Europa mira al este y, convencida del riesgo que entraña la guerra de Rusia a sus puertas, en Ucrania, comulga religiosamente con sus paquetes de sanciones contra Moscú. El noveno se zanjó en los márgenes de la Cumbre de la UE de la pasada semana. La de diciembre, la última del año. Donde los líderes pusieron la puntilla a las sucesivas reuniones, a nivel de embajadores, reincidentes en el bloqueo. Las tensiones que se erigieron en torno a la relajación de las sanciones al tránsito de fertilizantes rusos por los puertos europeos y se despacharon con la resignación de Polonia y Lituania. Y la Unión Europea capituló.