Fundador y presidente ejecutivo de Fisher Investments
Opinión

Desde que el presidente estadounidense Donald Trump anunció su ilógica batería de aranceles el 2 de abril, el rápido ritmo al que se suceden las noticias sigue prolongando la ya elevada incertidumbre. La sentencia judicial de finales de mayo, que anuló la mayoría de esos aranceles, y su posterior suspensión, pendiente de apelación, generan aún más perplejidad. Las bolsas no soportan la incertidumbre porque paraliza a las empresas, limita la inversión y frena el crecimiento económico. Estados Unidos está siendo el principal perjudicado de estas medidas. No obstante, es posible sacar partido de todo ello. Veamos cómo.

El apagón generalizado de finales de abril no es el único motivo por el que las empresas energéticas están acaparando la atención últimamente. El sector está de moda y lidera las bolsas de todo el mundo, lo que, en parte, explica por qué la española está superando a la media mundial este año. Pero ¿cuánto durará esta ventaja? Primero, sin embargo, debería preguntarse su nivel de optimismo en torno al mercado. La respuesta le ayudará a tomar una decisión con respecto al sector de servicios públicos. Veamos por qué.

¿Debería comprar criptoactivos ahora que se están devaluando? Parece una pregunta legítima dadas las ganancias instantáneas cosechadas tras la subida del Bitcoin en plena euforia por la victoria de Trump entre diciembre y enero. Para los defensores de la criptomoneda, la caída de alrededor del 20% desde el máximo del 21 de enero brinda una oportunidad que resultará enormemente rentable en 2025. Tal vez sí, tal vez no.

En enero, anticipé tres hipótesis para 2025 sobre el mercado bursátil que parecían igualmente factibles y dije que les avisaría cuando una de ellas cobrara más fuerza. Ha llegado el momento.

Antes de compartir mi pronóstico para 2025, quiero revelar una verdad absoluta: cualquier pronóstico requiere conocer información importante que otros han pasado por alto. Por eso, cuando estoy seguro de algo, no hay medias tintas. En enero del año pasado, expliqué por qué tanto la bolsa española como la internacional se dispararían en 2024. Predije lo mismo para 2023. Mis lectores más fieles saben que también me he equivocado muchas veces, y eso es algo molesto.

Los misiles de largo alcance han irrumpido en la guerra entre Rusia y Ucrania y, en el Líbano, el alto al fuego se tambalea mientras continúan los ataques sobre Gaza. Ante este escenario, es inevitable preguntarse: ¿la escalada bélica pondrá en peligro el actual mercado alcista? Lo cierto es que no. Veamos por qué.

Pregunta sorpresa: ¿Qué afecta más a la bolsa? a) Las decisiones del BCE y la Fed. b) El cambio climático. c) La deuda estadounidense. d) La lucha antimonopolio contra las grandes tecnológicas. e) La "crisis" de fertilidad en Europa. La respuesta es: ninguna de las anteriores.

En todo el mundo, encontramos analistas empeñados en que el Banco Central Europeo (BCE) anuncie más y mayores recortes de tipos de interés para impulsar el crecimiento económico de la Unión Europea y revitalice la bolsa en España, Europa y el resto del mundo. Asimismo, la rebaja de medio punto porcentual por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos en septiembre supuestamente añadiría presión al BCE para que mantenga el camino iniciado. Sin embargo, se equivocan.

En todos los rincones del mundo surgen propuestas para gravar a las grandes empresas tecnológicas o fragmentarlas. Con cierta dosis de populismo, numerosos políticos denuncian el excesivo dominio de estos gigantes tecnológicos para justificar la actual avalancha legislativa desatada contra ellos. Se equivocan, ya que la destrucción creativa, esencia del capitalismo, corrige los excesos de forma natural. Veamos cómo funciona.

Pese a todos los temores, lo que ha sucedido recientemente en las bolsas se trata de una corrección, no del inicio de un mercado bajista. Recordemos una frase, a menudo olvidada, que no deja de ser cierta: "Los mercados alcistas generalmente mueren lentamente, no de repente". Sin embargo, el hecho de que los principales índices mundiales hayan registrado una caída del 9% desde máximos históricos en apenas 15 sesiones (un descenso que se aproxima al 10% propio de las correcciones) no puede considerarse un descenso lento, sino una caída drástica.