compradores que van desde los grandes fondos de inversión hasta los nuevos ricos de la era digital. Aquí el arte emergente convive con los grandes nombres de la segunda mitad del siglo XX: Rothko, Twombly, Bacon, Basquiat. Pero también con los ecos del posimpresionismo y el expresionismo alemán, porque el mercado, como la historia, siempre encuentra la manera de reciclar el pasado para alimentar el presente.
Se espera que este año haya una mayor presencia de galerías españolas y de arte contemporáneo español, un reconocimiento tardío pero necesario para un país que, aunque a veces lo olvide, tiene en su ADN nombres como Goya, Picasso y Dalí.
Epílogo: la feria de las ilusiones
Las ferias de arte son el teatro donde se representan las pasiones, los anhelos y las vanidades del mundo del arte. Se habla de creatividad, pero en el fondo todo gira en torno al mercado, a la cotización de los nombres y a la capacidad de un artista para entrar en el juego de la oferta y la demanda sin perder la autenticidad.
En ARCO, Tefaf y Art Basel se verán los rostros de siempre: el coleccionista con su copa de champán, el galerista con su discurso ensayado, el artista que finge desinterés mientras espera vender su obra. También estarán los críticos, tratando de desentrañar el sentido de lo que ven, y los curiosos, que pasearán entre los stands con la certeza de que, al menos por unos días, el arte sigue siendo el gran enigma de nuestra época.