Redactor de Informalia.

En la historia de las naciones que sufren el yugo de la tiranía, pocas veces se nos ofrece un personaje tan singular como Nicolás Maduro, reciente ocupante —aunque no legitimado— de la poltrona presidencial en Venezuela. Las recientes elecciones, más fraudulentas que un euro de madera, dejan en el aire no solo la indignación de los pueblos, sino también la sospecha de que este hombre, de oficio tan osado como insidioso, oculta tras sus bambalinas políticas un teatro sentimental digno de los más novelescos dramas.

Ciudad de asfalto es un viaje oscuro e implacable por las calles de una gran ciudad, visto a través de los ojos de dos paramédicos que enfrentan la brutalidad de la vida nocturna. Cargada de simbolismos y un enfoque visual opresivo, la película busca explorar temas como la redención, el desgaste emocional y la lucha por la supervivencia en un entorno hostil. Lástima que Sean Penn se pase de intenso.

A Real Pain no es una película que busque resolver preguntas ni ofrecer conclusiones fáciles. En cambio, deja al espectador reflexionando sobre la culpa heredada, las pérdidas invisibles y las conexiones que pueden sanar incluso las heridas más profundas. Con esta obra, Eisenberg demuestra que es un narrador capaz de convertir una historia profundamente personal en un relato universal y conmovedor.

Alex Kapranos apretó el puente de su guitarra con fuerza. Sentía la madera bajo los dedos como quien toma el timón de un barco antes de la tormenta. En la sala de mezclas, la luz era tenue, casi teatral, y Mark Ralph, sentado frente a los controles, levantó una ceja mientras ajustaba los niveles. Era allí, en el estudio, donde todo cobraba sentido; donde las canciones dejaban de ser ideas vagas y se convertían en algo palpable, urgente. La banda estaba unida y tocando al unísono, y Audrey Tait, desde la batería, marcaba el ritmo con una precisión que era nueva pero no ajena. Su llegada había renovado una energía que parecía dormida desde hacía tiempo. El resumen es un nuevo disco.

'Sing Sing' trasciende las expectativas habituales de un drama carcelario al combinar elementos de realidad y ficción de manera conmovedora y genuina. Bajo la dirección del talentoso Colman Domingo, quien interpreta a Divine G, un interno de la notoria prisión de Sing Sing, la película explora un programa teatral diseñado para rehabilitar a los prisioneros a través del arte escénico.

Por las noches, cuando la humedad trepa las paredes de su celda en Surat Thani, Daniel Sancho cierra los ojos e intenta imaginar otra vida. Una vida sin barrotes, sin gritos en un idioma que no entiende, sin la opresión constante de un futuro incierto. Pero el sueño es corto, y el despertar es brutal. Porque ahí está: la realidad fría y dura de una condena a cadena perpetua en Tailandia, un país donde la justicia no concede treguas y las apelaciones son una esperanza lejana.

Todo el metraje de Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001) es una deliciosa clase magistral de cómo narrar las emociones más intensas y endemoniadamente sabrosas de seres humanos como Maribel Verdú, Gael García Bernal y Diego Luna. Pero la escena en la que la española decide despedirse de la vida a base de chupitos de Tequila, y sexo con los mexicanos y la música de "Si No Te Hubieras Ido" de Marco Antonio Solís es inolvidable. Algo de eso hay en el último Sorrentino, que bebe de Cuarón, de Fellini, de Nápoles y sobre todo de sí mismo.

En La luz que imaginamos, Payal Pakadia despliega su arte como quien desvela un fresco oculto bajo capas de polvo. Esta ópera prima, premiada en Cannes, no es solo cine, sino una meditación sobre la vida que bulle en las grietas de Mumbai, donde los neones iluminan tanto las calles como los vacíos del alma. En esta obra, la luz no es solo recurso: es espíritu que se filtra por los recovecos de una urbe que nunca duerme.

Luca Guadagnino se adentra en el universo de William S. Burroughs como quien entra en un callejón sin salida: despacio, pero sin retroceder. El director italiano, más conocido por arrancarle suspiros a los amantes del cine de autor con Call Me By Your Name o con el febril y sangriento remake de Suspiria, decide esta vez adaptar Queer, la novela que Burroughs escribió con el eco de una pistola aún resonando en su memoria. Y, como en un retruécano de espejos rotos, lo que Guadagnino ofrece es a la vez una versión fiel y un atrevido pastiche, una obra que parece burlarse de su propia solemnidad mientras celebra su artificio.

Desde las alturas de la Puerta del Sol, donde los rótulos de neón danzan entre el humo de los churros y el eco de las risas nocturnas, se vivió una noche de fin de año que rozó lo surrealista. Allí estaban, cual equilibristas sobre el letrero de Tío Pepe, David Broncano y Lalachus, dos figuras que parecen haber sido esculpidas por la ironía. En la azotea más alta de la televisión pública, se encargaron de convertir las campanadas de Televisión Española en una velada entre el espectáculo y el esperpento.